100 años de la insulina: salvó la vida de millones, pero ahora el reto es reemplazar la inyección

100 años de la insulina: salvó la vida de millones, pero ahora el reto es reemplazar la inyección

Por Penélope Canonico
La diabetes es una enfermedad por la que el organismo no es capaz de procesar la glucosa apropiadamente. Se caracteriza por presentar niveles altos de azúcar en sangre (glucemia), que pueden dañar las arterias y algunos órganos. Hay dos tipos de diabetes distintos.
“En la del tipo 1, la célula pancreática ya no produce insulina, una hormona que permite que el azúcar en la sangre (glucosa) pase a las células, por lo que el paciente debe recibirla de manera inyectable para poder sobrevivir. En cambio, en la del tipo 2, el páncreas produce grandes cantidades de insulina, pero hay una resistencia para recibirla a través de los tejidos”, le explica a Clarín Soraya Battaiola Vitar, médica endocrinóloga y especialista en diabetes en el Centro Mautalen.
Hasta 1921, el diagnóstico de la diabetes de tipo 1 era una especie de sentencia de muerte para quienes la padecían. El panorama cambió con experiencias pioneras en animales y humanos. Científicos de la Universidad de Toronto lograron prolongar la vida de una perra diabética, conocida en la historia como Marjorie, mediante la administración de un extracto de páncreas (insulina) parcialmente purificado. Se cumple un siglo.
Poco tiempo después de la observación de los efectos benéficos, se lograron preparaciones de insulina más puras y así, se aplicó con éxito en personas con diabetes tipo 1. Leonard Thompson, un adolescente de 14 años, recibió la primera inyección de insulina purificada para humanos como tratamiento para la diabetes, el 11 de enero de 1922.
“Desde ese momento, la diabetes tipo 1 pasó de ser una enfermedad que provocaba la muerte en escasas semanas a una condición crónica capaz de ser controlada. La insulina permite que la glucosa pueda ser aprovechada como fuente de energía para las células de los tejidos del cuerpo y que su exceso se almacene en el hígado”, le comenta a Clarín Marcelo Perone, investigador del Conicet y miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes.
La Federación Internacional de Diabetes estima que a nivel mundial el 9,3% de adultos de entre 20 y 79 años la padecen. Se pronostica que, para 2045, habrá 736 millones de personas con diabetes en el mundo. Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), en la Argentina, la prevalencia de pacientes con glucemia elevada ronda el 12,7% y se estima que la mitad desconoce su condición. El porcentaje se traduce en más de 3,5 millones de individuos que conviven con esta patología.
“Se la interpreta como una pandemia no infecciosa porque la prevalencia de diabetes aumentó en las últimas décadas. Más del 50% de una consulta endocrinológica es por diabetes y la mayoría es causada por la de tipo 2”, señala Battaiola Vitar.

100 años de historia
Estudios de laboratorio en la “Fundación Marjorie para la investigación en Diabetes”.
“Las referencias más antiguas sobre la diabetes tienen 3.500 años, aproximadamente”, comienza explicando Perone y sintetiza los 100 años de historia de la insulina en una serie de momentos clave:
• 1921: la administración de insulina revirtió la hiperglucemia (alta concentración de azúcar en sangre) de la cachorra Marjorie. Los protagonistas de este descubrimiento fueron Frederick Banting y su asistente Charles Best.
• 1922: el paciente con diabetes tipo 1, Leonard Thompson, fue la primera persona tratada con este tipo de extracto que mejoró su estado clínico general.
• 1923: se extendió el uso y la producción comercial de insulina en el mundo gracias a la colaboración de la Universidad de Toronto con la compañía farmacéutica Eli Lilly, que permitió el tratamiento de millones de pacientes. Durante el mismo año, comenzó el desarrollo de la diabetología en Argentina.
• 1930: se diseñaron insulinas con actividad prolongada. Estas formas de acción fueron accesibles en la década del ‘40 y a mediados de los ’50 fueron mejoradas.
• 1955: el norteamericano Sanger describió la secuencia de aminoácidos de la insulina por primera vez, lo que permitió reemplazar la insulina purificada de animales por una sintética humana de mayor pureza. El descubrimiento le valió el Premio Nobel de Química en 1958.
A fines de los ’70 y principios de los ’80, el advenimiento de la tecnología de ADN recombinante permitió producir insulina a gran escala. “Para lograr que la insulina administrada actúe de manera similar a la producida por el propio páncreas (endógena), se crearon unas de rápida acción para ser usadas durante las comidas y otras de acción más prolongada para intervalos entre ingestas”, dice.
“Así, en los ’90 se aprobó el uso de un análogo de insulina (insulina lispro) y, en el 2000 otro de larga acción (insulina glargina)”, concluye Perone.

El futuro y los próximos retos
Inyectarse insulina se ha convertido en un hábito rudimentario y sencillo para miles de personas. La evolución tecnológica permitió tratamientos y modos de aplicación cada vez más ajustados, amables y menos incómodos, mejorando la calidad de vida de los pacientes con diabetes tipo 1. Sin embargo, hasta el día de hoy solo puede administrarse de forma subcutánea.
“Lamentablemente, no existe todavía un óptimo reemplazo de la insulina endógena/fisiológica. Con una constante inversión científica se lograrán avances que continúen mejorando la calidad de vida de los pacientes con diabetes. Por mencionar algunos, el trasplante de islotes pancreáticos podría acercar a la cura cuando se logre eliminar el requerimiento de inmunosupresión”, evalúa Perone para definir los alcances de un siglo de historia con sus luces y sombras.

Investigación en diabetes
Con el objetivo de buscar soluciones para los pacientes diabéticos, en 2018 un grupo de profesionales de la salud y ciudadanos comprometidos con el tema crearon la “Fundación Marjorie para la investigación en Diabetes”.
“Nos interesa encontrar una solución a la diabetes ya que es una enfermedad metabólica muy frecuente y de alto costo socio-económico en nuestro país. Con el propósito de agradecer y homenajear a Marjorie y a todos los otros perros que con su sacrificio ayudaron al descubrimiento de la insulina decidimos denominar la fundación como Marjorie”, cuenta Perone quien también es miembro fundador y presidente de FuMDiab y profesor de Bioquímica en la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.
Entre sus principales objetivos, se destaca la promoción de la educación, divulgación y concientización de la población general sobre la enfermedad. También, la estimulación de transferencia tecnológica y el financiamiento de subsidios para la investigación científica orientada a su tratamiento, cura, y/o prevención.
CLARIN