Juego sucio

Juego sucio

Por Carlos A. Ilardo
Ésta es la crónica de una historia que causa espantos. Sabe de mentiras, traiciones y secretos encriptados; como el best seller de Dan Brown, este Código Da Vinci del ajedrez nace y muere en Francia. La soberbia y la avaricia se aliaron a las nuevas tecnologías para pergeñar la trama.
El pasado 21 de marzo, la Federación Francesa de Ajedrez (FFE) sancionó a tres jugadores como consecuencia de haber violado el código de ética deportiva y dañado la imagen de su seleccionado durante el desarrollo de la Olimpíada de Khanty Mansiysk, en septiembre de 2010. Con las pruebas y evidencias reunidas, el comité disciplinario castigó a Cyrik Marzolo –maestro internacional– con 5 años de suspensión, a Sebastian Feller –gran maestro– con 3 años y otros dos dedicados a la tarea comunitaria de enseñanza del juego, y a Arnaud Hauchard –gran maestro y capitán del equipo– con la inhabilitación de por vida de todo registro como representante o entrenador de la federación francesa de ajedrez.
El tribunal francés demostró que los tres ajedrecistas, valiéndose de la tecnología a través de mensajes de texto (SMS), idearon el artilugio de la transmisión de una fórmula secreta (una cifra encriptada de diez dígitos) conteniendo el mejor movimiento sugerido por el programa comercial Firebird.
Así, Marzolo, desde París, disparaba el mensaje que llegaba al celular de Hauchard, que tras descifrarlo era el encargado de retransmitirlo, mediante posturas y ademanes, a uno de los cuatro integrantes del equipo olímpico francés, la joven estrella Feller.
Con esa sencilla trama, el joven gran maestro Sebastian Feller, de 19 años, ganó la medalla dorada al mejor 4° tablero del certamen; sumó 6 puntos sobre 9 posibles y recibió 5000 euros por su actuación. Francia finalizó 10ª, con 16 puntos y a tres de Ucrania, ganador con 19, entre 149 naciones. La Argentina fue 25ª, con 14.
Joanna Pomian, vicepresidenta de la FFA y compañera de trabajo de Marzolo, descubrió la maniobra cuando en un olvido del empleado (dejó su celular entre los papeles en su escritorio) entró un mensaje desde el teléfono de Hauchard, el capitán del equipo francés, que desde Siberia decía: “Date prisa, manda más jugadas”. Alertada por la sospecha, la dirigente se reunió con otros pares y tras las primeras averiguaciones confirmaron que desde ese celular habían salido 180 SMS con destino a Khanty Mansiysk.
La inteligencia francesa se encargó del resto: descifró los mensajes y comprobó las coincidencias de jugadas entre las realizadas por Feller durante las partidas y las sugerencias del programa comercial de ajedrez. El resto de los integrantes del equipo francés, los maestros Maxime Vachier-Lagrave, Laurent Fressinet, Vladislav Tkachiev y Romain Edouard, que permanecieron ajenos a lo que sucedía a su alrededor, denunciaron a los implicados cuando en enero pasado, en un encuentro casual con Hauchard, éste les confió el secreto de la maniobra. Tras conocerse la decisión del comité disciplinario, los cuatro ajedrecistas apoyaron el dictamen de la federación francesa contra sus compañeros.
Este Código Da Vinci del ajedrez probablemente continúe en los tribunales parisienses; es que, según las normas jurídicas de ese país, los SMS forman parte del secreto postal, con lo cual carecen de fuerza probatoria. Además, el hecho sucedió a más de 3000 kilómetros del territorio francés y, por ende, lejos del alcance de esa ley.
La valiente defensa del fair play por la dirigencia francesa es acaso la mejor muestra para seguir creyendo en la nobleza de este juego que imita los vaivenes de la vida; sabe de jugadas para la memoria y también para el olvido.
LA NACION