Una mujer podría presidir EE.UU. (la anti-Cristina)

Una mujer podría presidir EE.UU. (la anti-Cristina)

Michele Bachmann, la precandidata republicana.

Por Sergio Dattilo
Chris Wallace, uno de los periodistas-estrella de Fox News, le preguntó el domingo si se consideraba «a flake» («un bicho raro» sería la traducción libre más ajustada). Ella respondió que se sentía ofendida por el insulto, y hasta ayer no había aceptado las disculpas del reportero, pese a que él las había hecho públicas en un video difundido por la misma cadena.
El episodio quizás refleje la personalidad de Michele Bachmann, que la semana pasada se lanzó como candidata a las primarias del Partido Republicano, y muchos sindican como la próxima presidenta de Estados Unidos. Es que su carácter fuerte va de la mano de distracciones, «gaffes» y «bloopers».
La gran pregunta, frente a la creciente popularidad de esta congresista por Minnesota, es si Estados Unidos está tan desencantado con los resultados de la administración de Barack Obama como para pegar un golpe de timón ideológico que no parece tener antecedentes en la historia de ese país.
La estrella que aparece en el firmamento político de EE.UU. está en contra del aborto, el matrimonio gay y la ayuda social, y a favor de menos impuestos, menos gasto público, el rezo en las escuelas y la educación religiosa obligatoria.
Bachmann, nacida en 1956 con el nombre de Michele Amble en Iowa, en el seno de un hogar demócrata, es «la Michele de 2012», según la llaman sus partidarios para marcar el contraste con su homónima, la esposa del presidente que aspira a derrotar.
Es «representative» (diputada) por el estado de Minnesota, pero cobró notoriedad cuando -junto con un grupo de republicanos e independientes ultraconservadores- fundó el movimiento del Tea Party que aspira a recortar el gasto público, los impuestos, la deuda pública y el déficit presupuestario, entre otros postulados.
La candidata de algún modo recoge la antorcha que encendió la exgobernadora de Alaska y compañera de fórmula de John McCain, la controvertida Sarah Palin, cuya estrella parece ahora eclipsada por la aparición de esta figura aún más conservadora.
Bachmann tuvo cinco hijos con su único esposo, con quien está casada desde 1978, pero además su casa funcionó como hogar sustituto para otros 23 chicos desamparados.
Sus antecedentes políticos incluyen una -hoy inverosímil- colaboración con la campaña que llevó al «liberal» Jimmy Carter a la presidencia, y un rápido viraje a posturas conservadoras, como organizar rezos frente a clínicas donde se practican abortos, la introducción de la oración y la enseñanza de catecismo en escuelas públicas y una férrea oposición a la legalización del matrimonio entre personas de igual sexo.
Es casi obvio apuntar la enorme distancia que la separa de la mencionada «Señora Obama», de la secretaria de Estado Hillary Clinton y -más acá en la geografía- de las presidentes Cristina de Kirchner y Dilma Rousseff.
Entre sus «boutades» más famosas hay dos que todavía se le echan en cara en cada ocasión que sus adversarios tienen la oportunidad de hacerlo. Una es cuando fue fotografiada escondida detrás de unos arbustos en Washington, espiando una manifestación por los derechos de los homosexuales. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, dijo que estaba descansado los pies… La otra, cuando un grupo de mujeres la encaró en un baño en un pueblo de Minnesota para preguntarle por qué se oponía al matrimonio gay, comenzó a gritar que estaban reteniéndola contra su voluntad.
Y en cuanto a la acusación de «bicho raro», la respuesta que le dio a Wallace habla por sí sola: «Tengo 55 años, estoy casada hace 33. No sólo soy abogada: tengo un doctorado en legislación fiscal. Mi esposo y yo criamos cinco hijos y 23 adoptados. Nos dedicamos a la reforma educativa, y fundamos una escuela para chicos en riesgo, y hace cinco años soy miembro del Congreso. Si eso es ser un bicho raro…».
Quienes aspiren a desacreditarla, enfrentarla, confrontar con ella y hasta usar los medios para hacer campaña contra ella ya están avisados: éste no es un té que se cocine con el primer hervor.
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