El mito del Potro Bragado

El mito del Potro Bragado

Foto: elobservadormarco.blogspot.com

Por Pablo Domini
Protagonista de numerosos relatos y mitos, el caballo también es el eje de atractivas historias en nuestras tierras. La geografía pampeana fue el terreno perfecto para la expansión de los equinos traídos por la conquista europea, y la imagen de tropillas salvajes galopando por la llanura sureña se erigió desde entonces como bella metáfora de la libertad. Entre tantas, una leyenda que sobresale es la del Potro Bragado, que participa del origen del nombre de la localidad del noroeste de Buenos Aires y contiene una conmovedora demostración de orgullo y rebeldía.
La historia que llegó hasta estos días y, como toda leyenda, mezcla mito y verdad, tuvo origen en la segunda mitad del siglo XVIII con la laguna bragadense como escenario. Allí se dejaba ver un potro de gran tamaño y magnética belleza. El animal iba muy seguido en busca de agua y pronto se transformó en objeto de deseo de paisanos, aborígenes -pampas y ranqueles, entre otros- y soldados que patrullaban la zona. Además de su espíritu profundamente salvaje, a este potro de pelaje colorado requemado -o “sangre de toro” por lo oscuro y profundo del color- lo distinguía una marca que lucía en el cuerpo: una extensa braga de color blanco que recorría su vientre.
La leyenda cuenta que fue creciendo la fama del animal a fuerza de reiterados y fallidos intentos de apresarlo o domarlo. Pronto la admiración y el deseo de poseerlo se transformaron en obsesión y el acecho se volvió cada vez más exhaustivo. Así comenzó a cerrarse un círculo fatal sobre el destino del misterioso potro.
El día del juicio finalmente llegó, pero el bragado tenía guardada una última jugada. Acorralado por un grupo de paisanos armados con boleadoras, llegó hasta el extremo de una barranca sobre la laguna. Sin camino de salida y ante la inminencia de su captura, el instinto le dictó una decisión trágica, que podría pensarse impropia del comportamiento animal: de un salto se arrojó por el precipicio, en caída mortal hacia el agua. Según la historia, fue en ese momento cuando se bautizó a la laguna con el nombre de Bragado, honor que luego siguió a la ciudad fundada en su orilla por el coronel Eugenio del Busto.
“Potro Bragado, como nosotros, preferís la muerte antes que perder tu libertad”, es la frase que soltó uno de los frustrados captores, según la leyenda. Y aquí parece estar el corazón de la historia, el que justifica el mito del Potro Bragado en la pampa fértil que un siglo después fue manchada de sangre por las campañas de conquista territorial y exterminio del indio. Se unen también los espíritus indómitos del potro suicida y del gaucho, el ícono del malogrado rebelde de las pampas que inmortalizó el “Martín Fierro”.
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