Una fábula actual: cuando las cigarras se ríen de las hormigas

Una fábula actual: cuando las cigarras se ríen de las hormigas

Por MARTIN WOLF
Todo el mundo en occidente conoce la fábula de la cigarra y la hormiga. La cigarra es perezosa y canta todo el verano, mientras que la hormiga apila provisiones para el invierno. Cuando llega el frío, la cigarra le ruega a la hormiga por alimentos. La hormiga se niega y la cigarra muere de hambre. ¿La moraleja de esta historia? La ociosidad trae carencias.
Sin embargo, la vida es más compleja que en la fábula de Esopo. Hoy en día, las hormigas son alemanes, chinos y japoneses, mientras que las cigarras son estadounidenses, británicos, griegos, irlandeses y españoles. Las hormigas producen productos atractivos que las cigarras desean comprar. La última pregunta si la primera quiere algo a cambio. “No”, replican las hormigas. “No tienen nada que queramos, a excepción, quizá, de un lugar junto al mar. Les prestaremos el dinero. Así, ustedes disfrutan de nuestros bienes y nosotros acumulamos provisiones”.
Hormigas y cigarras son felices. Como son frugales y cautas, las hormigas depositan sus ingresos excedentes en bancos supuestamente seguros, que lo prestan a las cigarras. Estas, a su vez, ya no necesitan producir bienes, ya que las hormigas los proveen muy barato. Pero las hormigas no les venden casas, centros comerciales u oficinas. Así que las cigarras fabrican eso, en cambio. Incluso piden a las hormigas que vengan a hacer el trabajo. Las cigarras descubren que con todo el dinero que entra, sube el precio de la tierra. Así que se endeudan más, construyen más y gastan más.
Las hormigas ven la prosperidad en las colonias de cigarras y dicen a sus banqueros: “Préstenle más a las cigarras, porque las hormigas no queremos pedir prestado”. Las hormigas son mucho mejor en la fabricación de productos reales que en la evaluación de los financieros. Así que las cigarras descubren astutas maneras de envasar sus préstamos cigarras en activos atractivos para los bancos de las hormigas.
Resulta que el nido de hormigas alemán está muy cerca de algunas pequeñas colonias de cigarras. Las hormigas alemanas dicen: “Seamos amigos. ¿Por qué no usamos todos la misma moneda? Pero, primero, tienen que prometer que se comportarán como hormigas para siempre”. Así que las cigarras tienen que pasar una prueba: comportarse como hormigas por algunos años. Las cigarras lo hacen y se les permite adoptar la moneda europea.
Todo el mundo vive feliz, por un tiempo. Las hormigas alemanas miran sus préstamos a las cigarras y se sienten ricos. Mientras tanto, en las colonias de cigarras, los gobiernos revisan sus saludables cuentas y dicen: “Miren, somos mejores que las hormigas en respetar las normas fiscales”. A las hormigas les parece vergonzoso. Así que no dicen nada sobre el hecho de que los salarios y los precios están aumentando rápidamente en las colonias de cigarras, encareciendo sus productos y disminuyendo la carga real de interés, incentivando aún más los préstamos y la construcción.
Las sabias hormigas alemanas insisten, sombríamente, que “los árboles no crecen hasta el cielo”. Los precios de la tierra por fin tocan techo en las colonias de saltamontes. Los bancos de las hormigas se ponen nerviosos y piden la devolución de su dinero. Así que las cigarras deudoras se ven obligadas a vender. Esto crea una cadena de quiebras. También se detiene la construcción en las colonias de cigarras y el gasto de las cigarras en bienes hormiga. Desaparecen empleos tanto en las colonias de cigarras como en los nidos de hormigas y los déficit fiscales se disparan, sobre todo en las colonias de cigarras.
Las hormigas alemanas se dan cuenta de que sus almacenes de riqueza no tienen mucho valor ya que las cigarras no pueden darles nada que quieran, a excepción de casas baratas al sol. Los bancos de las hormigas tienen que pasar a pérdida los préstamos incobrables o bien persuadir a los gobiernos de hormigas de dar aún más dinero a las colonias de cigarras. Los gobiernos de las hormigas temen admitir que han permitido que sus bancos perdieran el dinero de las hormigas. Así que prefieren la segunda opción, llamada “rescate”. Mientras tanto, piden a los gobiernos de las cigarras que suban los impuestos y reduzcan el gasto. Ahora, dicen, de verdad deben comportarse como hormigas. Así que las colonias de cigarras entran en una profunda recesión. Pero las cigarras todavía no pueden hacer nada que las hormigas quieran comprar, porque no saben cómo hacerlo. Como las cigarras ya no pueden pedir prestado, para comprar bienes de las hormigas, se mueren de hambre. Las hormigas alemanas finalmente amortizan sus préstamos a las cigarras. Pero, habiendo aprendido muy poco de esta experiencia, venden sus productos, a cambio de más deuda, en otros lugares.
En realidad, en el resto del mundo hay otros nidos de hormigas. Asia, en particular, está lleno de ellos. Hay un nido rico, como Alemania, llamado Japón. También hay un nido enorme, pero más pobre, llamado China. Ellos también quieren hacerse ricos con la venta de mercancías a las cigarras a precios bajos y acumulando títulos de deuda sobre las colonias de cigarras. El nido chino incluso fija el precio de su moneda en el exterior a un nivel que garantice la baratura extrema de sus bienes. Afortunadamente, para los asiáticos, o eso parece, hay una colonia de cigarras muy grande y excepcionalmente trabajadora, llamada Estados Unidos. De hecho, la única forma en que uno sabría que es una colonia de cigarras es que su lema es: “En comprar creemos”. Los nidos de Asia desarrollan con Estados Unidos una relación similar a la de Alemania con sus vecinos. Las hormigas de Asia acumulan montones de deuda de cigarra y se sienten ricas.
Sin embargo, hay una diferencia. Cuando el golpe llega a Estados Unidos y los hogares dejan de endeudarse y de gastar y el déficit fiscal estalla, el gobierno no se dice: “Esto es peligroso, tenemos que recortar el gasto”. En cambio, dice: “Hay que gastar todavía más, para mantener la economía en movimiento”. Así que el déficit fiscal se vuelve enorme.
Esto pone nerviosos a los asiáticos. Así que el líder del nido de China le dice a Estados Unidos: “Nosotros, sus acreedores, insistimos en que dejen de endeudarse, tal como están haciendo las cigarras europeas”. El líder de la colonia americana se ríe: “No les pedimos que nos prestaran ese dinero. De hecho, les dijimos que era una tontería. Vamos a asegurarnos de que las cigarras estadounidenses tengan trabajo. Si no nos quieren prestar dinero, aumenten el precio de su moneda. Entonces fabricaremos lo que solíamos comprar y ya no tendrán que prestarnos”. Así, Estados Unidos enseña a sus acreedores una lección de un sabio muerto: “Si usted le debe al banco u$s 100, usted tiene un problema. Pero si le debe u$s 100 millones, es el banco el que tiene el problema”.
El líder chino no quiere admitir que el enorme montón de deuda estadounidense de su nido no va a valer lo que costó. Los chinos también quieren seguir haciendo productos baratos para los extranjeros. China decide comprar aún más deuda estadounidense, después de todo. Pero, décadas después, los chinos finalmente dicen a los estadounidenses: “Ahora nos gustaría que nos proporcionaran bienes a cambio de su deuda con nosotros”. Acto seguido, la cigarra norteamericana se ríe y rápidamente reduce el valor de la deuda. Las hormigas pierden el valor de sus ahorros y algunos de ellos mueren de hambre.
¿Cuál es la moraleja de esta fábula? Si desea acumular la riqueza duradera, no preste a las cigarras.
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