29 Apr CLASES MAGISTRALES: El camino hacia el futuro
Por George Soros*
Estamos en un momento de la historia en que el abanico de incertidumbres es insólitamente amplio. Acabamos de atravesar la peor crisis financiera desde la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una Crisis cuantitativamente mucho mayor y cualitativamente distinta de otras crisis financieras. Los únicos términos de comparación relevantes son la burbuja inmobiliaria japonesa, que estalló en 1991. y de la que Japón aún no se ha recuperado, y la Gran Depresión de los años treinta. Lo que distingue a esta crisis de la experiencia japonesa es que esta se circunscribió a un único país; esta crisis ha afectado al mundo entero. Lo que la distingue de la Gran Depresión es que esta vez no se ha permitido que se desmorone el sistema financiero, sino que se le ha puesto en cuidados intensivos.
De hecho, la magnitud del problema del crédito y el endeudamiento que afrontamos hoy en día es aún mayor que en los años treinta. En 1929, el total de los créditos impagados en los Estados Unidos era equivalente al del PIB, y ascendió al 250 en 1932; en el 2008 empezamos con un 365 por ciento -y. este cálculo no tiene en cuenta el uso generalizado de los derivados, que no existía en los años treinta-. Y sin embargo, a pesar de ello, los cuidados intensivos han dado resultado. Apenas un año después de la quiebra de Lehman Brothers, los mercados financieros se han estabilizado, los mercados de acciones han rebotado, y la economía da muestras de recuperación. La gente quiere volver a los negocios como siempre, y pensar en el crac del 2008 como una pesadilla.
Lamento comunicarles que es posible que la recuperación pierda ímpetu, y que incluso le suceda una “doble recesión”, aunque no estoy seguro de si eso sucederá en el 2010 o en el 2011.
Mis puntos de vista no son ni mucho menos únicos, pero están en desacuerdo con el estado de ánimo predominante. Cuanto más dure el cambio de tendencia, más creerá la gente en él, pero, a mi juicio, el estado de ánimo predominante está muy apartado de la realidad. Eso es típico de las situaciones alejadas del equilibrio, donde las percepciones tienden a ir por detrás de la realidad. Para complicar las cosas, el desfase funciona en las dos direcciones. La mayoría de las personas aún no se ha dado cuenta de que esta crisis es distinta de las anteriores, de que estamos al final de una era. Otros -entre los que me incluyo- no hemos conseguido prever el alcance del rebote.
La confusión no se limita a la esfera financiera; se extiende al conjunto de la arena internacional.
Tras el derrumbe del imperio soviético, los Estados Unidos surgieron como la única superpotencia. Ninguna otra potencia, o combinación de potencias, podía desafiar su supremacía. Pero el orden mundial unipolar no arraigó. Cuando el presidente Bush intentó reafirmar la supremacía de los Estados Unidos invadiendo Irak con falsos pretextos, consiguió justo lo contrario de lo que pretendía.
Los Estados Unidos sufrieron un declive vertiginoso en su poder y su influencia. De forma que el desbarajuste en el sistema financiero internacional viene de la mano de una inestabilidad en las relaciones internacionales. El nuevo orden mundial que surgirá al final no estará dominado por los Estados Unidos en la misma medida que lo estaba el antiguo.
Para entender lo que está ocurriendo necesitamos un marco conceptual distinto de aquel al que estamos acostumbrados. La hipótesis del mercado eficiente contempla los mercados financieros de forma aislada, y soslaya completamente la política. Pero eso da una imagen distorsionada. Como he señalado varias veces, tras la mano invisible de los mercados está la mano visible de la política, que establece las reglas y las condiciones en las que funciona el mecanismo de mercado. Mi marco conceptual se refiere a la economía política, no a la economía de mercado como una construcción abstracta que está gobernada por leyes eternamente válidas. Contemplo los mercados financieros como una rama de la historia.
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* EMPRESARIO FINANCIERO, autor de “Mi filosofía”. Editorial Taurus.
(1)- Personaje de una canción infantil, a modo de acertijo (se trata de un huevo que se cae y se hace añicos, y “ni todos los caballos y hombres del rey son capaces de recomponerlo”), que Lewis Carrol incluye en Alicia a través del espejo. (N. del Autor)
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