La última derrota de Bill Gates

La última derrota de Bill Gates

Por Sonia Abadi, Médica Psicoanalista

Como viene demostrando la nueva ciencia de las redes, tanto las epidemias como las actividades marginales responden a leyes precisas de difusión, densidad y expansión. La propagación de las enfermedades y las redes del tráfico y el delito son por eso las más difíciles de desarticular desde las estructuras institucionales formales.
Esto es lo que le está pasando a Bill Gates con su costosa campaña para erradicar la poliomielitis. En el Wall Street Journal, el artículo “Bill Gates fomenta un cambio de táctica en la lucha mundial contra la poliomielitis”, aparecen los desalentadores resultados de su campaña. Allí dice que cuando llegó a la OMS fue recibido con la noticia de que la enfermedad estaba expandiéndose de nuevo en África a pesar de su donación de u$s 700 millones para tratar de erradicarla. El artículo remarca que constituye un revés para la nueva carrera del fundador de Microsoft, (ahora filántropo de tiempo completo). El texto dice que las organizaciones que luchan contra la polio, (como la OMS y la Unicef), anunciarán una reestructuración radical de su estrategia para resolver las debilidades del programa con una mejora el método vertical básico del programa que añade una estrategia horizontal. El artículo relata que hace 30 años la campaña contra la viruela se hizo del modo vertical, dando excelentes resultados, pero que hoy las epidemias se propagan de manera diferente y una campaña al estilo de entonces ha quedado obsoleta.
El problema es que, buscando el prestigio, el rédito o simplemente la fama, los grandes donantes siempre prefirieron estrategias y objetivos lineales, “verticales”, que daban resultados rápidamente visibles y mensurables estadísticamente. Siempre es gratificante ver el éxito en el corto plazo, aunque a veces implique desentenderse de los verdaderos resultados que sólo se pueden ver con el tiempo y en ámbitos diversos.
Por el contrario, en la estrategia “horizontal”, en red, no es tan fácil medir y exhibir los resultados, ya que son expansivos, a largo plazo y no “lucen” rápidamente en las estadísticas.
En el escenario en red en que vivimos, donde se hace evidente la interconexión de todos los sistemas vivos, tendremos que aceptar que ya no se puede ayudar en forma fragmentaria. Hay que hacerlo con una visión del otro como una totalidad: mente cuerpo vínculos cultura. No hay campaña de salud exitosa si no se resuelven temas como el agua potable, los hábitos de higiene, la nutrición.
Hoy la dinámica de las redes complejas demostró que todas las redes vivas responden a las mismas leyes de funcionamiento (epidemias, las campañas de marketing, la ecología). También para el funcionamiento de las neuronas y el modo en que pensamos. El efecto Red aparece en la interacción e interpenetración de los diferentes fenómenos y nos lleva a necesitar de un pensamiento complejo y transdisciplinario, un Pensamiento en Red.
En “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” que le fuera encargado por la Unesco, Edgar Morin afirma: “La educación del futuro se ve confrontada a este problema universal, ya que existe una inadecuación cada vez más amplia, profunda y grave entre, por un lado, nuestros saberes desarticulados, parcelados y compartimentados y, por el otro, las realidades o problemas cada vez más polidisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales, planetarios…”
Lo inquietante es la fuerza que conservan los paradigmas lineales en la mente de un creativo, pionero, hombre de redes. Si esto es así para Bill Gates, ¿cómo no entender las feroces resistencias de las estructuras lineales, verticales y jerárquicas, en la escuela, la universidad y las empresas? Esquemas mentales arcaicos y estructuras fosilizadas resisten a las corrientes de cambio que los nuevos escenarios nos reclaman. Y si bien vislumbramos a cada paso que las cosas ya no son como antes, seguimos refugiándonos temerosos debajo de los escritorios, hasta que la realidad nos muestre irrefutablemente que el mundo está interconectado, que se enreda y desenreda, y que la lógica lineal ya no alcanza, que hay que pensar en red para ser protagonistas y no víctimas de los nuevos escenarios.

http://www.cronista.com/notas/235812-la-ultima-derrota-bill-gates

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