Hace 37 años moría el líder político que marcó la historia de la Argentina

Hace 37 años moría el líder político que marcó la historia de la Argentina

Por Felix Yapur
Me hice peronista antes que Perón, porque mi padre siempre hablaba del coronel que le había dado el estatuto del peón de campo”, la frase la pronunció días atrás Héctor Larrea y, sin duda, es uno de los miles de ejemplos que sirven para demostrar el significado que tuvo y todavía tiene Juan Domingo Perón, a 37 años de su fallecimiento, en la sociedad argentina.
Perón era coronel cuando comenzaba a dejar sus huellas en los intersticios más profundos de una sociedad que, a mediados del siglo XX, todavía mantenía condiciones de trabajo casi feudales en el campo y de absoluta flexibilización laboral en las ciudades. Los derechos de los trabajadores significaron un eje en su gestión como secretario de Trabajo, lo que le sirvió para llegar a su primera presidencia. En ese contexto de finales de la Segunda Guerra Mundial, Perón elaboró un Plan Quinquenal y comenzó la transformación de aquella vieja estructura económica de la Argentina agroexportadora, para encaminar el país hacia un modelo donde se fomentaba la industria y estimulaba el mercado interno.
Todo ello conformó una serie de pecados, que ofendieron a las corporaciones de esos años, a las clases altas e incluso a la jerarquía eclesial. Nunca se lo perdonaron y mucho menos a su esposa, Eva Duarte.
Tras su derrocamiento, Perón vivió en el exilio durante 18 años. Sin embargo, ni siquiera las persecuciones, las muertes y las prohibiciones de pronunciar hasta su nombre, impidieron que “el General” continúe representando ese modelo político, económico y social que se hacía preciso concretar. Es más, aquellos que lo desterraron no lograron jamás desmontar esa serie de conquistas y políticas que le dieron cuerpo real a la justicia social, y veían cómo año tras año, las nuevas generaciones –que conocían de mentas los años del peronismo real– se sumaban al “luche y vuelve”.
Perón regresó viejo a la Argentina y sin posibilidades de evitar una tercera presidencia. Era otro país, donde las fuerzas juveniles peronistas –enroladas mayoritariamente en Montoneros– disputaban la implementación del “socialismo nacional”, que el propio líder les había prometido. En la vereda de enfrente, la derecha justicialista estaba dispuesta a impedírselo. No abandonarían aquellos privilegios negociados con los poderes fácticos que controlaban el país durante los años de destierro del conductor.
Perón no pudo, no supo y hasta quizá no buscó evitar ese enfrentamiento que se preveía sangriento. Un tema que sin duda seguirá siendo objeto de análisis para historiadores y politólogos. Lo cierto es que durante ese frío y nublado primer día de julio de 1974, Perón muere dejando tras de sí una larga historia de conquistas sociales y aquella maravillosa música que era “la palabra del pueblo argentino”.
Luego, se presentaron los herederos políticos, algunos de los cuales traían en sus espaldas las traiciones ideológicas que el país sufrió en los noventa. Ahora, desde hace ocho años, vuelven a ser realidad aquellas banderas, esos derechos e incluso esas las luchas contra las corporaciones, con las que Perón consiguió hacerse de buena parte del alma de la Argentina.
TIEMPO ARGENTINO