El fantasma del estancamiento salarial acecha al mundo

El fantasma del estancamiento salarial acecha al mundo

Por Chris Giles
Con el fin de la era del crédito barato, las clases medias sienten los efectos de la crisis económica y notan la caída de sus ingresos a la vez que sufren las políticas de ajuste que los Estados se ven obligados a realizarCasi tres años después de que comenzó la crisis, un nuevo fantasma atormenta a las economías más avanzadas del mundo: la posibilidad de que la mayoría de sus ciudadanos enfrenten años de estancamiento salarial.
En los años de la posguerra, en las economías desarrolladas existía la creencia de que todas las generaciones podían esperar estándares de vida materialmente mejores a los de sus padres. Sin embargo, las perspectivas de que aumenten los ingresos rara vez han sido tan negativas como ahora.
Para algunos grupos de ingresos medios, no es nueva la idea de que sus haberes podrían estancarse o disminuir. Los operadores de montacargas en Gran Bretaña podría ganar 19.068 libras en todo 2010, cerca de 5% menos que en 1978 ajustado por inflación. El norteamericano promedio gana lo mismo desde 1975. Los ingresos medios de las familias japonesas, después del pago de impuestos, cayeron en el decenio finalizado en 2005. Y los haberes en Alemania se han reducido en los últimos diez años.
Parte de esta presión sobre los hogares de ingresos medios quedó oculta, al menos temporalmente, detrás del auge del crédito, que permitió a las familias gastar más de lo que ganaban. Ahora tres años a después de haber terminado la era del dinero barato, y con los países desarrollados en problemas para reactivar sus economías, las clases medias de todo el mundo están sintiendo el ajuste.
Este no es el telón de fondo que querrían los políticos mientras se ven obligados a analizar aumentos de impuestos y recortes del gasto público para reparar las finanzas públicas. Y es necesaria esa consolidación antes de que los países empiecen el proceso aún más difícil de hacer ajustes como respuesta a la mayor longevidad y al envejecimiento de las poblaciones.
Surgen dos preguntas relacionadas con las tendencias que se observan en los salarios: Qué sucede exactamente con los ingresos en las economías avanzadas y porqué.
Hace poco que empiezan a verse con claridad las respuestas. A partir de 1975, el sueldo promedio del hombre estadounidense se estancó en términos reales, mientras que el PBI siguió subiendo rápidamente. En un primer momento, otros países evitaron esa tendencia, por lo que en Estados Unidos se temía que una enfermedad peculiarmente norteamericana estuviera afectando su cultura y mercado laboral.
El crecimiento del ingreso nacional per cápita debe ir hacia algún lugar. En Estados Unidos, el dinero fluyó casi exclusivamente hacia los más ricos. Los norteamericanos con ingresos antes de impuestos ubicados dentro del 1% más alto representaban el 8% del total en 1974, pero se disparó al 18% en 2008, según la base de datos mundial de ingresos, un recurso compilado en base a declaraciones de impuestos.
Pero la mayor desigualdad en los últimos años está lejos de ser un fenómeno estadounidense. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) descubrió una mayor discrepancia de ingresos entre mediados de los ochenta y fines de la década de 2000 en 17 de las 22 economías avanzadas de las que cuenta con datos suficientes. “Hay señales de que los niveles (de desigualdad) podrían estar convergiendo en un promedio común y más elevado”, comentó la OCDE en un reciente informe y que “los países como Dinamarca, Alemania y Suecia, que tradicionalmente han tenido baja desigualdad, ya no pueden evitar la tendencia hacia un incremento de la misma”.
La creciente desigualdad en casi todos los países se debe a tendencias del mercado laboral. Si bien la mayoría de los gobiernos de la OCDE intentaron luchar contra el aumento en la disparidad salarial elevando los beneficios estatales y reduciendo los impuestos laborales que afectan a los empleados de menor salario, el avance de la diferencia en los haberes superó la voluntad de imponer sistemas de beneficios y regímenes fiscales más progresivos.
La situación empeoró por la menor necesidad de trabajos que requieren conocimientos medios. En las economías avanzadas, el mercado laboral se está polarizando en “trabajos preciosos y trabajos asquerosos” comentó Alan Manning, profesor del Centro para el Desempeño Económico de la London School of Economics. Entre 1993 y 2006, disminuyó la proporción de empleos con salario medio, mientras que se incrementaron las tareas muy bien pagas o muy mal pagas. Se observó esta situación en casi todas las economías avanzadas, independientemente de sus características económicas y su cultura política.
La similitud de las tendencias indica que están influyendo fuerzas mayores a la política o al mercado laboral local.
Hay diferentes teorías sobre qué es lo está provocando las tendencias en la desigualdad y la demanda laboral.
En la cima de la distribución de ingresos, la revolución en las comunicaciones permitió a muchas empresas brillantes expandir sus ventas más allá de la audiencia local. Otras, particularmente en el sector financiero, encontraron formas de hacer fortuna apostando el dinero de otros individuos.
Para muchos graduados universitarios, las computadoras y la Web complementan sus flexibles conocimientos, permitiéndoles mayores oportunidades. Las editoriales pueden distribuir contenido globalmente, los contadores y arquitectos pueden atender a sus clientes desde sus alejadas oficinas y los profesores tienen audiencia global para sus ideas mediante los blogs, en vez de sólo dirigirse a quienes asisten a su institución. La demanda de trabajos con alta capacitación ha sido superior all crecimiento de graduados durante más de una generación, lo que conduce a mayores salarios.
En el nivel más bajo de la distribución de ingresos, la tecnología aún es irrelevante, con poca utilidad para tareas como limpieza y cuidado de ancianos. Sin embargo, minó la demanda de tareas rutinarias que requieren capacitación – y que antes eran la columna vertebral del empleo en las economías avanzadas-, desde trabajadores fabriles hasta empleados bancarios y operadores de montacargas.
No es divertido ser operador de montacargas en un mundo de depósitos de distribución automatizada. Eso se ve reflejado en los trabajos y salarios mediocres. Y como los del medio son los que deciden las elecciones, también tendrá peso en las ideas de los políticos.
EL CRONISTA