08 May Descenso al fondo de una neurosis
Por Gerardo Garcia
Como si fuera consciente de la prueba a la que la somete la “novela de tesis” en que se juega su difícil existencia, la protagonista de Abundancia, segunda novela de Mori Ponsowy y ganadora del premio internacional Letra Sur 2010, se pregunta: “¿Se puede elegir acaso? ¿Quién decide en qué tribu nacemos, con qué genes, en qué momento de la historia?”. Tales ideas le fueron inspiradas por su libro de cabecera, A Primate’s Memoir, del neurobiólogo Robert Sapolsky, cuyas investigaciones durante veinte años con una manada de mandriles lo llevaron a la conclusión de que todo comportamiento está determinado por la biología y el entorno y que, por lo tanto, el libre albedrío no existe. Basada en esas premisas, Mori -que lleva en un guiño autobiográfico el nombre de la autora- se pregunta si cambiará alguna vez, si podrá algún día convertirse en la mujer que le gustaría ser.
Escrita en un tono seco y austero, casi despiadado, la novela sigue paso a paso cada movimiento mental de la protagonista. Mori es una muchacha sin demasiadas particularidades que trabaja inventando eslóganes para una empresa de publicidad. Pero esa falta de singularidad es la que la lleva a desarrollar su patología. El mundo de promesas que construye en su trabajo, en el que cada objeto existente lleva adosado el comportamiento y el sentimiento que debe despertar, crea la obligación de ajustarse a los modelos que garantizan la pertenencia social y el éxito. Mori no puede, se siente inadecuada, un fenómeno, una freak. Su ligero exceso de peso, a la sombra de las fotos de modelos famosas que cuelgan en su baño, se transforma en una obsesión que la lleva a una bulimia galopante. Sus bloqueos creativos, tanto en su trabajo como en la novela que intenta escribir en el tiempo libre, se vuelven nefastos a la luz del éxito de Matilde, su envidiada y perfecta compañera, y la arrastran a un desbocado consumo de cocaína. Ese mundo de modelos perfectos a los que adecuarse crea una enfermedad: la neurosis. En la experiencia de ese proceso mental la novela detiene su mirada microscópica: la sensación de inadecuación, de no poder vivir y actuar con normalidad en el mundo; de sentirse dividida entre mente, sentimientos y acciones y no poder controlar ninguno; la sensación de que la mente piensa sola para mortificarla con ideas de fracaso.
En ese viaje al fondo de la psique, Abundancia es implacable y llega hasta la hipérbole grotesca de la humillación sexual y la monstruosidad. Pero esa indagación no es en vano, y el resultado de la dura prueba a la que somete a su personaje es la certeza de que hay un modo de escapar de la propia mente y salir al mundo, al aire, hacia los otros. Contra la inmutabilidad determinista de los mandriles de Sapolsky, es la apertura al mundo lo que define la característica más específicamente humana: la capacidad de cambio.
LA NACION