Fiebre del oro: como hace más de un siglo, muchos dejan todo para lanzarse a buscar el metal

Fiebre del oro: como hace más de un siglo, muchos dejan todo para lanzarse a buscar el metal

 
Por Martin Burbridge

Todavía no estamos en la fiebre del oro de California de mediados del siglo XIX, pero las señales indican que si los precios siguen su curva ascendente, habrá muchísima más gente volcada a buscar el metal precioso en ríos y montañas de todo el mundo. Y surgirán ciudades como San Francisco, nacida al calor de las decenas de miles de inmigrantes que se lanzaron a “hacerse la América” a través del oro a partir de 1848.
Por lo pronto, la cotización del metal creció un 20% en los últimos 3 meses y ya lleva un 160% de ganancia desde la crisis subprime de 2008, a pesar de que en las últimas semanas haya sufrido una corrección que le hizo perder un 6%. Desde 1971, cuando EE.UU. anunció el fin de la convertibilidad del dólar en oro, jamás se había vivido un rally alcista como el actual, ni siquiera cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 o con los Atentados a las Torres Gemelas en 2001.
Tradicional valor refugio, esta vez la doble crisis económica en EE.UU. y la zona euro está logrando lo que no había pasado en las últimas cuatro décadas: que los inversores se preocuparan por asegurar su cartera diversificando en oro, como mecanismo de cobertura de los fuertes vaivenes sufridos por los mercados financieros sumados al temor por un enfriamiento de la economía mundial. Si ya había serias dudas respecto a la Unión Europea y su deuda soberana, la política de la Reserva Federal, con emisión masiva de dinero, terminaron de convencer a todos de las bondades redescubiertas del oro.
Es así que, como sucedió con el petróleo a partir de julio de 2007, cuando el precio del barril alcanzó el récord histórico de 147 dólares, crece el interés (y la rentabilidad) por una mayor prospección y extracción del metal precioso.
De acuerdo con el banco Natixis, la extracción de oro en el mundo creció un 5% con respecto a 2010, hasta alcanzar las 2.800 toneladas, muy por debajo de la demanda actual. Esto hace que muchas minas abandonadas 10 años atrás (cuando el oro valía u$s 275 la onza y no casi u$s 1.900), en estos momentos estén siendo reacondicionadas para volver a operar y que la Argentina se haya convertido en un destino atractivo para las inversiones de empresas del sector, superando a productores tradicionales como Sudáfrica.
Según datos de la Secretaría de Minería, la producción de oro nacional se multiplicó por 100 veces en la última década y las perspectivas siguen siendo ascendentes, a pesar de los reclamos de ONG que plantean los riesgos medioambientales.
A pesar de ello, cada vez más gente se lanza a la aventura de buscar oro en ríos y montañas, con picos, palas y bateas en mano, como sus antepasados del siglo XIX.
En EE.UU., Canadá y Australia hay testimonios de muchos profesionales que han decidido abandonar la (relativa) seguridad de sus trabajos para arriesgarlo todo por unas cuantas pepitas de oro. Los equipos no cambiaron demasiado con respecto a más de un siglo atrás, sobre todo entre quienes se deciden a buscar en el lecho de los ríos. Una batea y un tamiz son suficientes para separar las partículas de oro del resto y su costo (100 dólares) está al alcance de cualquiera.
En Yukón, territorio del noroeste canadiense que limita con Alaska y que vivió su propia fiebre del oro en 1897, las solicitudes de permiso para prospección aurífera ya alcanzan las 85.000 entre enero y julio de 2011, superando las 83.000 de todo el año 2010, según estadísticas de la Oficina de Registro Minero local citadas por el Financial Times. En años “normales”, el número de solicitudes alcanza un promedio de 10.000.
¿Cuánto se calcula que una persona puede ganar como buscador de oro? Patricia Walker, vocera de la Asociación de Prospectores de Oro de Alberta (territorio al sur de Yukón), aseguró que muchos habían ganado unos u$s 50.000 al año, aunque la mayoría prefería no revelar el monto del botín obtenido.
En otras partes del mundo como Australia, donde la búsqueda de oro se realiza en la superficie, los equipos son más sofisticados, utilizando detectores de metales. Allí, a unos 400 kilómetros al oeste de la costa de Sydney, muchos australianos decidieron lanzarse a la aventura y ponerse a cavar en medio del campo cuando el detector anuncia niveles superiores de metal en la tierra.
Sin embargo, como sucedió cada vez que hubo una fiebre del oro, finalmente los verdaderos ganadores no serán aquellos que hoy están buscándolo desesperadamente, aunque siempre habrá alguno que lo logró para hacer soñar a todos los demás. La teoría económica enseña que quienes se hicieron ricos en el boom del oro de California o de Yukón fueron los vendedores de picos y palas, quienes en el caso de Canadá ya anunciaron un fuerte incremento de sus ventas en lo que va de 2011.
Pero para evitar esta especulación creciente, nadie como Hugo Chávez: el presidente de Venezuela anunció la nacionalización de la industria del oro, no vaya a ser que miles de sus compatriotas se vuelvan locos por algo que finalmente termine enriqueciendo a unos pocos.
EL CRONISTA