11 Jun Películas y sonidos a la luz de la luna
Por Natalia Blanc
Con la proyección de la película argentina El último malón, filmada por Alcides Greca en 1916, comienza hoy a las 21 en los jardines del Museo Pueyrredón, Acassuso, la segunda edición del Festival de Cine y Música de San Isidro, organizado por la Dirección General de Cultura del municipio y la Fundación Cinemateca Argentina. Habrá música en vivo, compuesta especialmente para este film por Santiago Chotsourian. Hasta el sábado 12, se proyectarán siete películas de distintas épocas, temáticas y directores, al aire libre, en espacios históricos de la zona, con la participación de destacados músicos como Ernesto Jodos y Marcelo Katz. Este año habrá, además, una master class sobre Federico Fellini. Un programa apto para todo público y con entrada gratuita.
“El festival fue concebido como una experiencia artística del siglo XXI -explica Eleonora Jaureguiberry, directora general de Cultura de San Isidro-. Cada noche proponemos una joya del cine, en una casa histórica cuyo espíritu sea similar al de la película, y con un músico que desarrolla una partitura, en casi todos los casos original, que tenga que ver con la historia y pueda completar la narración del film. Este año agregamos un menú temático que desarrollamos junto con la escuela de gastronomía Ott, que acompaña el film del día.”
Inspirado en el festival de Bolonia, pero con la particularidad de no parecerse a ningún otro, el ciclo nació con la impronta de realizarse al aire libre en sitios históricos. El trabajo de curaduría tuvo en cuenta tres ejes: las películas, la música y el escenario donde tendrá lugar cada función.
Así, el domingo 6, en los alrededores de la catedral, se podrá ver El jorobado de Notre Dame, de Wallace Worsley, con música para órgano y pequeña orquesta a cargo de Chotsourian. Para el lunes 7, en los jardines de Villa Ocampo, están programados cortos de las vanguardias alemanas, musicalizados por el trío de Marcelo Katz. La noche del martes 8, feriado, está reservada para una apuesta de riesgo: el film soviético El hombre con la cámara (1929), dirigido por Dziga Vertov, con una banda sonora interpretada en vivo por Ensamble Experimental, grupo quededicado al tango en el cine. El miércoles 9, en el cine del Tren de la Costa, se verá Homero Manzi, un poeta en la tormenta, película argentina estrenada este año, con dirección de Eduardo Spagnuolo. Como novedad de esta edición, el italiano Vittorio Boarini, director de la Fundación Fellini, dictará una clase magistral sobre Fellini y los sueños, gratuita y abierta a todo público, en el Paraje de Almas (Ituzaingó 638). “La fundación editó un libro maravilloso con los dibujos que hacía Fellini sobre sus propios sueños, en los que aparecen los personajes de sus films”, agrega Cassinelli.
El viernes 11 será el turno de Charles Chaplin. El pianista Ernesto Jodos musicalizará tres cortos de 1916: Carlitos vagabundo, Carlitos inmigrante y Carlitos patinador, en la plaza Mitre. “El festival termina mirando el río, frente a la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, con un programa relacionado con la mujer: Vanidad, la última película en la que participó Louise Brooks”, comenta Jaureguiberry. “Es un film del año 30, un verdadero melodrama -completa Cassinelli-. Se filmó muda y le agregaron luego la banda de sonido. Nosotros decidimos proyectarla muda, en interacción con DJs de discos de pasta de la década de 1930 y una cantante en vivo.”
Las organizadoras revelan que los colegas de otros festivales del mundo les dicen que su tarea es de locos: “Lo que todos arman para la noche de gala nosotros lo hacemos durante ocho días: preparar los espacios, los equipos e instrumentos musicales, recibir al público y proyectar la película Ahora se nos agregó rogar que no llueva”, enumera Cassinelli. De todos modos, si alguna función llega a suspenderse por mal tiempo, se reprograma para el domingo 13, en el mismo lugar y a la misma hora.
“No hay pochoclo ni efectos especiales. Apostamos a la generación de un clima mágico, a una experiencia irrepetible”, concluye Jaureguiberry. Eso sucedió el año pasado: una noche, la luna apareció, enorme, sobre el río. Todos, públi-• co y músicos, dejaron por un instante de mirar la pantalla para apreciar semejante espectáculo.
LA NACION