12 Jul Cae el gánster que puso en ridículo al FBI durante 16 años
Entre las muchas llamadas que en estos últimos años recibió el FBI para alertar del paradero de James Bulger (“Whitey”), una recibida en 2006 aseguraba que habían visto al fugitivo más buscado del país en un cine, viendo la película Los infiltrados , de Martin Scorsese. En la cinta, el personaje que interpreta Jack Nicholson está inspirado en el gánster.
Paradójicamente, como si de un guión de película se tratase, fue la devoción por la belleza y la cirugía estética de Catherine Greig, novia de Bulger, la que provocó anteayer la captura de éste, luego de 16 años de infructuosa búsqueda.
“Whitey” (“Blanquito”, por el color de su pelo), de 81 años, protagonizó así un fin de fuga digno de una película, como lo fue todo su historial delictivo.
Según informó el FBI, Bulger, que era buscado por 19 cargos de asesinato cometidos en las décadas de 1970 y 1980, tráfico de drogas, extorsión, blanqueo de dinero y conspiración, fue arrestado en una residencia de Santa Mónica el miércoles por la noche, junto a Greig, días después de que la agencia iniciara una nueva campaña publicitaria para localizar su paradero.
Tras dos décadas de agotadora e insatisfactoria búsqueda, el FBI decidió, hace una semana, cambiar de estrategia y tratar de dar con Bulger a través de su compañera sentimental, de 60 años, cuyos lugares favoritos eran las peluquerías y los salones de belleza.
“Tiene que haber alguien en Estados Unidos o en algún lugar del mundo que conozca a Catherine Greig como vecina, amiga o compañera de trabajo”, rezaba el anuncio de 30 segundos que el FBI emitió en programas televisivos de 14 grandes ciudades donde Bulger y su pareja, de quien se daban varios detalles, habían sido vistos en el pasado.
Higienista dental de profesión, Greig era asidua visitante de los salones de belleza y se había sometido a varias operaciones de cirugía estética. Por eso, el FBI también colocó un anuncio con fotografías de la pareja en peluquerías, centros de estética y clínicas dentales de todo el país.
La peculiar operación funcionó inmediatamente y en menos de una semana las autoridades lograron detener al criminal estadounidense más buscado del país, por quien se ofrecía una recompensa de 2 millones de dólares, la compensación más alta de la historia para un criminal nacional.
“La publicidad reciente produjo una pista que llevó a los agentes a Santa Mónica, donde localizaron tanto a Bulger como a Greig en una residencia”, dijo el agente especial del FBI en Boston Richard DesLauries en un comunicado.
Bulger residía en el último piso del edificio de tres plantas The Princess Eugenia, que cuenta con 28 departamentos, a tres cuadras del océano Pacífico. Sus vecinos dijeron que la pareja pasaba desapercibida.
Una vida cinematográfica
Junto con Stephen Flemmi (“The Rifleman”), Bulger encabezó la pandilla Winter Hill Gang, una organización mafiosa irlandesa que durante 25 años creó un reino de intimidación y homicidio que aterrorizó al sur de Boston.
En 1995, tras ser alertado de que iba ser detenido por el agente retirado John Connolly, que 20 años antes había hecho de Bulger un informante de la policía federal, el gánster se dio a la fuga. Y durante los 16 años siguientes cubrió de vergüenza al FBI.
La incapacidad de la agencia federal para dar con “Whitey” dio lugar a múltiples ironías; una de las últimas fue la del embajador paquistaní en Estados Unidos, Hussain Haqqani, quien dijo con sorna recientemente: “Si «Whitey» Bulger puede vivir durante tanto tiempo sin que la policía de Estados Unidos lo encuentre, ¿por qué no puede Osama ben Laden vivir sin que las autoridades de Paquistán lo sepan?”.
Ese mismo e inútil esfuerzo de las autoridades fue el que atrajo al célebre director Scorsese a crear el film Los infiltrados , en la que Leonardo DiCaprio interpreta a un policía que debe infiltrarse en la mafia que dirige el jefe Frank Costello, el personaje interpretado por Jack Nicholson e inspirado en la vida de Bulger.
En una de las escenas más emblemáticas del film, Costello reconoce que da información al FBI. Pero aclara: “Yo nunca entregué a nadie que no fuera a caer de todas formas”.
LA NACION