23 Jul Pingazos en rodeo ajeno
Por Manuel Parera (Revista Apertura)
La argentina exportó caballos por más de U$S 30 millones en 2009 y se consolida como uno de los principales productores del mundo
La historia hípica en la Argentina viene de larga data. Los españoles introdujeron los caballos en las Pampas, lo que dio origen a la raza criolla. Hoy el país se ubica entre los 10 con mayor stock de equinos en el mundo y es el cuarto productor mundial de caballos de carrera, con 8000 por año. En total, las actividades hípicas generan un movimiento superior a los U$S 800 millones anuales, lo que representa un 5 por ciento del producto bruto agropecuario y emplea a 70.000 personas de manera directa y a 110.000 en forma indirecta, según datos de la Coordinación de Actividades Hípicas del Ministerio de Agricultura de la Nación. “La industria, en general, muestra una tendencia de crecimiento, con la característica de estar compuesta por muchos actores y actividades”, destaca Patricio Digilio, coordinador del área. Los más de 2.7 millones de caballos vivos que hay en el país se dividen en caballos de carreras, de equitación (prueba completa, salto, adiestramiento), polo, pato y otras actividades como las jineteadas o pruebas de rienda. Además de los caballos de trabajo o de paseo.
Si bien es una actividad con alta tradición familiar, emparentada con un hobby o una pasión, encuentra su veta de negocio, sobre todo, en los caballos deportivos de exportación. En 2009, se vendieron al exterior 4476 caballos por un valor de U$S 30.2 millones, algo menos que en 2008, aunque mayor que en 2007, cuando se exportaron 5005 ejemplares, por U$S 24.4 millones. “La exportación creció en montos porque, antes, no se declaraban los valores reales a los que se vendían los caballos. Hace cuatro o cinco años, se dictaron resoluciones en las que, dependiendo del valor del caballo, hay un precio mínimo para liquidar impuestos”, explica José María Nelson, socio del Estudio Hope, Duggan & Silva y criador y propietario de caballos de carrera. Concretamente, se establecieron retenciones del 10 por ciento a la exportación. “La caída del último año tiene que ver con la crisis internacional. En 2010, recuperaremos lo que se vendió en 2008 (casi 5500 productos)”, pronostica Digilio.
Entre las razas más demandadas en el exterior, se encuentran caballos de polo, pura sangre de carrera, reproductores de criollos, reproductores de árabes y de silla argentino (para salto).
“En el turf, hay dos etapas: previa al debut en las pistas, sin domar, que son los que menos se exportan; y, luego, los que se venden con entrenamiento, con más valor a medida que se cotizan”, explica Enrique Delger, director comercial de Haras Firmamento. Por ejemplo, un ganador de un clásico puede cotizar en la amplia franja de U$S 100.000 a U$S 1 millón, según su edad, pedigree y campaña. Desde hace 30 años, el haras se especializa en la cría de caballos de carrera (su titular es Juan Carlos Bagó, dueño del laboratorio homónimo), con un plantel de 250 yeguas madres y una producción anual de 160 a 170 productos. En 2009, ganó la estadística de productores, con 199 ganadores en 308 carreras, y un total de $12.6 millones en premios. Atrás quedaron el haras La Quebrada, de la familia Ceriani (con $11.8 millones); la Biznaga, de la familia Blaquier ($7.1 millones); y El Paraíso, con $6.8 millones. En total, los hipódromos (Palermo, San Isidro y La Plata, a la cabeza) mueven un volumen cercano a los $600 millones anuales.