Arquitectura Fueguina: El arte de la necesidad

Arquitectura Fueguina: El arte de la necesidad

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Tierra del Fuego cuenta con un valioso patrimonio arquitectónico erigido entre las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Del conjunto sobresalen, en Ushuaia, la ex Casa de Gobierno, la Iglesia Parroquial, el famoso penal y la antigua residencia de la familia Ramos. En Río Grande pueden mencionarse La capilla de Nuestra Señora de la Candelaria, las casas de la Misión Salesiana y el ex frigorífico CAP.
Todos estos ejemplos poseen una sencillez vital que refleja la necesidad que tuvieron los pioneros de adaptarse a un territorio inhóspito mediante viviendas que los protegieran de las rigurosidades climáticas.
Triunfó lo práctico y funcional. “Los edificios se construían con sólida estructura de madera de lenga -explica Enrique S. Inda en su artículo LA USHUAIA DE AYER-, de generosa escuadría, firmemente arriostrada para resistir los empujes de repentinos rachones o temporales de viento. Los techos, todos de cinc o hierro galvanizado, como la mayoría de los muros exteriores”.
La piedra sólo se usó en ocasiones para las fundaciones o basamentos, Los ladrillos, salvo unas pocas excepciones, prácticamente no se utilizaron, todo se fabricaba con madera. La mampostería se estrenó para la Cárcel de Reincidentes.
Las cubiertas se diseñaban con ángulos casi agudos y numerosas caídas para facilitar la descarga de la nieve, que asediaba a los pobladores durante inviernos interminables. El calor y la luz del sol debían ser aprovechados al máximo. Por eso la mayoría de las viviendas tenían amplios ventanales orientados en todas direcciones.
Cualquier detalle que pudiera disminuir la pérdida de calor y la condensación se tomó en cuenta. La cocina-comedor se convirtió en un sector fundamental de los hogares: era el ambiente de mayores dimensiones y el más usado. Allí reinaba el artefacto conocido como cocina económica, mientras que cada habitación obtenía su calefacción de estufas de leña hechas de hierro fundido.
Los protagonistas de esta gesta rústica fueron talentosos carpinteros, experimentados cinqueros y decoradores de muy buen gusto. Hoy tras innumerables inviernos, y a pesar de la nieve, la lluvia y el viento- sus nobles construcciones siguen en pie, tan firmes y bellas como el día en que se habitaron por primera vez.