11 Mar La amenaza de los carteles de la droga de México al continente
Por Roberto García Moritán
Ex vicencanciller de la República Argentina. Analista internacional
La lucha en México contra los carteles de la droga es cada día más dramática y ha costado la vida de 35 mil personas. Solo en febrero se registran más de 500 muertes. Las características del conflicto amenaza con extenderse al sur y de hecho existen evidencias graves en algunos países de América Central y el Caribe. Ese cuadro de situación se encuentra entre las principales preocupaciones de seguridad de Estados Unidos tal como lo ha reflejado recientemente el Subsecretario del Ejercito del Departamento de Defensa, Joseph Westphal, al calificar a los narcotraficantes mexicanos como insurgentes. El término utilizado tiene implicancias políticas y permite concluir que para Estados Unidos la lucha contra el crimen organizado y cuestiones conexas, en particular el narcotráfico, es en América Latina y el Caribe comparable, en términos de prioridades, con la guerra contra el terrorismo en otras latitudes geográficas.
De hecho las llamadas nuevas amenazas a la seguridad internacional consideradas por Naciones Unidas ubican en el mismo reglón a ambos conceptos. Ya diversas autoridades de Estados Unidos habían indicado que la situación en México guarda similitud a la insurgencia en Afganistán o Irak. La misma Secretario de Estado, Hillary Clinton, había señalado que la situación en México hoy es igual a Colombia hace algunas décadas cuando los carteles de la droga controlaban parte del país.
Mas allá del juicio que merezcan estas apreciaciones, lo conceptos ponen en evidencia, entre otras cuestiones, que América Latina y el Caribe se estarían convirtiendo en el epicentro de un complejo escenario donde ya existe interpretación variada sobre las formas, métodos y estrategias para mejor encarar este flagelo. Las diferencias de enfoque, podrían tener serias implicancias políticas y ser motivo de discrepancias regionales. Las divergencias suscitadas en torno a las bases de Estados Unidos en Colombia es un ejemplo que se puede repetir.
Al no existir una visión regional uniforme, las políticas para enfrentar el crimen organizado son encaradas por cada país en el marco de sus propias circunstancias y perspectivas nacionales. Brasil, por ejemplo, como en el caso mexicano, optó en las favelas de Rio de Janeiro por una combinación entre las fuerzas armadas y las de seguridad para arrinconar a narcotraficantes. El tiempo permitirá evaluar las implicancias de esa decisión.
La agenda de la próxima vista del Presidente de Estados Unidos ha Brasil prevé un recorrido por una de esas favelas en una señal que no debería pasar desapercibida. Es probable que el termómetro que para Washington mida el grado del relacionamiento bilateral sea, en un futuro inmediato, la convicción con que cada país de la región encare la lucha contra el crimen organizado y cuestiones conexas.
EL CRONISTA