El amor triunfa en un cine sin prejuicios

El amor triunfa en un cine sin prejuicios

Por Gustavo J. Castagna
Una monja superiora enamorada de una cantante de cabaret a la que refugia en el convento. Un homosexual que gana el premio principal de la lotería y decide vivir con un joven de diferente status social, quien lo humillará hasta provocar su suicidio con Valium 5 mg. Una profesora a la espera del divorcio que inicia una relación con una chica en medio de un entorno que reprime esa pasión entre mujeres. Un bisexual portador de sida que emprende la conquista de una joven y de un hombre para vivir sus últimas aventuras íntimas.
Los argumentos pertenecen a Entre tinieblas (1982) de Pedro Almodóvar, La ley del más fuerte (1975) de Rainer Fassbinder, Media hora más contigo (1985) de Donna Deitch y Las noches salvajes (1993) de Cyril Collard, cuatro films libres sobre relaciones de pareja entre chicas y chicas y chicos y chicos. Cuatro películas de diferentes orígenes que trataron el tema con la mayor sinceridad posible, abarcando distintos géneros, mostrando que en el cine –como en la vida misma– no todo pasa por narrar historias sobre amores y pasiones aceptadas por las convenciones que impone la sociedad.
Pero no siempre fue así, todo lo contrario. Desde aquellas féminas de aspecto andrógino, que se llevaban el mundo por delante (Marlene Dietrich, Greta Garbo, Joan Crawford), seduciendo a quien se les cruzara en el camino, hasta las sutiles insinuaciones de las películas de Douglas Sirk (Palabras al viento, 1955), donde un hombre padecía el abandono de su mejor amigo por una mujer, el recorrido ha sido tumultuoso, censurado, regido por reglas y códigos que impedían ir más allá de un conformismo conservador o, en todo caso, de la aparición de la justicia divina que caía de lleno en esos personajes que merecían su castigo. En ese sentido, difícil olvidar la escena en la que el matrimonio de Lejos del paraíso (2002) de Todd Haynes, historia ubicada en los 50, visita a un psiquiatra que sugiere un tratamiento a base de electroshock para disminuir la homosexualidad del esposo.
Docenas de películas han tratado el tema y por esa razón el recorte es necesario. El reciente estreno de la excelente La vida de Adèle permite recordar un grupo de películas donde las historias de amor entre mujeres y entre hombres se manifiestan como el argumento principal de los films, el sostén narrativo, el objetivo principal de la obra. Sin necesidad de recurrir a la obviedad cronológica ni a personajes de importancia pero secundarios (por ejemplo, el amigo gay de Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo), esta clase de relaciones, hasta ahora, dejó un puñado de películas imposibles de pasar por alto.
POR TU CULPA. A Hollywood le costó bastante liberar sus conceptos sobre una sexualidad libre. Al respecto, se elige como pionera del tema a Los muchachos de la banda (1970) de William Friedkin, por descubrir los hábitos de una comunidad homosexual donde finalmente arrecia más de una culpa debido a la elección de vida. En Personal Best (1982) de Robert Towne, dos chicas gimnastas disfrutan (también padecen) su historia de amor frente a la opinión reaccionaria de su entrenador. El mismo año, Arthur Hiller (¡el director de Love Story!) cuenta la relación de dos hombres, uno casado y otro gay, en Su otro amor. Son películas libres pero con las reservas del caso, constituidas por amores donde finalmente se vuelve al retoño familiar o se recurre al mea culpa con cierto tufillo conservador. En este punto, Media hora más contigo es una auténtica película revolucionaria, ya que el amor de la pareja triunfa frente a un entorno que reprime. La directora Donna Deitch se expresó sobre los inconvenientes que tuvo la exhibición del film y las polémicas que trajo al mostrar a dos mujeres que olvidan aquello que las rodea, pensando sólo en su futuro. A partir de ese momento, los amores entre chicas tienen un mayor peso dentro de Hollywood donde se destaca la realizadora Lisa Cholodenko con High Art (1998) y En familia (2012), a las que se debería sumar el auge del cine indie en su vertiente queer (que tiene sus antecedentes en los films caseros de Andy Warhol), con títulos emblemáticos como Bar Girls de Marita Giovanni y Go Fish de Rose Troche (ambas de 1994), donde los prejuicios han quedado atrás y las relaciones trasuntan alegrías y tristezas en dosis similares.
El sistema corroe pero también acepta la felicidad y el padecimiento de la pareja de chicas de Los muchachos no lloran (1999) de Kimberly Peirce y rinde culto al tema con los premios Oscar para Filadelfia (1993), un film que parece concebido no tanto por un buen director como Jonathan Demme sino por un grupo de abogados cinematográficos que se hace cargo del devenir de sus clientes homosexuales. Hollywood acepta el mundo gay y los galardones implican un particular guiño para el abordaje del tema. Por eso, no sorprende tanto Secreto en la montaña (2005) de Ang Lee y su historia que transcurre en los 60 entre pastizales y besos de dos hombres. Al respecto, John Wayne y Gary Cooper, si resucitan y ven el film de Lee, pedirían con urgencia volver a sus respectivas tumbas.
CUBA LIBRE Y NO TANTO. La revolución cubana, más tarde que temprano, le abrió las puertas a la temática homosexual en Fresa y chocolate (1993), una movida inteligente del estado castrista para que el cine de la isla volviera a ubicarse en el mercado de festivales. Pero el pasado también inclina la balanza al otro lado con Antes que anochezca (2000) de Julian Schabel donde Javier Bardem interpreta a Reynaldo Arenas, artista castigado y encarcelado por el sistema. Sí, la reiterada pelea entre La Habana y Miami tuvo otro round entre homosexuales libres y perseguidos.
COSAS DE ASIÁTICOS. Una leve simpatía gobierna las escenas de El banquete de bodas (1993), donde una pareja gay –un chino y un estadounidense– debe planificar un falso casamiento ante la llegada de los padres del joven asiático. Más romántica y terminal, embarrada en las cocinas de las cantinas del barrio de la Boca, es la gran Happy Together, que cuenta las idas y vueltas de una pareja de chinos, con sus pesares y alegrías y viviendo en una geografía totalmente ajena. El director Wong Kar-wai describió su experiencia en Argentina como “inédita” y “fabulosa”.
MÁS CHICAS Y CHICOS. En este sintético recuerdo que no pretende abarcar el total de films sobre parejas de lesbianas y homosexuales, no pueden faltar otros títulos importantes. La reina de la noche del mexicano Ripstein cuenta un melodrama, al estilo culebrón prohibido, sobre los amores de la cantante de boleros Lucha Reyes. La historia de Las noches salvajes del francés Cyril Collard trajo una gran polémica, ya que el director y actor del film, que padecía sida, murió sin poder ver el estreno de su película. Descubriendo el amor es el horrible título que se le puso a Fücking Amal (1998) de Lukas Moodysson, que cuenta una relación entre dos chicas adolescentes, con algún eco similar al de la estupenda La vida de Adèle. Finalmente, Criaturas celestiales (1994), sobre chicas que se aman y por eso tienen que recurrir al asesinato, acaso se trate del mejor film del director de la interminable saga de El señor de los anillos, Peter Jackson
FUTURO CERCANO. La vida de Adèle inició el año y un par de películas sobre el tema se estrenarán en pocas semanas. Por un lado, la argentina Amar es bendito que describe una crisis de pareja de dos mujeres maduras; por el otro, el film francés L’ inconnu du lac, ubica la acción en una playa paradisíaca de citas y relaciones entre hombres, donde el director se dedica a mostrar al detalle los encuentros sexuales que ocurren el lugar.
Y otra vez si John Wayne y Gary Cooper resucitan y ven algunos planos del film de Alain Giraudie, es más que probable que decidan hacerse el harakiri en ceremonia pública.
TIEMPO ARGENTINO