Cómo afecta a la Argentina que EE.UU. pase de ser la meca del capitalismo a banana republic

Cómo afecta a la Argentina que EE.UU. pase de ser la meca del capitalismo a banana republic

Por Horacio Riggi
Mientras que en el plano amateur Cristina sigue encabezando las encuestas y Macri festeja, con globos y bailes propios de una fiesta de casamiento, su aplastante triunfo sobre Filmus, en el mundo se libra una verdadera batalla de fondo: el reordenamiento económico global.
Tal situación, que tiene innegables contenidos políticos que surgen de un desmadre económico, está transformando las finanzas globales y amenaza con convertir a los Estados Unidos, la meca del capitalismo, en una suerte de banana republic.
Sólo para dar un par de ejemplos se puede decir que hoy los estadounidenses están gastando más de lo que producen, devaluando su moneda (aunque técnicamente como el dólar es el patrón, hay que hablar de revalorización de otras monedas), recortando gastos de Estado, y enfilando a una nueva y dura recesión. Así y todo, Estados Unidos seguirá siendo el centro del mundo (concentra el 25% del PBI mundial) pero tal vez en el mediano plazo el dólar deje de ser la referencia para las transacciones, situación que no se da desde agosto del 71 cuando el gobierno de Richard Nixon rompió unilateralmente el pacto de Bretton Woods y estableció el dólar como patrón monetario en reemplazo del respaldo en oro.
Pero la crisis de Estados Unidos también tiene condimentos internacionales. Por un lado está China, que todavía dice no estar preparada para convertirse en el centro del mundo por sus diferencias sociales y sigue ahorrando en bonos del Tesoro americano y por ende financiando el déficit de los Estados Unidos, y una Alemania que se niega a devaluar el euro porque, a pesar de tener el tipo de cambio más elevado, sigue siendo el principal exportador del mundo. Si Alemania decidiese devaluar, España y Grecia, entre otros, estarían aliviados, pero la situación de los Estados Unidos empeoraría. Un efecto parecido podría sentir la Argentina si devalúa Brasil.
Pero antes de festejar la desgracia ajena, como suele ocurrir seguido en la Argentina, es conveniente analizar cuáles pueden ser las repercusiones inmediatas para el país.
Ante el descomunal ajuste (durante los próximos 10 años el recorte será de unos 2,5 billones de dólares) impuesto esta semana por los republicanos y aceptado por Barack Obama, a cambio de evitar el default de la principal economía del mundo, se encarecerán los créditos a las empresas y otras firmas frenarán salidas al mercado. De hecho, una importante empresa local dedicada al real estate suspendió en las últimas horas su pedido de financiamiento en el exterior. Los bancos locales también aseguran que las empresas que tienen en carpeta la emisión de Obligaciones Negociables (ON), retrasarán la medida.
Una teoría indica que el resultado de esta ecuación suele ser siempre el mismo: menores inversiones y, por lo tanto, menores contrataciones de personal. La menor inversión puede tener como correlato mayor inflación, ya que la economía sigue creciendo casi a tasas chinas.
Por otro lado, las multinacionales presentes en la Argentina no se financian con los bancos locales, y tampoco emiten en el país. Su fondeo proviene, por lo general, de sus casas matrices que tienen la posibilidad de endeudarse a menores tasas en el exterior y luego transfieren el dinero a la Argentina. Pero esta situación también puede cambiar ahora, ya que la contracción de Estados Unidos encarecerá las tasas. El Nobel de economía, Paul Krugman, escribió en The New York Times, artículo que luego reprodujo Clarín, No presten atención a quienes invocan a las hadas, clamando que una dura acción en el presupuesto fortalecerá a las empresas y a los consumidores, impulsándolos a gastar más. No funciona de esa manera. Está demostrado.
En el plano estrictamente local, es decir, el financiamiento al que acuden las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), se puede dividir en tres partes. Por un lado, y en mayor medida, la financiación es capital propio. En segundo término, los pagos diferidos a proveedores y en tercer lugar los créditos bancarios. En este último ítem, la foto por ahora es buena. En los primeros siete meses de este año el stock de créditos, según el Banco Central, llega a los $ 37.558 millones, una cifra muy superior a los $ 16.206 millones del total registrado en el mismo lapso del año pasado. Esto, a pesar de la inflación, que además de licuar el poder adquisitivo revaloriza el peso ya que el dólar se mueve muy poco y, por ende, se pierde competitividad. La diferencia, claro está, se vuelca a la economía doméstica. Ahora, la pregunta que se hacen los banqueros es si luego del reacomodamiento financiero mundial, las Pymes seguirán tomando el mismo nivel de créditos.
De todos modos, lo bueno para la Argentina en la actual situación mundial, estará dado por la firmeza de los commodities, donde la soja sigue representando una parte importante no sólo del campo (que según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, actualmente los productores agropecuarios obtienen ingresos 87% superiores a el último año de la convertibilidad), sino del Gobierno gracias a las retenciones de hasta 35%.
El otro punto importante a destacar y que beneficia a la Argentina, es que la crisis internacional toma al país sin endeudamiento externo. Si una crisis internacional de características similares hubiese ocurrido durante la convertibilidad, la Argentina entraba, casi con seguridad, en default mucho antes que en 2001. Es que durante los ‘90 la Argentina tuvo un déficit de la balanza de pagos de u$s 12.000 millones anuales promedio. Ese dinero fue financiado por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, por los bancos de inversión que luego hicieron su negocio vendiendo sus carteras atomizadas a bonistas particulares, y por los inversores institucionales locales como bancos y las ex Aseguradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Los analistas más arriesgados sostienen que ante el descalabro de la economía mundial, los países emergentes como la Argentina pueden convertirse en receptores de diversos flujos de capitales, en su mayoría golondrina, para aprovechar las tasas de interés locales. Pero esa historia, la Argentina la conoce, y cada vez que pasó, nunca terminó bien.
EL CRONISTA