Tom Brady, el súper héroe del fútbol americano que le gana hasta al paso del tiempo

Tom Brady

Tom Brady, el súper héroe del fútbol americano que le gana hasta al paso del tiempo

Cuando el reloj del Raymond James Stadium marcaba que quedaban apenas unos veinte segundos de juego y el triunfo de los Tampa Bay Buccaneers ante los Kansas City Chiefs ya era un hecho, los ojos de todos los fanáticos presentes en el estadio -y de quienes seguían el partido por televisión- comenzaron a buscarlo a él. Y lo encontraron con una gran sonrisa en el rostro, abrazando a sus compañeros y recibiendo las felicitaciones de sus rivales. Él, Tom Brady, fue el gran protagonista del Super Bowl LV, en el que conquistó su séptimo título en la NFL y cosechó además su quinto trofeo de MVP. Todo a los 43 años. Él, el súper héroe del fútbol americano que le sigue ganando al paso del tiempo y el domingo escribió un nuevo capítulo en una carrera legendaria, que lo coloca entre los mejores deportistas de todos los tiempos.

Muchos podrán discutir que, al ser el fútbol americano un deporte que se practica solo en Estados Unidos, lo conseguido por el quarterback californiano no puede compararse con lo que hizo en su momento Muhammad Ali sobre un ring, Michael Jordan con la camiseta de los Bulls de la NBA, Michael Schumacher a bordo de un monoplaza de la Fórmula 1 o con los logros de Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic con una raqueta de tenis, por nombrar solo algunos de los atletas que suelen colarse en la discusión sobre quién es el mejor de la historia.

Tendrán quizás algo de razón. Pero los números y las estadísticas de la carrera de Brady impresionan de todas maneras y dejan en claro que el estadounidense es un distinto, un elegido, uno de esos deportistas que trascienden su disciplina.

El mismo Federer, que algo sabe de desafiar el paso del tiempo, destacó en un mensaje que publicó en Instagram: “Qué logro tan inspirador, Tom. La edad es solo un número”.

Las estadísticas de su carrera son un reflejo de la longevidad de Brady. El californiano es el primer jugador de la historia en ganar tres Super Bowls en tres décadas diferentes.

El primero lo consiguió en 2001, cuando en su primera temporada como titular en la NFL llevó a New England Patriots a imponerse en el Super Bowl XXXVI. Con ese equipo conquistó luego los títulos en 2003, 2004, 2014, 2016 y 2018; y jugó también las finales en 2007, 2011 y 2017. Y se transformó en una estrella.

Consolidado como uno de los mejores jugadores de la historia de la NFL, en marzo pasado apostó por un cambio. Dejó la comodidad de New England y se mudó a Florida, para ponerse la camiseta de los Bucs, que hacía 13 años que no llegaban a los playoffs y habían ganado solo un campeonato, en 2002.

Su inesperada y cuestionada mudanza fue vista por muchos especialistas como un retiro anticipado. Pocos -por no decir nadie- esperaban que volviera a disputar un Super Bowl. Pero Brady aprovechó su talento, la potencia y precisión de su brazo y la experiencia acumulada en 21 años de carrera para transformar al modesto equipo de Florida en el nuevo campeón.

Con el triunfo del domingo, el californiano sumó su séptimo trofeo Vince Lombardi. Ahora no solo es el jugador que más veces lo consiguió; tiene más títulos que cualquiera de las 32 franquicias de la liga. Los Patriots, a quienes llevó a conquistar seis trofeos, y los Pittsburgh Steelers, con el mismo número de campeonatos, son los más ganadores.

Brady se convirtió además en el segundo jugador en conquistar un Super Bowl con dos equipos diferentes. El primero fue Peyton Manning, que ganó en 2006 con Indianápolis y en 2015 con Denver.

Además consiguió su quinto premio de MVP de la final, que se había llevado previamente en 2002, 2004, 2015 y 2017. Así dejó atrás a LeBron James (que fue el Jugador Más Valioso en las finales de la NBA en cuatro ocasiones) y quedó a solo uno de la marca récord de Jordan, en esa estadística que compara a las disciplinas más populares en su país.

Y a los 43 años y 188 días, fue el primer atleta de más de 40 años en recibir ese reconocimiento en cualquiera de las cuatro grandes ligas del deporte estadounidense: la NFL, la NBA, la NHL (hockey sobre hielo) o la Major League Béisbol.

Una carrera impresionante por donde se la mire. Y eso que el fútbol americano no fue su primer deporte -llegó a ser drafteado por el equipo de béisbol Montreal Expos, por entonces miembro de la MLB- y que cuando quiso probar suerte en la NFL, su físico y su escasa velocidad de piernas no llamaron la atención de los equipos y fue elegido recién en la 199ª posición del Draft de 2000.

Pero él fue paciente y cuando, tras una temporada en el banco de los Patriots, en 2001 una grave lesión de Drew Bledsoe lo acercó a la titularidad, no desaprovechó la oportunidad. El resto es historia.

El domingo, el californiano jugó su décimo Super Bowl -lleva disputados casi la mitad (el 48 por ciento) de los que se celebraron desde su llegada a la liga-, volvió a demostrar su longevidad y ratificó que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo el mejor quarterback de la NFL y uno de los grandes dominadores de su disciplina. Todo eso sin contar que es un poderoso imán para las publicidades. Por lo que hace en la cancha. Y por ser considerado el estadounidense ideal, exitoso y familiero -está casado con la súper modelo Gisele Bündchen, con quien tienen dos hijos, además de otro mayor que tuvo con la actriz Bridget Moynahan-.

Incansable, inoxidable e insaciable, minutos después de gritar campeón ya estaba pensando en el futuro. Y cuando le preguntaron si regresaría la próxima temporada para buscar su octavo trofeo y agigantar su leyenda, no lo dudó y aseguró: “Volveré”.

CLARIN