Hunt y Sheene, los playboys que descontrolaron el deporte motor

Hunt y Sheene, los playboys que descontrolaron el deporte motor

Vivieron a fondo. La velocidad los atrajo desde muy chicos. Y no tardaron en convertirse en ídolos por su manejo y porque representaban todo aquello que los hombres querían tener: dinero, éxito y mujeres.
James Hunt y Barry Sheene nacieron en Inglaterra, coincidieron en el deporte motor de la década del ’70 -y lo revolucionaron- y en 1976 se transformaron en los últimos pilotos de su país que se consagraron simultáneamente campeones del Mundial de Fórmula 1 y de Motociclismo (Moto GP), respectivamente. También compartieron el glamour de casarse con súper modelos y la desgracia de morirse demasiado jóvenes.
Se criaron, en cambio, en ambientes distintos. Mientras que el padre de Sheene era motociclista y mecánico por lo que pronto comenzó a manejar motos de baja cilindrada en el jardín trasero de su casa, el nacido el 29 de agosto de 1947 en una familia acomodada de un pueblo del sur de Londres rechazó el deseo familiar de que fuera médico y se movió en trabajos informales para comprarse su primer auto de carrera.
Su estilo de conducción también los diferenció del resto; temerarios e intrépidos, parecían estar hechos a prueba de accidentes en el mundo motor mortal de aquellos años. De hecho, el campeón de Moto GP en 1976 y 1977 terminó su carrera con 67 huesos rotos. En tanto que el ganador del título de la Fórmula 1 en el recordado año del terrible accidente de Niki Lauda solía vomitar en el box antes de los Grandes Premios y cuentan sus mecánicos más cercanos que en la formación de la largada el auto solía moverse por el nerviosismo con el que vivía cada previa. “Es cierto pero no porque tuviera miedo del riesgo que iba a correr como la gente sugería, sino por el miedo a fracasar, a no rendir en la carrera”, explicó en una ocasión.
Eso, sin embargo, no se notaba en el show que montaban durante cada fin de semana de carrera. Cercanos a los periodistas y acostumbrados a ser portada en los principales diarios sensacionalistas británicos por sus affaires y sus conductas marcadas por el exceso de alcohol y el uso de algunas drogas, la muerte los atrapó jóvenes aunque lejos de las pistas: Hunt sufrió un infarto a los 45 y Sheene murió a las 52 producto de un cáncer de estómago.
Barry Sheene es considerado la primera súper estrella del motociclismo. De hecho, convirtió al número 7 en su marca registrada y ni aún cuando fue bicampeón mundial eligió ponerle el 1 a su moto. Su casco también tenía una impronta particular, con un Pato Donald en la parte frontal y un agujero a la altura de la boca para poder pitar el último cigarrillo instantes antes de la largada, vicio que compartía con Hunt, quien fumaba unos 40 al día.
El último campeón británico de los 500cc del Mundial de Motociclismo siempre se imaginó como piloto. A los 15 años abandonó el colegio y siguió el designio familiar transformándose en mecánico, mientras que en 1970 debutó mundialmente en el Gran Premio de España con una Suzuki de 125cc.Tenía apenas 23 años cuando en 1974 arrancó en la categoría reina, donde obtuvo su primer triunfo al año siguiente y su primer título apenas dos temporadas después.
Para entonces ya era un buen amigo de James Hunt, quien había aprovechado el accidente de Lauda para recortar la ventaja del de Ferrari en el campeonato y soñar con su primer título en su debut con el McLaren, tras un inicio impactante aunque accidentado en el derrochador equipo Hesketh, que gastaba en cada competencia los mismos litros de combustible que de champagne en el paddock.
Cuenta la leyenda que en la previa del consagratorio Gran Premio de Japón, del 24 de octubre de 1976, Hunt y Sheene armaron un descontrol de sexo y alcohol. Mientras que el primero llegó directamente desde Estados Unidos, donde se había disputado la penúltima carrera del Mundial de F1, el otro voló después de una carrera sin su futura esposa, Stephanie McLean, quien volvió a casa con el trofeo.
Juntos se instalaron en el Tokyo Hilton, el mismo hotel en el que se alojaban las azafatas de British Airways para su descanso de 24 horas entre vuelo y vuelo. En el documental “When Playboys Ruled the World” (“Cuando los playboys dominaban el mundo”, disponible en inglés en YouTube) aseguran que Hunt bajaba al lobby, se presentaba y las invitaba a fiestas en su habitación, mientras que en Shunt, su biografía no autorizada, Tom Rubython escribió que seis minutos antes de subirse al auto a correr Patrick Headlo vio con el buzo antiflama a la altura de los tobillos mientras una japonesa le practicaba sexo oral.
Aunque nunca dejó de ser un soltero codiciado y un hombre deseado por su físico y su largo pelo rubio, Hunt sorprendió al casarse en 1974 apenas semanas después de conocer a la bella actriz Suzy Miller y tras terminar su segunda temporada en la Fórmula 1. El lord Alexander Hesketh, el dueño del equipo, se hizo cargo de los gastos de una boda a la que el inglés llegó borracho y se mostró ausente, como en el resto de su breve matrimonio.
En la segunda carrera del calendario de 1976, en Sudáfrica, Hunt recibió el llamado del actor Richard Burton quien le ofreció un millón de dólares para que firmara los papeles del divorcio con Miller para que él pudiera casarse con ella. La respuesta del otro lado del teléfono lo sorprendió: “Tranquilo, Richard, me hacés un favor maravilloso, te llevás la cuenta de gastos más alarmante de todo el país”.
Hasta 1979, año en el que se despidió de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Mónaco, no tuvo una pareja estable aunque sí muchas mujeres hermosas a su alrededor. Pese a su perfil de mujeriego -aseguró haber tenido sexo con 5.000, recibió el carnet de socio honorario del Playboy Club y en su buzo antiflama tenía bordada la frase “SEXO- Desayuno de campeones”-, volvió a casarse.
Con Sarah Lomax estuvo cinco años y tuvo dos hijos (Tom y Freddie) que se convirtieron en el pilar de su vida. Y por eso cuando perdió su custodia, lo atrapó la depresión. De ella lo sacó otra mujer, Helen Dyson, que tenía la mitad de su edad y a la que le propuso matrimonio unas horas antes de sufrir un infarto masivo, el 15 de junio de 1993, a los 45 años.
“El padre que conocí era muy diferente del hombre que el mundo conoció. Él se pasaba muchas horas con mi hermano Freddie y conmigo. Lo perdimos joven y me entristece que a medida que pasan los años considero que fue el mejor papá de todos”, reconoció Tom, que junto a su hermano y su mamá hicieron de extras en la película Rush, que recreó la rivalidad de Hunt y Lauda que terminó en el título de 1976.
Pese a su éxito también entre los patrocinadores, Hunt terminó en la quiebra económica, según él mismo confesó cuando ya era comentarista de automovilismo en la BBC. Ese fue un trabajo que al principio no se tomó muy en serio, ya que incluso bebió dos botellas de vino durante su primera transmisión con Murray Walker, su dupla durante 13 años. “Luchó contra demonios: el alcohol y las drogas”, reveló su hermano, David Hunt.
Sheene, en cambio, fue cuidadoso de su dinero y un hombre de -una vez casado- una sola mujer. Su matrimonio con Stephanie, una modelo que saltó a la fama en la revista Penthouse y se popularizó en una publicidad del perfume Old Spice, se concretó en 1984, generó dos hijos (Freddie y Sidonie) y se prolongó hasta la muerte de el motociclista, el 10 de marzo de 2003 en Australia.
Aunque se lo llevó un cáncer de estómago del que no quiso operarse, el londinense podría haber encontrado la muerte mucho antes y sobre la moto. En 1975, mientras grababan un documental sobre su vida, se accidentó durante una pruebas en la pista de Daytona que lo dejó con múltiples fracturas (rotura de clavícula, brazo y costillas, entre otras) de las que se recuperó sorprendentemente en siete semanas.
El otro choque ocurrió en 1982 y propició su retiro dos temporadas después. Ocurrió durante las prácticas del Gran Premio de Gran Bretaña en Silverstone. Por como quedó la Yamaha, muchos pensaron que había muerto pero sobrevivió y las radiografías con los tornillos en sus piernas fueron a la tapa de los diarios. Aunque volvió a competir, ya no fue el mismo.
CLARIN