Tendencia preocupante. Qué es TERIA, un trastorno alimentario que aumenta entre los chicos

Tendencia preocupante. Qué es TERIA, un trastorno alimentario que aumenta entre los chicos

Por Vanesa López

 

No le gusta ninguna verdura. Solo come pollo. Ni se le ocurre probar el queso. A estos chicos solemos decirles “caprichosos”, “inapetentes” o “quisquillosos con las comidas”. Pero, en realidad, podemos estar ante un caso de TERIA. La sigla significa Trastorno por Evitación o Restricción de la Ingesta de Alimentos. Suele presentarse en niños pequeños y persistir hasta la edad adulta si no tienen tratamiento adecuado.

Su definición es bastante nueva. Antes, estos casos eran diagnosticados como “neofobias”. Recién en 2013 fueron clasificados en el DSM-5 (manual de la Asociación Americana de Psiquiatría) como TERIA y figuran dentro de los Trastornos de la Conducta Alimentaria.

¿Qué tan común es? Para la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) se trata de “una entidad frecuente en la práctica clínica”.

En un artículo publicado en 2020, la SEPEAP detalló que los trastornos de la alimentación clínicamente significativos tienen un rango de prevalencia entre el 5 y el 25% en niños y jóvenes. De estos, entre el 12 y 14% corresponden a casos de TERIA.

En nuestro país están en ascenso. “En la actualidad, hay un aumento en todas las presentaciones de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, también en TERIA”, confirma a Clarín Olga Ricciardi, fundadora y directora del Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios (CEDA).

La psicóloga agrega que cambió el rango etario de los consultantes, “con la presencia de niños en tratamientos en nuestra Institución desde los 4 años”. Y detalla que tanto varones como mujeres presentan el trastorno.

Los chicos con TERIA limitan su dieta a unos 10 alimentos, dice Ricciardi. Aunque aclara que no sólo se trata de cantidad, sino también de una selección sensorial: rechazan algo (sin aceptar probarlo) por su color, textura, volumen o forma.

Las verduras, las frutas, la carne, la leche y el queso son los alimentos que, con mayor frecuencia, suelen evitar los chicos con TERIA. En muchos casos, los pacientes dejan de alimentarse por completo. Y manifiestan miedo a las consecuencias al comer, como atragantarse, tener vómitos o malestar gastrointestinal.

Para María Laura Santellán, especialista en trastornos de la conducta alimentaria y docente de la Licenciatura en Psicología de la Universidad ISALUD, este problema se detecta a tiempo siempre y cuando padres y madres no normalicen que el niño no introduzca nuevos alimentos.

Y agrega que, en general, el rechazo está basado en la textura, el sabor y el olor. “Estos niños presentan una sensibilidad mayor a estos elementos, dados por sus sentidos del olfato y del gusto”, describe la especialista.

¿Cómo diferenciarlo de un “capricho”? “Tal como la pregunta lo formula, ‘un’ capricho es uno, es ocasional. En ese caso puede tener que ver con alguna situación de malestar momentáneo”, compara Ricciardi.

Otro detalle. Cuando un chico tiene “caprichos alimentarios”, por lo general, su apetito, la ingesta general de alimentos, y su crecimiento son normales. Pero con el TERIA no. “Cuando de modo repentino, en un lapso breve de tiempo, se verifica que un niño o niña se niega a comer alguna categoría de alimentos y refiere que la causa es el color, la textura, la forma, el aroma y la negativa está causada en cuestiones sensoriales o temor a vomitar o atragantarse, habría que realizar un diagnóstico porque puede tratarse de TERIA”, sigue Ricciardi.

También es importante diferenciarlo del gusto. “Una cosa es no gustar y otra cosa es no poder comerlo”, dice Santellán. Y agrega: “No es lo mismo un niño que no le gusta algún tipo de alimento que un niño que rechaza sistemáticamente alimentos variados por su textura o por su olor”.

A diferencia de otros trastornos como la bulimia o la anorexia, quien sufre un TERIA no busca adelgazar. Sin embargo, el trastorno puede generar un descenso de peso importante, así como deficiencias nutricionales que pueden acarrear problemas de salud.

El tratamiento consiste en una rehabilitación alimentaria. Poco a poco, los chicos van teniendo una exposición progresiva a estos alimentos. No es fácil, porque hay que aproximarlo a algo que le tiene miedo y rechazo. Esto lo pueden hacer los padres, pero necesitan la ayuda de un un nutricionista, un pediatra y un terapeuta. Para Ricciardi, es importante que los padres no den señales de enojo frente al síntoma y, mucho menos, impongan un castigo por la negativa a comer.

 

CLARÍN