Saber cómo tomar el pulso ayuda a detectar una peligrosa arritmia

Saber cómo tomar el pulso ayuda a detectar una peligrosa arritmia

 

Por Fabiola Czubaj
La desorganización del ritmo cardíaco (arritmia) predispone a sufrir complicaciones cardiovasculares graves, como el infarto cardíaco y cerebral. Para ayudar a detectarla a tiempo, una organización no gubernamental se propuso lograr que los argentinos aprendamos algo tan sencillo y accesible como tomarnos el pulso.
“Es una medida de prevención muy simple que permite detectar alteraciones eléctricas del corazón para consultar al médico”, señaló el doctor Jorge González Zuelgaray, presidente de la ONG Arrhythmia Alliance Argentina y director del Centro de Arritmias Cardíacas de la UBA.
La arritmia más común es la fibrilación auricular, que ocurre cuando se desorganiza el funcionamiento eléctrico y mecánico de las dos cavidades superiores del corazón (las aurículas). Detectarla es muy importante porque quintuplica el riesgo de tener un accidente cerebrovascular (ACV). “Al haber problemas en la contracción auricular, se pueden formar trombos o coágulos sanguíneos”, precisó el especialista, que también es jefe de Electrofisiología del Sanatorio de la Trinidad de San Isidro.
Si esos coágulos viajan por la sangre hasta el cerebro, pueden obstruir el flujo sanguíneo en algún vaso y provocar un ACV isquémico. De hecho, la fibrilación auricular causa uno de cada seis infartos cerebrales.
Según los datos del Registro Nacional de Accidentes Cerebrovasculares (Renacer), ocho de cada diez ataques son isquémicos y la hipertensión es la causa principal. Le sigue la fibrilación auricular, que afecta a entre el 8 y el 10% de los mayores de 80 y al 4% entre los 70 y los 79 años.
“Sabemos que el principal factor de riesgo modificable del ACV es la hipertensión, que causa el 40% de los infartos cerebrales, pero la fibrilación auricular le sigue en importancia al causar entre el 15 y el 20 por ciento -comentó González Zuelgaray-. Cuando una persona tiene hipertensión, su riesgo de sufrir un ACV se triplica, pero si tiene la arritmia, esa posibilidad se le quintuplica.”
Con la campaña para aprender a tomar el pulso, Arrhythmia Alliance Argentina ( www.arritmias.org.ar )apunta a erradicar en los próximos años un problema que también señalan los datos del Renacer: el 30% de los pacientes que sufren un infarto cerebral por fibrilación auricular ignoran que sufren de esa alteración del ritmo cardíaco, que también causa la muerte súbita.
“Hoy, la toma de conciencia es clave para poder realizar un diagnóstico oportuno”, sostuvo el especialista.
En 2009, el estudio internacional de la iniciativa AF Aware, que reúne a más de 1600 cardiólogos y pacientes de 11 países, demostró que el retraso promedio entre la aparición del primer síntoma de la fibrilación auricular y la consulta médica es de hasta 2,6 años.
Ese síntoma inicial puede ser desde la repentina aparición de una sensación de irritabilidad (o que a algún familiar le llame la atención ese cambio del estado anímico) hasta la pérdida de conocimiento, pasando por la aparición de dolor de pecho (debajo del pezón izquierdo), falta de aire, palpitaciones, mareos y sensación de inestabilidad.
“Lamentablemente -agregó González Zuelgaray-, el ACV es la primera manifestación clínica.” Esto también alcanza al accidente isquémico transitorio (AIT).
Por otro lado, controlar regularmente en la muñeca que el pulso no supere la frecuencia normal permite adelantarse a estos problemas. Según la campaña Conozca su Pulso, esa frecuencia normal en un adulto es de entre 60 y 100 latidos por minuto.
La única condición para tomarse bien el pulso es hacer cinco minutos previos de reposo (ver infografía). Luego del control, lo mejor es anotar en una ficha casera los distintos resultados para entregárselos al médico.
Pero, ¿cuándo hay que buscar ayuda? La recomendación indica hacerlo en dos casos: si el pulso es demasiado rápido o lento, y uno no se siente bien, o si el pulso es claramente irregular, aun cuando uno no sienta molestia alguna. La edad, los remedios, el café, el ejercicio, el estrés y la ansiedad pueden acelerar o enlentecer los latidos.
LA NACION