22 Oct Lograron clonar un caballo criollo
Por Nora Bär
Aunque tiene nombre de acentos gauchescos (el del más característico de los árboles entrerrianos, que se usa para postes de luz y alambrados, leña y carbón), BS Ñandubay Bicentenario, el primer clon equino viable de América latina, encarna el poderío de la ciencia de avanzada y ofrece una prueba de concepto de que la asociación entre la empresa privada y el ámbito académico brinda frutos valiosos.
Este potrillito juguetón de ojos negros que retoza en Kawell, un centro de excelencia en salud equina de la provincia de Buenos Aires, fue presentado ayer en la feria Biolatina, que cada dos años reúne a los actores más importantes de la región en este rubro, y acaba de convertir a la Argentina en miembro de un club de elite que sólo integran otros tres socios: Estados Unidos, Italia y Canadá.
“Una vez más, esto es el resultado de un trabajo conjunto entre una empresa, BioSidus, y el sistema público, la Facultad de Agronomía [Fauba] y el Conicet”, se enorgulleció el licenciado Marcelo Argüelles, presidente de la compañía que creó el “tambo farmacéutico” de vacas transgénicas con capacidad de producir fármacos en su leche.
BS Ñandubay nació el 4 de agosto último, pero fue concebido once meses antes en el Laboratorio de Biotecnología Animal de la Fauba, dirigido por Daniel Salamone, a partir del material genético procedente de un ejemplar laureado de raza criolla, Ñandubay.
Allí, las células de piel aportadas por el animal adulto fueron cultivadas por tres jóvenes investigadores ?el veterinario Andrés Gambini, del Conicet; Javier Jarazo y Ramiro Olivera? y luego fusionadas con un óvulo al que previamente se le había extraído el núcleo.
En ese momento comenzó la parte decisiva de la operación, ya que las dificultades técnicas obligaron al equipo de científicos a poner en práctica soluciones innovadoras.
“De todas las especies con las que trabajamos, la equina es la que presenta más dificultades”, contó Salamone.
“Por ejemplo ?coincidió Gandini?, el número de óvulos que puede obtenerse es limitado. Colectamos pocos ovocitos y en cada etapa nos vamos quedando con menos material. También cuesta mucho más «desnudarlos», quitarles la cápsula que los recubre. Y hay un proceso muy crítico, que se da cuando el ovocito y la célula adulta ya están fusionados, y hay que darles un estímulo para que se dispare el desarrollo embrionario. Esta «activación» se produce más fácilmente en bovinos que en equinos. De hecho, tuvimos que recurrir a nuevos trucos que nos permitieron lograr una activación suficientemente alta como para obtener embriones.”
En particular, los científicos emplearon una técnica de clonación diferente de todo lo que se usa rutinariamente en el mundo.
“Para conseguir un buen porcentaje de preñeces ?explicó Salamone?, inicialmente transferíamos muchos embriones. Pero vimos que el equino no resiste bien las preñeces dobles o triples. Entonces, desarrollamos una técnica en la que fusionamos dos o tres embriones tempranos. Se «pegan» entre sí y a posteriori se desarrollan en conjunto.”
Este recurso tecnológico les permitió a los científicos obtener mejores tasas de preñez (un 75% con embriones triples, 50% con dobles y 30% con embriones unitarios) y evitar problemas durante la gestación.
“Al comienzo, los embriones no se comportan como individuos ?contó Salamone?, lo que nos permite fusionarlos. Nosotros los llamamos «superembriones» y estimamos que parte del éxito de este proyecto se debió a esta innovación.”
De hecho, un poco por suerte y otro poco por obra y mérito de esta estrategia, la que dio a luz a BS Ñandubay Bicentenario, fue la primera yegua preñada por el equipo de la Fauba .
“Esto es la continuidad de un proyecto cuya plataforma tecnológica comenzó con bovinos transgénicos y que hoy se prolonga con un clon equino, una especie muy querida en la Argentina ?dijo el doctor Marcelo Criscuolo, director ejecutivo de BioSidus?. Esta técnica permitirá preservar el capital genético de ejemplares de muy buen desempeño, por ejemplo, en el polo o el salto, pero que carecen de capacidad reproductiva debido a castración u otros motivos.”
“La asociación entre la universidad y la empresa no es fácil de conseguir, no es algo instantáneo ?concluyó el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, que participó de la presentación?. Exige una continuidad. Y en este caso lo digo a partir de mi propia experiencia. Me acuerdo de cuando a principios de los noventa, con Daniel [Salamone], intentábamos hacer fertilización de ovinos. Todavía no había clonación ni células madre, y todo esto parecía ciencia ficción. Pero así como se necesitó continuidad del Estado, también se requirió la continuidad de la empresa, que en nuestro país es tanto o más difícil que la de las políticas públicas. Por eso, este clon tiene un valor más allá de sí mismo como símbolo de un país innovador, que domina la tecnología. Es algo para festejar y un hito que marca rumbos. Una especie de postal del futuro.”
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