19 Sep Hallan un homínido que habría abierto el camino al ser humano
Por Nicholas Wade
Una criatura similar a un mono con características humanas, cuyos restos fósiles se descubrieron hace poco en una cueva de Sudáfrica, sería el ancestro más cercano al ser humano arcaico y moderno.
Si se acepta esta definición de los científicos que lo descubrieron, modificaría radicalmente la versión actual del árbol genealógico humano, al colocar en el centro a esta especie llamada Australopithecus sedib a y que desplazaría al Homo habilis , el famoso fabricante de herramientas que encontraron Louis y Mary Leakey.
Los paleontólogos opinan que los nuevos fósiles que descubrió Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, son de gran importancia. Pero no necesariamente coinciden con la conclusión del descubridor publicada hoy en cinco artículos de Science . Allí, Berger sostiene que los fósiles ocupan la línea principal de la evolución humana.
Los restos hallados están inusualmente completos. Además de los dos cráneos descubiertos el año pasado, el equipo de Berger recuperó una mano derecha casi completa, un pie y una pelvis. Los huesos están especialmente bien preservados porque sus “dueños” se habrían caído en una cueva profunda, en la que un sedimento fosilizó sus huesos en pocas semanas. Las rocas sobre la cueva se fueron erosionando y los restos quedaron en la superficie, donde en 2008 los encontró el hijo de Berger, Matthew.
La caída de los australopitecinos ocurrió hace 1,977 millones de años, según la datación realizada mediante la velocidad del decaimiento del uranio en la capa de roca que recubría los restos fósiles.
Este buen estado de preservación de los huesos le permitió al equipo obtener una gran cantidad de pruebas para respaldar la afirmación de que el Australopithecus sediba es una especie transicional entre los homínidos y el ser humano actual. En los artículos de Science , el equipo describe nuevas combinaciones de características similares a las de un homínido y un ser humano en las manos, los pies y la pelvis de la nueva especie.
La mano, por ejemplo, es como la de un homínido porque tiene dedos lo suficientemente largos y resistentes como para poder trepar árboles, pero también es parecida a la del ser humano porque posee un pulgar largo. Junto con los otros dedos, el pulgar habría permitido sostener herramientas con un movimiento preciso de pinza.
Un molde de yeso del interior del cráneo muestra un cerebro homínido, pero camino a reorganizarse como humano.
Durante una conferencia de prensa, los científicos señalaron que esa combinación de características demuestra que la nueva especie fue una transición entre los australopitecinos y los humanos. Por su edad, el Australopithecus sediba es lo suficientemente “mayor” como para ser el ancestro del Homo erectus , la primera especie en la que los paleontólogos coinciden en que perteneció al linaje humano y existió hace 1,9 millones de años.
OPINIONES ENCONTRADAS
Otros paleontólogos opinan que la importancia de los restos está en la luz que echan sobre la evolución humana, pero no porque el Australopithecus sediba sea el ancestro directo de la especie humana, sino porque dejan en evidencia la riqueza de la experimentación en el proceso de evolución de los autralopitecinos. “Es un material realmente interesante”, dijo Ian Tattersall, paleoantropólogo del Museo Norteamericano de Historia Natural, en esta ciudad.
“[Los restos son una prueba de que] la experimentación en ese momento evolutivo era enorme -agregó Tattersall-. Y, de alguna manera, el Homo surgió de ese fermento evolutivo.” Los restos de sediba son una prueba importante de esa experimentación, y no necesariamente porque sean los ancestros del linaje humano que habría evolucionado de los homínidos australopitecinos que caminaban erguidos. “El sediba es mucho más importante como metáfora del cambio evolutivo que como antepasado directo del ser humano”, dijo Tattersall.
Y así opinó también Bernard Wood, paleoantropólogo de la Universidad George Washington. “Están entre los estudios más interesantes publicados en los últimos años -aseguró-. Pero, seguramente, no es por eso por lo que los autores los consideran interesantes.”
Wood les restó fuerza a los argumentos de Berger en favor de que el Australopithecus sea un antepasado directo del grupo humano. Aseguró que hubo muy poco tiempo como para que el homínido de cerebro pequeño que trepaba árboles se transformara en el Homo erectus de cerebro más grande.
Para él, lo más interesante son las combinaciones de las características. Los restos describen la forma modular en la que opera la evolución: poseen características conocidas, pero con combinaciones nunca vistas hasta ahora. “Queda claro que, aunque la mano tenía que ser un todo integrado, sus partes evolucionaron por módulos separados -explicó Wood-. Entonces, se puede tomar la opción de pulgar número 3 entre cinco posibles y combinarla con la opción número 2 o 4 de una muñeca.”
Tattersall está convencido de que el salto a los seres humanos habría sido muy rápido, quizás a través de unos pocos cambios genéticos fundamentales que explican por qué la transición es tan difícil de rastrear en los registros fósiles.
Ambos elogiaron la rapidez con que Berger describió los restos y la generosidad con la que los compartió. “A diferencia de lo que recuerdo de estos 40 años, nos enviaron modelos de yeso completos que están disponibles para los científicos que los necesiten”, finalizó Tattersall.
LA NACION