Cambios paulatinos para el Jockey Club

Cambios paulatinos para el Jockey Club

Por Loreley Gaffoglio
Ni cuando asumió como secretario de Turismo de la Nación, ni como jefe de gobierno porteño, ni como diputado nacional por la UCR, Enrique Olivera recibió tantas llamadas y felicitaciones como ayer.
Incluso de los amigos de sus oponentes en la histórica jornada electoral de anteayer del Jockey Club. En ella, como cabeza de la opositora lista Azul y Blanca, se impuso por un total de 1214 votos y una diferencia de 212 sufragios frente al presidente saliente, Bruno Quintana. “Es que la pertenencia a un club crea otro tipo de cercanía y protagonismo distinto al de la política”, justificó Olivera, sin vestigios de euforia por su triunfo, ante el torrente de mensajes que lograron ayer agotar la batería de su celular.
Afable y cordial, en su departamento de Palermo Chico, se lo escuchaba sereno, a pesar de que en un par de horas debía asumir la conducción de una institución compleja: un club dispuesto a afrontar “reformas de fondo, pero ordenadas y graduales”, según precisó a La Nacion.
En esa tarea, que muchos juzgan ingrata y titánica, lo acompañan Raúl Nelson, como presidente de la Comisión de Carreras, y Adolfo Sánchez Zinny, en la Comisión Interior. Bernardo Velar de Irigoyen ocupará la secretaría general y Guillermo Yeatts, la Tesorería.
“Creo que, más allá de su compromiso con la hípica, el Jockey Club puede y debe hacer un aporte importante a la sociedad en términos culturales, científicos y deportivos, todas áreas en las que todavía no ha hecho lo suficiente”, dijo Olivera.
En su afán de profesionalizar la gestión, modernizarla y dotarla de mayor transparencia, no vislumbra un administrador profesional único para entender en áreas tan disímiles como la hípica y el resto de las actividades del club. Dijo que piensa poner un ojo severo y crítico en los recursos y recuperar el sentido de austeridad en la administración.
Con relación a las reformas de los estatutos, apuntó que los cambios se harán en un marco de unidad y consenso. Los períodos de gobierno limitados a tres años y con posibilidad de una sola reelección, el voto secreto, la estimulación de la competencia para áreas deportivas clave y el estímulo a los socios jóvenes son parte de sus prioridades.
Olivera propugna, además, una comunicación más fluida con los socios y crear un mecanismo de fiscalización de la administración.
Tiene la convicción de que los cargos rentados deben excluir a los socios, miembros de la comisión directiva, pero sí buscar a los mejores profesionales en las áreas que el club necesite. “Haremos una evaluación de todos los recursos humanos”, dijo, y agregó: “Si es necesario, encararemos una búsqueda en el área que la necesite”. Y enfatizó, como ex criador de caballos pura sangre, que el área turfística debe conducirse de forma profesional y separada del resto del club. “No veo una figura de CEO capaz de tener una doble especialización tanto en turf como en el resto de los temas del club. Pienso más bien en dos especialistas para cada administración”, precisó.
Un punto medular de su gestión, reveló, será la reconversión de áreas en desuso de la sede social de la avenida Alvear, históricamente reservada a los caballeros, para estimular programas culturales y actividades educativas. ¿Sólo para socios?, preguntó La Nacion. “¿Cómo piensa usted que se puede hacer cultura en serio sin la participación de la familia y de la mujer?”, respondió. Y, sin solemnidades, prometió mantener un sistema de valores basado “en el respeto por la palabra empeñada, el sentido de la verdad, el honor, la dignidad, el espíritu republicano y la observancia de la ley”.

DIXIT
“Más allá de su compromiso con la hípica, el club debe hacer un aporte a la sociedad.”
LA NACION