En busca del preciado sol

En busca del preciado sol

Por Fernando Bello
Cuando llega el invierno las fotos de los cerros nevados empiezan a dominar la escena. Se habla de nieve, se piensa en montañas, se busca la semana ideal para ir a esquiar. Sin embargo, los números más fríos, los que manejan las agencias de viajes, dicen que cerca del 50% de los turistas argentinos elige Brasil para pasar las vacaciones de invierno.
Y no es raro que así sea. El objetivo es huir del húmedo y frío invierno local para llegar a la calidez que pueden ofrecer destinos como Natal, con sus 300 días al año de sol.
Además, con el real sobrevaluado y todo, el costo de un paquete de una semana con aéreos incluidos en un hotel de tres o cuatro estrellas no supera los $7500 por persona. Lo mismo que un ski week en hotel cuatro estrellas en Las Leñas, por citar uno de los destinos de nieve que ya están en marcha con excelentes condiciones de nieve. Y al mismo tiempo, mucho menos que lo que cuesta un paquete similar en cualquier destino del Caribe.
Entre los destinos favoritos de los viajeros locales aparece Praia do Forte, cercana a Salvador, una zona de protección del medio ambiente, con 12 kilómetros de playas casi desiertas, rodeadas de exuberantes plantaciones. Aquí se han levantado hoteles de excelente nivel como los Iberostar Bahía Resort e Iberostar Praia do Forte; pero también alternativas que destacan su relación con el entorno como el Tivoli Ecoresort. El perfil verde de la zona se refuerza con las cercanas reservas de Mata Atlántica, pobladas de lagunas, playas donde las tortugas marinas ponen sus huevos y áreas para la observación de ballenas jorobadas y arrecifes de coral.
Otro punto privilegiado es Pipa, ubicada a 100 kilómetros de Natal. Está claro que ya dejó de ser ese destino secreto al que llegaban solo unos pocos para convertirse en un concurrido balneario. Pero los meses de junio y julio permiten vivir algo de aquel reducto casi desconocido. Sus playas de arenas blancas y las aguas, de una limpieza sorprendente, sirven de marco para encontrarse con delfines en sitios como la Ensenada dos Golfinhos.
También con Natal como centro neurálgico, Fernando de Noronha aparece como otro sitio mágico. Al igual que Pipa, ya no es ese rincón para iniciados, sino que es una estrella del turismo. Pero las limitaciones de población y las regulaciones ambientales la mantienen casi tan prístina como en sus inicios a nivel turístico. Desde 2002, el archipiélago ha sido incluido en la lista de patrimonio natural de la Humanidad de la Unesco y el afluente de público se multiplicó. Mucho antes, en 1988, Brasil había creado el Parque Nacional Marino de Fernando de Noronha, que ocupa la mitad de la isla mayor que le da nombre al archipiélago. Y casi cinco siglos antes, un tal Américo Vespuccio había descripto la belleza del lugar.
Es que Brasil, su Nordeste principalmente, tiene esa riqueza turística especial. No solo tiene playas de ensueño, sino que además combina legado histórico con un permanente sol. Un combo que seduce a la mitad de los viajeros argentinos. No es difícil entender el porqué.
EL CRONISTA