22 May Niños hipnotizados por la pantalla
Por Perri Klass
La madre trajo una nota del maestro de la primaria de su hijo: “Querido doctor, creo que este niño debe ser testeado por trastorno de déficit de atención”.
“Está preocupada porque él no puede quedarse sentado en la escuela y hacer los deberes -explica la madre-. Siempre está metiéndose en problemas.”
Pero después, se ilumina: su hijo no puede sufrir ese trastorno, porque puede pasarse horas concentrado jugando a los videojuegos, con lo cual está segura de que no hay ningún problema con su capacidad de concentración.
Esta es una afirmación que he escuchado muchas veces con niños que tienen problemas de atención. A veces, los padres subrayan lo mismo acerca de la TV: mi hijo puede pasarse horas sentado mirando; no puede ser trastorno de déficit de atención e hiperactividad (ADHD, según sus siglas en inglés).
De hecho, la habilidad de un chico de poder concentrarse sólo frente a una pantalla es, en realidad una característica del ADHD. Existen complejas conexiones conductuales y neurológicas que unen las pantallas y la atención, y muchos expertos creen que estos niños sí dedican mayor cantidad de tiempo a jugar con videojuegos y mirar televisión que sus pares.
Pero la fascinación del niño con la pantalla, ¿es causa o efecto de los problemas de atención, o ambos? Es una pregunta complicada que los investigadores están tratando de responder.
“El tipo de concentración que un niño invierte en un videojuego y en la televisión no es el tipo de atención que necesita para prosperar en la escuela o en cualquier otro aspecto de la vida real”, explica Christopher Lucas, profesor asociado de psiquiatría infantil en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. “No logran mantener la atención en ausencia del premio. Sólo lo logran con gratificaciones frecuentes e intermitentes.”
Pueden estar jugando para juntar puntos, o pasar de nivel, pero en el cerebro esto se traduce en un aumento de los neurotransmisores de la dopamina. Los pacientes con ADHD pueden encontrar los videojuegos todavía más gratificantes que los otros niños porque su circuito de recompensa de dopamina puede ser deficiente.
Por lo menos un estudio encontró que cuando los niños con ADHD eran tratados con metilfenidato (Ritalin), que incrementa la presencia de dopamina en el cerebro, pasaban a jugar menos videojuegos. Existen autores que sugirieron que los videojuegos pueden servir como automedicación en estos casos.
Entonces, pasar mucho tiempo frente a la pantalla puede ser una consecuencia del ADHD, pero algunos investigadores temen que pueda ser la causa. Existen estudios que mostraron que estos niños que pasan mayor cantidad de tiempo frente a las pantallas son más dados a desarrollar problemas de atención posteriormente.
En un estudio publicado en 2010 en Pediatrics , se asoció el tiempo que se invierte frente a las pantallas con problemas de atención tanto en niños de edad escolar como también en estudiantes universitarios.
La estimulación que proveen los videojuegos dependen del ritmo, de cuán rápido cambia una escena por minuto, según Dimitri Christakis, pediatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, que estudia la relación entre los infantes y los medios. Si el cerebro infantil se habitúa a ese ritmo y a la alerta extrema que se necesita para seguir respondiendo y ganando, explica, el niño puede, finalmente, “encontrar las realidades mundanas poco estimuladoras”.
Pero un estudio de 2007 de Media Psychology comparó los efectos de mirar televisión en un grupo de pequeños diagnosticados con ADHD, con uno sin diagnosticar. Los investigadores encontraron que las mayores diferencias se debían a factores familiares y ambientales; por ejemplo, si tenían televisores en su dormitorio. El diagnóstico por sí solo no parecía marcar la diferencia. Las conexiones entre ADHD y las pantallas, según concluyeron, eran complejas.
Elizabeth Lorch, profesora de psicología de la Universidad de Kentucky y coautora del estudio, también estudió las habilidades de los niños para entender las historias televisadas. Mientras que los que sufrían ese trastorno podían acordarse de hechos particulares de las historias tan bien como los otros, existía una diferencia para entender la narrativa y separar lo que era importante.
“Por qué sucedió un evento, por qué un personaje hizo algo: allí es cuando la comprensión y la memoria de los pacientes de ADHD tiende a disminuir.”
Su coautor, Richard Milich, profesor de psicología en su misma universidad, sugirió que, además de las implicaciones primarias de este problema en un ámbito académico, este descubrimiento puede ayudar a explicar algunas dificultades sociales.
“Esta incapacidad para ver las relaciones causales pueden afectar este problema social que venimos viendo desde hace 30 años -explica-. Estos niños tienen graves problemas sociales. Tienden a ser rechazados por sus pares.”
Los expertos parecería considerarlo un círculo vicioso: los niños que tienen problemas en su vida social pueden buscar en las pantallas acompañamiento electrónico.
Los chicos cuyo cerebro necesita recompensas neuroquímicas buscan actividades que las provean. Los que tienen problemas sociales pasan más tiempo solos, frente a las pantallas. Los que tienen problemas en la escuela desarrollan magistralmente un mundo virtual. ¿Cuáles son algunos puntos básicos para hacerle frente a este diagnóstico? Que no haya pantallas en el dormitorio; prestar atención al contenido de los juegos, sobre todo, la violencia; poner límites a los tiempos frente a las pantallas y buscar otras maneras de interactuar en la familia.
LA NACION