Las grandes ciudades alteran la salud mental de sus habitantes

Las grandes ciudades alteran la salud mental de sus habitantes

Por Tesy De Biase
Vivir con la irrupción de ruidos, las aglomeraciones, la invasión del espacio personal, las dificultades para circular, los apuros, el aislamiento emocional en medio de multitudes y la falta de ámbitos naturales relajantes es un pésimo factor de riesgo para todo el abecedario psicopatológico. Desde la depresión hasta las múltiples variantes de los trastornos de ansiedad se multiplican en las ciudades, en proporción directa con el nivel de urbanización.
Distintos estudios científicos confirman esa afirmación. El más reciente es un estudio que engloba los resultados de estudios precedentes y sus cuyas conclusiones son terminantes: la urbanización está asociada con la salud mental. “La prevalencia de trastornos psiquiátricos fue significativamente más alta en áreas urbanas que en zonas rurales”, concluyó el equipo del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad VU de Amsterdam y del Instituto de Salud Mental y Adicciones de Utrecht. Las poblaciones estudiadas provenían de España, Italia, Alemania, Gran Bretaña, Países Bajos, Bélgica, Irlanda, Noruega, Finlandia, Canadá y Estados Unidos.
Una de las investigaciones anteriores más originales para desnudar el costado psicopatológico de la vida urbana dividió los lugares de residencia en cinco categorías según su densidad demográfica. Esta estratificación permitió escalonar los hallazgos: a mayor densidad de población, mayores fueron los índices de enfermedades mentales, con tendencia, además, a ser más complicados, pues se combinan diferentes patologías.
“La categoría de mayor urbanización presentó una tasa de prevalencia de uno o más trastornos psiquiátricos un 77% superior a la categoría de menor urbanización. La distinción entre cinco categorías de urbanización reveló que para la depresión y los trastornos de ansiedad hay una tendencia lineal que indica una creciente prevalencia de enfermedades que coinciden con el grado de urbanización.”
¿En qué medida las conclusiones de estas investigaciones centradas en el Primer Mundo son aplicables al resto del planeta? Aunque admite que la asociación entre carga demográfica y psicopatología todavía está bajo la lupa del análisis científico y que esta debería considerar las particularidades de cada población, el doctor Facundo Manes, director de Neurociencias de la Fundación Favaloro, entiende que el fenómeno es global. De hecho, los factores enfermantes de las metrópolis desarrolladas están presentes en todas grandes concentraciones urbanas. Y la Argentina no es una excepción.
El titular de la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, licenciado Yago Di Nella, confirma que las megaciudades argentinas concentran los peores indicadores de patología mental, y señala el aislamiento social propio de las urbanizaciones en que prevalecen edificios, que no facilitan el encuentro con los otros, como un factor psicógeno.
Ecopsicología
Los nuevos analistas del fenómeno ambiental en su vertiente psicológica son ecopsicólogos, que estudian cómo la arquitectura condiciona las conductas. Uno de los postulados inaugurales de esta nueva disciplina o especialidad es, justamente, la recuperación del medio natural como factor de salud. Distintos trabajos han analizado los beneficios de estar en contacto con la naturaleza, aunque más no sea el efecto oasis que ofrece una plaza en medio del cemento.
Sin embargo, al parecer, no alcanza con sumar verde. “El aislamiento vincular de las grandes ciudades es uno de los factores con mayor poder psicopatogénico”, comenta el licenciado Di Nella.
Una investigación publicada en British Journal of Psychiatry indagó a 4,4 millones de suecos durante dos años y halló índices de depresión un 43% superiores en ciudades grandes que en pequeñas poblaciones. Su hipótesis es que la falta de redes sociales es lo que explica por qué la salud mental es más lábil en las zonas más urbanizadas.
A partir de estos ejes, Di Nella propone tomar en cuenta la salud mental en los planes de urbanización, incluso espacios verdes con actividades recreativas y expresivas que apunten a la inclusión social.
Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad de Essex en el Reino Unido confirmó que la realización de actividad física en un medio natural es capaz de mejorar la autoestima y el estado de ánimo. La llamada vitamina G (por green), es una fórmula recomendable para recuperar los cerebros acorralados por el estrés urbano, factor que, en términos del licenciado Fernando Torrente, jefe de Psicoterapia del Instituto de Neurología Cognitiva, “puede actuar como un fuerte factor de desestabilización”.
Lo curioso es que los científicos británicos, probablemente acostumbrados al tiempo triste y brumoso, calcularon la dosis mínima de vitamina verde indispensable para motorizar sus beneficios: cinco minutos diarios de actividad en un espacio verde serían suficiente estímulo psicoambiental para neutralizar, al menos parcialmente, la amenazante psicopatología urbana.
LA NACION