Prince: los misterios que aún perduran a un año de su muerte

Prince: los misterios que aún perduran a un año de su muerte

Por Ben Sisario,Sheila M. Eldred y Serge F. Kovaleski
La muerte de Prince y las circunstancias que llevaron a encontrarlo tirado en el piso del ascensor de su enorme residencia privada, Paisley Park, en las afueras de Minneapolis, siguen siendo uno de los grandes misterios recientes de la cultura pop norteamericana.
¿Cómo llegó a sus manos el fentanilo, ese potente opioide que lo mató, según el forense, a causa de una sobredosis accidental? ¿Cómo hizo Prince, que tenía 57 años, para ocultar tan hábilmente la que parece haber sido su adicción a los analgésicos? ¿Alguien tiene alguna cuota de responsabilidad en su deceso?
Tratándose de la muerte de una celebridad de tan alto perfil, es sorprendente que las respuestas hasta el momento hayan sido tan escasas. Muchos de sus amigos siguen sin entender cómo un hombre que había adoptado un estilo de vida sano, una dieta vegetariana y que evitaba la marihuana y el alcohol haya escondido de esa manera su dependencia de los opioides. Los investigadores siguen en la búsqueda, pero hasta ahora no parecen haber descubierto dónde obtuvo Prince el fentanilo.
Lo que se sabe es esto: Prince sufría de dolores crónicos en la cadera, y eso puede haberlo llevado a buscar algún alivio. Lo más seguro es que ya cerca del final sus allegados más íntimos estuvieran al tanto de que tenía un problema de drogas. Seis días antes de morir, el avión alquilado en el que se trasladaba debió aterrizar de emergencia a mitad de camino cuando Prince sufrió una sobredosis. El músico regresaba a su hogar tras un concierto, y al parecer ya tenía planeado consultar a un especialista en adicciones. Pero fue demasiado tarde para salvar a Prince, cuya partida dejó un enorme vacío entre sus seguidores, amigos y colegas.

“Es un vacío enorme”, dice su amigo Van Jones, comentarista y activista político. “Lo extraño mucho más de lo que pensé. Estas cosas nunca se superan. De pronto estás sentado en el auto, por la radio pasan una canción de Prince y no podés dejar de pensar en él.”
Cuando faltan pocos días para el primer aniversario de su muerte, ocurrida el 21 de abril del año pasado, esto es lo que se sabe tras reunir las diferentes piezas de evidencia del misterio, recopiladas de una variedad de informes y entrevistas recientes:

1. Los investigadores siguen en acción. Registros de farmacias, los médicos a los que consultó, amigos. Hay muchísimos lugares donde los investigadores pueden buscar información sobre cómo hizo Prince para acceder al fentanilo que lo llevó a la muerte. Pero ahora todos esos caminos han sido despejados, nadie fue arrestado y, un año después, la búsqueda se hace más difícil. A cargo de la investigación está la oficina del sheriff del condado de Carver, con la colaboración de la Administración para el Control de Drogas (conocida como la DEA por su sigla en inglés). Jason Kamerud, subcomisario de la oficina del sheriff, dijo que cualquier hallazgo será enviado a la oficina del fiscal, que será la que determine si hay bases para presentar cargos contra alguien.
Normalmente, en los casos en los que la DEA trabaja en coordinación con las fuerzas locales, la agencia se enfoca en los médicos y farmacéuticos para verificar si los analgésicos fueron entregados de manera ilegal o impropia. Por su parte, la oficina del sheriff, entre otras cosas, se ocupó de entrevistar a la gente que estaba presente en Paisley Park el día en que fue encontrado el cuerpo de Prince, como el médico que lo trataba y que llegó demasiado tarde.
La pesquisa seguía activa incluso en febrero de este año, según un amigo de Prince que fue contactado entonces por un investigador de la DEA. Si el fentanilo que consumía el músico provenía del mercado negro -algo que ya parece claro, porque los investigadores no han encontrado ninguna receta-, rastrear su origen será todavía más difícil, ya que no dejó ningún indicio documental.

2. Del centro de atención al olvido. En los días posteriores a la muerte de Prince, dos médicos quedaron en el centro del drama. Uno de ellos fue el doctor Michael T. Schulenberg, que trató al artista antes de su deceso y que ese día fue a la residencia del músico con los resultados de unos análisis, pero ya lo encontró muerto. Los investigadores interrogaron al médico, que le había recetado a Prince un medicamento cuyo nombre no trascendió, y pidieron una orden de allanamiento para acceder a los registros médicos del artista.
El otro médico fue Howard Kornfeld, un especialista en adicción a los opioides de California, que había sido contactado por un amigo de Prince para tratar al músico por su adicción. El hijo de Kornfeld, Andrew, llegó a la mansión de Paisley Park cuando Prince ya había fallecido, con una pequeña dosis de la droga buprenorfina naloxona, un agente antiadicciones, que no estaba legalmente autorizado a administrar.
Actualmente, ni Kornfeld ni Schulenberg parecen ser un foco de interés para los investigadores. Schulenberg, que días después de la muerte de Prince renunció a su puesto en el Centro de Salud North Memorial, ahora trabaja en otra clínica. Nunca reveló qué medicamento le había recetado a Prince, pero para los investigadores nada indica que se tratara de un opioide.
“El doctor Schulenberg ha colaborado plenamente con la investigación”, dijo su abogada Amy S. Conners en un comunicado. “Los investigadores no le hicieron ningún requerimiento más, tras su entrevista voluntaria con las autoridades policiales del condado de Carver, el 21 de abril de 2016.”
El abogado de Kornfeld, William J. Mauzy, dijo que Andrew, el hijo del médico, que trabaja con su padre, había ido a la residencia del músico para conversar sobre el plan de tratamiento y que había llevado una pequeña dosis de buprenorfina/naloxona para que fuese administrada por un médico local.
Kornfeld sigue dirigiendo un centro de tratamiento en California y su hijo se ha postulado para ingresar a la carrera de medicina en varias universidades.
En una entrevista, Kornfeld dijo sentirse satisfecho de que su hijo Andrew hubiera tenido claridad mental para llamar al 911 aquella mañana, aunque Prince, según se supo después, ya llevaba muerto varias horas. Andrew dio su propia versión de los hechos en primera persona en un artículo aparecido el año pasado en el sitio web de la cadena CNN. “Créanme -escribió entonces-, nadie está preparado para encontrarse con semejante situación de caos y de desesperación.”

3. Los reflectores apuntan a los opioides. La muerte de Prince fue apenas una de las cada vez más comunes sobredosis fatales de opioides, que en 2015 fueron un factor determinante en al menos 33.000 muertes en Estados Unidos, según datos del Centro para el Control de Enfermedades. Desde 1999, las sobredosis con opioides se han cuadruplicado.
“La muerte de Prince puso en primer plano la crisis de los opioides”, dice el doctor Chris Johnson, director del Grupo de Prescripción de Opioides del Departamento de Servicios Humanos del estado de Minnesota.
Los funcionarios de Minnesota dijeron que el fentanilo no tenía una presencia significativa en el mercado negro desde hacía tiempo. Pero el año pasado, apareció por todas partes. La droga entra de contrabando en Estados Unidos desde laboratorios de México y es mucho más potente que otros opioides: hasta 50 veces más fuerte que la heroína. Para colmo, es mucho más barata de fabricar, así que suele venir disfrazada en la forma de algún otro analgésico más costoso.
Debido a ese engaño, la enorme mayoría de los que toman fentanilo en realidad creen que están tomando algo mucho más suave, según señala el agente especial de la DEA en Minnesota, Kent Bailey.
Desde la muerte de Prince, se han aprobado varios cambios regulatorios, tanto en Estados Unidos como en otros países. En octubre, por ejemplo, la DEA decidió reducir en un 25 por ciento la cantidad de opioides que pueden fabricarse en Estados Unidos. En agosto, el Congreso norteamericano flexibilizó la prescripción de dos drogas indicadas para el tratamiento de la dependencia de los opioides: la buprenorfina y la buprenorfina/naloxona, la droga que Andrew Kornfeld llevó consigo a la residencia de Prince. En China, las autoridades han acordado prohibir la fabricación de cuatro tipos de fentanilo.
En Estados Unidos la respuesta más importante a nivel nacional fue la aprobación de la ley integral de adicciones y rehabilitación, que autorizó un desembolso de 181 millones de dólares para enfrentar la epidemia de opioides. Las autoridades de Minnesota aprobaron sus propias leyes y regulaciones para enfrentar el problema, incluidas nuevas exigencias para médicos y farmacéuticos en cuanto al rastreo y registro de las recetas de opioides.
“Por más que la dosis final de Prince haya sido de origen ilícito -dice el doctor Johnson-, la razón por la que necesitó esa dosis debe buscarse en los años de recetas legales que lo llevaron por ese camino.”

4. Un tour por Paisley Park. Actualmente, la propiedad conocida como Paisley Park, en la localidad de Chanhassen, Minnesota, puede ser visitada por los turistas. Los organizadores de la excursión la describen como “el mítico santuario creativo de Prince”. El tour dura 70 minutos, cuesta 46 dólares con el estacionamiento incluido y puede verse una exhibición que documenta la vida del artista, pero que poco dice sobre su muerte.
Las cenizas de Prince descansan en su habitación favorita, el atrio que se encuentra junto a la entrada, dentro de una urna diseñada como una miniatura de Paisley Park y que en el frente lleva el símbolo impronunciable que el músico había elegido como nombre, en color púrpura y con incrustaciones de piedras preciosas. La urna, preservada dentro de una cápsula de acrílico, está montada en lo alto de una pared.
Según Mackenzie Timm, guía del tour por Paisley Park, Prince pasaba gran parte de su tiempo en ese atrio. “Amaba ese lugar”, dice Timm, y señala las lucarnas que iluminan el sitio, el piso de mármol y las palomas que viven en dos jaulas blancas y que gorjean de tanto en tanto. El cuarto se abre hacia el sector de cocina, armado como un comedor, con una enorme pantalla de televisión donde a Prince le gustaba mirar los partidos de los Minnesota Timberwolves y de los Minnesota Lynx.
El ascensor en el que Prince murió no es accesible al público.

5. El “caos” por la propiedad se aplaca, pero la disputa persiste. Tras un año en el que se produjeron disputas comerciales, competencias de asesores y disparatados reclamos de paternidad, los bienes de Prince finalmente han emergido de ese estado que el juez de la causa calificó de “caos personal y corporativo”. Los bienes, que podrían ascender a unos 300 millones de dólares, todavía tienen varios problemas pendientes y una abultada deuda de impuestos. El juez Kevin W. Eide ha establecido que los probables herederos de Prince son sus seis hermanos y medios hermanos. El juez rechazó los reclamos de decenas de otras personas, incluida una mujer que aseguró que su matrimonio con Prince -que murió sin dejar testamento- había sido mantenido en secreto por órdenes de la CIA.
Esos bienes incluyen 25 millones de dólares en inmuebles y 67 lingotes de oro, entre otras cosas. El valor del mayor activo de Prince -su vasto catálogo musical, incluido mucho material inédito- sigue siendo indeterminado, aunque ya se han firmado contratos multimillonarios para explotarlo durante muchas décadas. La primera de esas movidas, en febrero, fue el regreso de las canciones más famosas de Prince a los servicios de música online.
Esos contratos se firmaron bajo la supervisión del Bremer Trust, un banco de Minnesota que fue nombrado administrador especial de los bienes tras la muerte de Prince. El 1° de febrero, sin embargo, el Comerica Bank & Trust tomó en sus manos el manejo de los bienes, y el juez rechazó los intentos de dos abogados de alto perfil -L. Londell McMillan, otrora representante de Prince, y Van Jones, comentarista político de CNN- de convertirse en representantes legales, una posición similar a la de un albacea. Entre otras razones, el juez mencionó el rotundo desacuerdo entre los herederos en cuanto a las figuras de McMillan y de Jones. Los seis presuntos herederos se han dividido en dos bandos: cuatro de ellos apoyan a McMillan y los otros dos, a Jones.
En las últimas semanas, las discusiones entre los herederos recrudecieron por el tema de los honorarios legales y por el pedido de Comerica de que los bienes sean manejados con mejor tino y mayor discreción.
LA NACION