28 Nov Analizan una misteriosa escultura jesuítica colonial
Gabriel Stekolschik
Fabricada en la primera mitad del siglo XVIII en una misión jesuítica del Paraguay, podría ser una más entre las tantas imágenes que se conocen del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Sin embargo, la escultura de madera de tamaño natural que se exhibe en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata presenta peculiaridades.
Para empezar, a la obra alegórica le faltaría uno de los elementos del conjunto. “El Espíritu Santo podría haberse perdido”, considera la doctora en historia del arte Gabriela Siracusano, investigadora del Conicet en el Centro de Conservación e Investigación de la Universidad Nacional de San Martín. “Pero llama la atención que la imagen se pueda separar en dos partes. Y no parece que estuviera cortada, sino más bien, ensamblada”, agrega.
Tras señalar que “Dios Padre está vestido como papa”, un aspecto particular para la iconografía de la Trinidad, la historiadora reconoce que lo que atrajo particularmente su interés fue la posición del brazo derecho de ambas figuras. “Habitualmente, la mano derecha del Padre está dando la bendición, pero aquí parecería que ambos brazos derechos están sosteniendo un cetro, que pudo haberse perdido”, conjetura.
Para tratar de armar el rompecabezas, Siracusano rastreó en la iconografía de aquel tiempo y encontró algunas pistas. “Era una época en la que estaba todo muy normado y en la que el artista no podía hacer lo que se le daba la gana. Pero dentro del ámbito jesuítico hubo cierto momento en que se produjo un rebrote del arrianismo, una secta que, entre otras cosas, pone en duda la divinidad del hijo. Entonces, comienzan a aparecer algunas representaciones controvertidas ?cuenta?, pero las que encontré durante la investigación estaban en papel o en piedra.”
Ahora, los resultados de un trabajo científico, financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y por la UBA, que será publicado en la revista International Biodeterioration & Biodegradation, agregan más interrogantes.
“Esperábamos que la base de preparación fuera de yeso, como habíamos encontrado en otras esculturas provenientes de la misma misión jesuítica. Pero para nuestra sorpresa, en lugar de yeso es de calcita, que es algo totalmente distinto”, revela la doctora Marta Maier, investigadora del Conicet en el Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Fceyn) de la UBA. “Los manuales de la misión sólo mencionan el yeso, pero es posible que la técnica con calcita haya sido introducida por jesuitas provenientes de Baviera, donde el uso de esta sustancia era habitual”, apunta Siracusano.
El análisis de los pigmentos también mostró un resultado particular: “Encontramos Tierra Verde”, comunica Maier. “Es la primera vez que se identifica este pigmento en una obra del arte colonial, y no hay ninguna fuente que señale que se haya utilizado en el arte jesuítico”, completa Siracusano.
Las esculturas religiosas suelen ser fabricadas para su veneración y, por lo tanto, son tocadas frecuentemente por sus devotos. Esto lleva a que sean repintadas para mantenerlas en buen estado de conservación. “Esta es una de las pocas esculturas jesuíticas que no han sido repintadas, lo cual la hace ideal para el estudio de sus materiales originales”, agrega.
El estudio publicado también abarcó el análisis del tipo de madera y de las causas del proceso de degradación. “Pudimos determinar que la obra fue realizada con madera de cedro misionero y que el patrón de alteración corresponde a lo que se llama «pudrición blanda», que en este caso está siendo ocasionada por dos hongos”, explica.
Según Alejandra Fazio, del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Fceyn: “Hay que colocar la obra en una sala con aire acondicionado y pasarle regularmente un trapo seco”.
En el Museo, los secretos que guarda la misteriosa reliquia jesuítica podrían esfumarse en poco tiempo: “La escultura está en un pasillo donde la tocan todos los visitantes y donde el calor, la luz y la humedad contribuyen a su paulatina destrucción”, advierten.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, UBA