¿Cuándo cambiará el ciclo dinástico en China?

¿Cuándo cambiará el ciclo dinástico en China?

Foto: Gianluke

Por David Pilling
Tarde o temprano todas las dinastías, hasta las chinas, llegan a su fin. La dinastía Qin, que marcó el inicio de la China imperial en el año 221 AC, duró cerca de 15 años. Las dinastías Han, Tang, Song, Ming y Qing fueron mucho más largas. Pero también surgieron para luego desaparecer. Lo mismo ocurrirá con la última encarnación dinástica, la República Popular de China, que nació hace 62 años.
Nadie sabe cuándo, o cómo, perderá poder el Partido Comunista. La floreciente riqueza de China y su creciente influencia internacional no auguran una inminente crisis. Teniendo en cuenta su tumultuosa y trágica historia, el gigante oriental está disfrutando sus mejores cien años. Pero el partido comunista mismo se sigue manteniendo muy alerta al más leve indicio de oposición. Su nerviosismo quedó evidenciado la semana pasada cuando tomó fuertes represalias contra los abogados de derechos humanos y contra la “revolución de los jazmines”. Los acontecimientos en Egipto y ahora en Libia no resonaron mucho en China, lo que quedó confirmado con la escasa respuesta que tuvo un llamado online a realizar protestas en ciudades del país.
Pero la violenta y desproporcionada reacción del Estado crea interrogantes. Si realmente no hay interés por una rebelión en China, ¿qué es lo que asusta? Más de 100 abogados y activistas fueron privados de su libertad, según grupos de derechos humanos. Jason NG, un bloguero que vive en Beijing, comparó a las autoridades con “hormigas en un wok caliente”.
¿Qué puede dañar al partido comunista? Su legitimidad, al menos en los últimos treinta años, proviene casi totalmente de su espectacular desempeño económico. Eso hace que su mayor preocupación sea que decaiga la performance de la economía, a lo que le seguiría un fuerte malestar social. Cualquiera diría que con un crecimiento de 10%, se podrían relajar. Pero hay temores subyacentes. Uno es la inflación. El índice de precios al consumidor, que subió 4,9% en enero, se mantuvo obstinadamente por encima de su meta de 4%. Si bien el ritmo se moderó el mes pasado, inquieta el alza persistente en los precios de los alimentos en un país donde la comida representa el 30% del presupuesto familiar promedio.
El gobierno ya antes logró controlar la inflación. Nuevamente está tomando medidas agresivas; subió las tasas de interés tres veces desde octubre.
Otra amenaza inflacionaria proviene de la hinchada oferta monetaria. Pese a los recientes esfuerzos por contener los préstamos, el M2 -que incluye el dinero en circulación y los depósitos bancarios- se expandió 50% en los últimos dos años. Si la economía se desacelera, los bancos podrían quedar expuestos a préstamos con problemas de recupero.
Gran parte del crédito está yendo a infraestructura. El auge de la construcción se está trasladando decididamente hacia el interior del país. Al igual que en docenas de otras ciudades, Zhengzhou, la capital de la pobre provincia de Henan, está repleta de grúas. Un reciente paseo en ascensor dentro de una de sus más elegantes torres revela una ausencia casi total de ocupantes. En la mayoría de los pisos, el hueco del ascensor está bloqueado con tablas de madera.
Se abrió una conexión de tren de alta velocidad entre Zhengzhou y Xi’an, en la provincia de Shaanxi, por lo que se redujo el viaje de seis a dos horas. Sin embargo, el elegante tren deja a sus pasajeros a 18 kilómetros de Xi’an mismo. Se supone que esa ciudad se expandirá hacia la estación. Si ocurre eso, los planificadores de China serán considerados unos genios. Pero si el crecimiento disminuye, esos faraónicos proyectos podrían verse un poco como una ambición. La destitución del ministro ferroviario por supuestas “violaciones disciplinarias” no causa buena impresión.
El partido comunista está hipersensible a los problemas que podrían surgir si se detiene la expansión económica impulsada por el crédito. Probablemente el gobierno garantice el alto crecimiento hasta la transición política de 2012. El avance a 10% cubre numerosos pecados. Pero aún a ese ritmo, no puede esconder los males sociales que aquejan al país: confiscaciones de tierras que son vitales para las finanzas estatales, corrupción y la enorme brecha en la distribución de la riqueza.
Una mujer en Chongqing se quejó de que el ideal que se perseguía con los impuestos -“matar a los ricos, alimentar a los pobres”- fue abandonado por un estado que está consintiendo a su descendencia rica. Un académico comentó: “Creo que más y más gente se da cuenta de que este éxito económico no se puede sostener.” Si eso es cierto, aún con la economía creciendo a toda máquina, imagine qué podría suceder con una desaceleración económica.
EL CRONISTA