El eucalipto, árbol fundamental en el campo argentino

El eucalipto, árbol fundamental en el campo argentino

Por Ernesto Quiroga Michco
El eucalipto es un árbol originario de Australia que pertenece a la familia de las mirtáceas, alcanzando allí proporciones colosales. Hay 136 especies y fue descubierto por el botánico francés L’Heritier. Llevado a Francia, se difundió por Europa.
Fue introducido en la Argentina por Domingo F. Sarmiento, que hizo traer las semillas de ese continente. Su siembra tuvo tanto éxito que se generalizó su plantación. Las especies más difundidas fueron el Eucalyptus globulus, el E. viminalis y el E. rostrata.
La consigna de ese gran presidente era: “¡Planten árboles!”, y escribió en ese sentido: “La pampa, como la República, es tabla rasa: hay que escribir sobre ellas árboles” y “El eucalipto será el marido de la pampa”.
En la actualidad, la pampa cuenta con pequeños bosques y barreras de eucaliptos, algunos de hasta 80 años, de unos 50 me¬tros de altura y un metro de diámetro basal como máximo.
La primera plantación se realizó en la estancia “San Juan, de Pereyra Iraola, en 1857, y lue¬go en los campos de Guerrico y Vicente Casares. Entre 1870 y 1875 se efectuaron importantes plantaciones para sanear pantanos, para sombra y para adorno. El doctor Joaquín Frenguelli encontró restos fósiles de eucaliptos cerca de la confluencia de los ríos Limay y Traful. A esa especie fósil la bautizó Eucalyptus patagonicus, lo que indica que existía en América en épocas prehistóricas y que desapareció.
Su talla habitual es dé 50 metros y su diámetro puede llegar hasta 1,50 metros. Contiene aceites utilizados en varias industrias. Se usa también en jardinería es¬pecialmente debido a su rápido.
Crecimiento. Puede vivir más de cien años. Además, es uno de los árboles que consumen menos agua, pero en caso de encharcamientos temporales, puede depurar las aguas residuales.
Las personas que invirtieron su dinero en eucaliptos vieron en este rápido crecimiento una promesa de prontos beneficios. La mayoría de ellas pensaban tener éxito con los pilotes y postes, pero ésta no era la máxima contribución que podían hacer los árboles.
La Administración de Bosques hizo que las plantaciones se con¬centraron en la zona del Gran Buenos Aires y en las provincias de Buenos Aires, Mendoza y Entre Ríos. Se tenía interés en los ‘ tratamientos de conservación de los pilotes y postes de eucaliptos, y la conversión de los trozos de eucalipto en madera aserrada.
Sus principales beneficios resultan de su rápido crecimiento y esbeltez, dureza, elasticidad, fácil exfoliación y durabilidad del tronco, abundancia de esencia especialmente en las hojas y de resina como tanino y el kino (una especie de goma).
En los años de la infancia del autor se hervían las hojas pues se consideraba que su aroma era útil para la salud y aún hoy algunas personas la usan para ese fin. Las hojas usadas en tal sentido son las de forma redondeada.
La esencia de este árbol se obtiene por destilación de las ho¬jas del E. glóbulos. Es un líquido fluido, de color amarillo pálido o casi incoloro y que tiene un olor alcanforado agradable. Con di¬versas técnicas se obtiene principalmente eucaliptol y cíneol. Se suele usar en medicina en las bronquitis crónicas y en las bronquiectasias, y antiguamente en la gangrena pulmonar y en el paludismo.
Pero no todo es perfección .Uno de sus defectos está resumido en la siguiente poesía del autor:
“Mas tus cortas raíces / poco se han hundido / y si un huracán te larga un soplido, / aunque no sea fuerte/ aquel remolino, /muy pronto en el suelo / te encuentras caído, / y una casa cerca /corre el gran peligro, /que caigas sobre ella / y un gran amasijo /produzcas entonces /sin ningún aviso, /rompiendo su techo / temible eucalipto”.
LA NACION

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