14 Mar Para la historia: Orpen y Pure prize, quedaron 1º y 2º en 2010
Por Gustavo S. González
Orpen y Pure Prize acaban de producir uno de esos hechos que se dan de vez en cuando. En los últimos tiempos hay un solo antecedente de dos padrillos de un mismo haras que terminen en la cima de la estadística en una temporada. En 2006, Mutakddim y Southern Halo son el recuerdo más fresco. Pero Carampangue no es La Quebrada en cuanto a volumen.
Ignacio Pavlovsky (h.), director de la cabaña de origen chileno, resalta el dato: “Es una cosa que se da rara vez y menos aún en un haras chico. Joaquín Barros [propietario del establecimiento] consultó con el jefe del Stud Book de Chile, que le aseguró que allí nunca había ocurrido”.
Claro que lo de “chico” está relativizado: Orpen y Pure Prize llegan por el sistema de shuttle a sendos sindicatos que forman varios haras, encabezados por Carampangue. Santa Inés, La Providencia, Orilla del Monte, San Benito y Santa María de Araras, en el caso del primero, que actúa en Francia en la temporada del hemisferio norte.
“Con Orpen tuve mucha suerte para traerlo. Ya teníamos a Pure Prize y empezaba a decaer la fertilidad de Candy Stripes. Nos lo ofrecen cuando ya tenía una hija ganadora de Grupo 3; pertenecía a Coolmore entonces, pero estaba en un haras satelital de ellos”, cuenta Pavlovsky sobre el hijo de Lure. Y pensar que este último no preñaba.
“Si tuviera que elegir un tipo de yegua para Orpen sería una de buen hueso, sin importar tanto el tamaño, porque él tiende a dar despegado”, explica el veterinario, y recuerda uno de los buenos productos del padrillo, La Jolla. “La combinación suya con Southern Halo es letal”, remarca luego, y da los ejemplos de Malpensa y Quartier Latin. “Creo que en 2010 sirvió 35 yeguas con esa línea”.
La lista de servicios de Orpen en el último invierno apabulla: Qué Felicidad, Savoir Bien, Noche Oscura, Salsa Inglesa, Sorpresa y Media, Kalath Wells, Miss Atorranta, Bartola, Doña Polenta, Ivory Tower, Magnetic Eyes y las madres de Interaction, Life of Victory, Lingote de Oro, Fuego e Hierro, European, Cocoa Beach, Don Valiente, Enak, son algunas de las que están preñadas por el padre de Lingote de Oro y Malpensa.
En Pure Prize se unen Carampangue, La Manija, La Providencia, Santa María de Araras, La Biznaga, Santa Inés y San Benito. “Vinery [de Kentucky] tiene 29 acciones y el grupo sudamericano, 11”, detalla Pavlovsky. “Empezó en Vinery y el mismo año vino acá. Nos gustó el físico y el pedigree; era como traer un hijo de Andre Agassi y Steffi Graf”, agrega, sonriendo. Storm Cat y la clásica Heavenly Prize (Seeking the Gold) son esos remedos de tenistas ilustres.
“En la pista fue entre 6 y 7 puntos, corriendo en la milla, 1800, pasto y arena. La segunda madre es por Nijinsky, en una familia con campeones de fondo, velocistas y un pool genético impresionante. Y de físico es bárbaro, una bestia”.
No puede ser más gráfico el criador, que característiza el mating: “Hay que darle yeguas correctas, porque él tiene rodillas «muy Storm Cat»; en cambio tiene las mejores patas, fuertes. Mirá la mecánica, el pecho”. Pavlovsky observa un televisor en Palermo. Justo acaba de ganar un hijo de Pure Prize. “Ya da excelente con el inbreeding de sexos opuestos; por ejemplo, Mr. Prospector aparece en su línea materna, con la paterna de la yegua. Es el caso de Fuego e Hierro y Ollagua.” Entre las madres servidas por Pure Prize en 2010 están Krysia, Tap, Carlinha, Mia Serenata, Batty Dualidad, Whiskola y Patagonia Vieja.
El hecho de que sean buenos viajeros (“es importante el asistente que se traslade con ellos”) y estén en manos de “un grupo de socios con extraordinarias estructuras y profesionales de primera”, hace al éxito de Orpen y Pure Prize, según el veterinario. “Es una suerte que den milleros, ligeros, yeguas y machos, arena y césped”, apunta para resaltar ese elemento como afortunado para la causa.
Los dos son parte importante en el destino que tomó Carampangue en los últimos años. “Allí hay solamente 40 yeguas. Cuando trajimos a Candy Stripes había 20 y era socio en Roy”. Barros cerró su haras en el sur de Chile y trajo toda su estructura a San Antonio de Areco. No parece haber sido una mala decisión. Por de pronto, puede mostrar un hito del cual enorgullecerse. Por mucho tiempo.
LA NACION