La noche VIP

La noche VIP

Por Laura Reina
Son casi las 11 de la noche de un jueves, y Buenos Aires se está armando. ¿Qué hacer? ¿Dónde ir? Hay muchas, muchísimas posibilidades en una ciudad que late al morir la tarde y que ofrece miles de alternativas para diferentes públicos. Pero hay un circuito acotado, pequeño y exclusivo, reservado a unos pocos, a “los invitados especiales”, a los que están en una lista (imaginaria, pero bien real) de gente que tiene acceso irrestricto al mundo más sofisticado y VIP.
En la noche top de Buenos Aires, no se hace cola y se accede por invitación del relacionista público del lugar o por ser parte de la “clientela de siempre”, un derecho al que se llega sólo después de varios años de frecuentar el local. Los días fuertes son los jueves y se puede pagar hasta 1500 dólares por una mesa con un camarero que cuida que la copa esté siempre regada del mejor champagne o del whisky más añejo. El dress code es estricto: fashion elegante. Es decir, bien, bien chic.
Hay dos lugares que se disputan el trono de VIP de la noche porteña. Uno es Club Shampoo, en Recoleta (Quintana 352), que ha sabido reinventarse hace unos tres años, cuando dejó atrás su pasado de cabaret y se convirtió en la disco de lujo de Buenos Aires. El otro es Tequila, una marca registrada de la noche porteña, que logró imponerse a lo largo de los 90 como el reducto glamoroso y fashion de la ciudad y que el año pasado confirmó su lugar cuando volvió a abrir sus puertas frente al río, en la Costanera.
Leo Mateu, conocido relacionista público, director de Red Carpet Agency, la agencia de marketing y relaciones públicas de marcas premium, tiene a su cargo la nueva etapa de Club Shampoo. “Sentíamos que en Buenos Aires faltaba un lugar diferente. Es el club de lujo de Buenos Aires, un lugar íntimo en plena Recoleta, al que vienen extranjeros y gente del barrio que, incluso, llega caminando”, contó Mateu a LA NACION.
Con una onda parisina y un ambientación donde los espejos y los sillones capitoné marcan el estilo de la boîte, el ex cabaret de la calle Quintana no reniega de su pasado. Muy por el contrario, mantiene la esencia. “Esa es una de las claves del éxito de Club Shampoo. Es más, el primer sector que aceptó el lugar fue el de la alta sociedad: a las mujeres les divertía venir a bailar o a tomar una copa a un ex cabaret. Después, lo aceptaron las celebridades, aunque ése no es nuestro público principal”, contó Mateu.
Aunque la entrada cuesta 100 pesos, el portero, que conoce al detalle la clientela habitual, se encarga de franquear el acceso. Apenas 300 personas –la capacidad máxima del lugar– podrán bajar al sótano al que no entran paparazzi y donde se realizan shows y performances teatrales sobre un escenario.
También en Recoleta abrió, a mediados del año pasado, L’Abeille (Arroyo 872), un bar en la zona donde funcionaba la exclusiva disco Mau Mau, que, inmediatamente remite, en la mente de quien entra, a un club neoyorquino, aunque su nombre sea francés. La decoración, a cargo de Javier Iturrioz, tiene mucho dorado y animal print; las mesas son pequeñas y redondas, y las sillas, de un exquisito cuero oscuro simil reptil. La barra, comandada por Sebastián Maggi, es surtida y los bartenders usan saco blanco cruzado al estilo Casablanca.
“L’Abeille nació como un bar de tapas de primer nivel, pero ahora estamos agregando más contenido de restaurante. Incorporamos al chef Fernando Mayoral, que armó una carta con toques de cocina peruana, china y tailandesa, con mucho hincapié en el pescado crudo”, contó el gerente, Guillermo, que anticipó que, en los próximos días, también abrirá una barra de sushi.
La idea del lugar que antes supo albergar una galería de arte es ser sofisticado, pero no pretencioso. Entre los platos que se pueden degustar, está el lenguado con leche de tigre, coco y maníes; atún con hinojos confitados, vieyras al estilo chino, paella de cordero y canelones de pescado y langostinos.
Aunque L’Abeille funciona como bar, los miércoles se organizan fiestas a cargo de Lucio Canievsky, director de Oui PR, agencia de prensa y relaciones públicas, que suelen convocar a los más selecto del show-biz local. Esas noches, el tranquilo bar de la calle Arroyo se transforma en una animada boîte con un público más joven que el habitual.
Con vista al río
Desde que Tequila (Av. Costanera y La Pampa) volvió a abrir sus puertas el año pasado, la Costanera Norte recuperó parte del glamour perdido. “La gente extrañaba el lugar. Mucha de nuestra clientela dejó de salir cuando Tequila cerró, porque no encontraba cómo reemplazarlo”, cuenta a LA NACION una de las encargadas.
Por empezar, hay que decir que Tequila es un lugar de los más exclusivos de Buenos Aires. Allí no entra quien quiere, sino quien puede, y esa restricción es la que lo catapultó –entre otras cosas– a su fama. “Nos manejamos con los clientes de siempre, a los que conocemos. Tequila es un club más que una disco, es un lugar chico, íntimo, que se maneja con clientela fija”, explican en la disco. Claro que hay excepciones: Bono, el cantante de U2, franqueó la entrada, aunque claramente no forma parte de la clientela habitual.
Allí la noche empieza temprano, muchos de los habitués cenan en Gardiner y terminan la velada en Tequila, donde los DJ residentes e históricos, Chiwi Baynaud y Jorge Cesani, animan la velada con los himnos del house comercial.
También en Costanera (Rafael Obligado 4801), Jet Lounge logró imponerse como uno de los lugares más selectos de la noche porteña. Así lo asegura Giovanni Vigliardi, un italiano que vive en Buenos Aires desde hace tres años y armó, junto con otros socios, Argentina Exchange (www.argentinaexchange.com), un emprendimiento que asesora a extranjeros en Buenos Aires, en cuestiones tan variadas como dónde realizar ayuda comunitaria en el país o qué lugares visitar en la noche porteña.
“Jet Lounge es un lugar superexclusivo, al que se accede con invitación y donde una mesa puede venderse a 3000 pesos. Pero no es exagerado. Me ha pasado de ir a otros lugares con extranjeros de mucho nivel y poder adquisitivo y me rebotaron porque, tal vez, no les gustó la cara. Esas cosas no pasan en Europa, allí cuando va gente con dinero te dejan entrar, tenga la cara que tenga”, dijo Vigliardi, que destacó la variedad de opciones nocturnas que hay en la ciudad.
“En cuanto a cantidad, la propuesta de Buenos Aires es excelente, hay opciones todos los días de la semana. Y, en cuanto a calidad, hay muchos lugares interesantes, al mismo nivel de los mejores boliches de Europa.”