01 Feb Vivir de vacaciones
Por Teresa Buscaglia
Juan Villarino tenía 27 años cuando, allá por 2005, decidió embarcarse en un viaje solitario por Medio Oriente, Afganistán, Irán, Irak y China, entre otros países. Se había recibido de psicólogo, pero prefirió dedicarse a viajar y a escribir. Creó el blog www.acrobatadelcamino.com y, por un comentario anónimo, en 2010, conoció a Laura Lazzarino, su “princesa vagabunda”, y a partir de ese momento emprendieron un camino de vida juntos.
Hoy, este marplatense pisa los 35 y continúa en tránsito. Junto con Laura, que es licenciada en Turismo y también tiene un blog ( www.losviajesdenena.com ), fundaron Proyecto Educativo Nómada para llevar la cultura sudamericana a otros lugares del mundo. Ambos protagonizaron un viaje de 15 meses, a dedo, por el continente sudamericano. Aprendieron quechua para comunicarse con poblaciones de Bolivia y convivieron con una comunidad Shuar en el Amazonas ecuatoriano. “Esto nos unió como pareja. Como todavía no tenemos planes de formar una familia, el año que viene el destino será África, queremos llevar ahí nuestro proyecto”, dice Laura.
Como ellos, son muchos los que decidieron “cortar con todo” para vivir en estado de tránsito permanente. Y al estilo de los antiguos navegantes, viajar despierta en estas generaciones un ancestral deseo de transmitir en sus bitácoras lo que experimentan. De ahí que todos tengan blogs donde intercambian información, comparten mapas de rutas, conocen a otros viajeros y se conectan con el mundo. La Red Viajar, por ejemplo (ver columna), no sólo los reúne sino que anima a otros a tomar impulso y emprender una nueva forma de vida. Un buen ejemplo de esto último es lo que hicieron Maru Orza y Martín Sesana, ambos periodistas, que un día, tras pedir licencia por seis meses en sus trabajos, se fueron a Europa, Asia y África. Al regreso, la decisión fue hacer un segundo viaje, pero, esta vez, sin fecha de retorno. Fue así como salieron a recorrer Latinoamérica en febrero de 2011, en una combi, y al día de hoy continúan la travesía, haciendo radio en el camino. En su blog www.kombirutera.com.ar brindan información y suben los audios de los programas. “Tardamos un año en armar este viaje, organizarnos, renunciar a nuestros trabajos y salir, y aquí estamos. Somos libres: la combi nos permite dormir donde nos guste: frente al mar, en una plaza, debajo de una palmera, en un parque, al costado de un río o en un bosque -cuenta Maru desde San Cristóbal de las Casas, México, donde están desde hace dos meses-. Sabemos dónde nos levantamos, pero nunca dónde vamos a dormir.”
¿Y cómo se financian? Ésa es la pregunta que se hacen todos los que escuchan a estos viajeros relatar sus viajes maravillosos, por tierras exóticas, sin horarios ni las presiones de un trabajo diario en una ciudad colapsada. Una respuesta posible la tienen Aldana Chioda, geóloga, de 37 años, y Dino, mago e ingeniero en sistemas, de 43, que abandonaron sus profesiones para dedicarse a viajar y contarlo en www.magiaenelcamino.com. “Para viajar se necesita algo de dinero, pero es mucho menos de lo que uno se imagina -plantea Aldana-. Por un lado, hacemos dedo y tomamos buses; usamos las redes de viajeros para alojarnos en casas de gente local; comemos en puestos de la calle y no vamos a los lugares que «hay que conocer», pagando entradas carísimas. Por otro lado, generamos dinero con la magia. Para nosotros, además de una herramienta de conexión con la gente es una herramienta de financiamiento.”
Juan y Laura, por su parte, no se permiten gastar más de 5 dólares diarios y se financian vendiendo los libros y sus crónicas a diferentes publicaciones. Incluso hay familias enteras, como los autobautizados Che Toba, que se sumaron a esta movida. Walter Boever es el “Capitán”; Machi Rodríguez, su “copiloto”, y sus hijos, Sofi y Toto, la “tripulación”. Walter es analista de Sistemas y cuenta que el nombre Che Toba era su apodo y terminó siendo el del blog de viajes que comenzó escribir, www.chetoba.com.ar. Machi, su esposa, es pediatra y sostiene económicamente a la familia cuando viven en forma sedentaria. A la hora de partir, ella cierra su consultorio, toman sus ahorros y se van. “Mientras viajamos, genero ingresos trabajando online y brindando servicios de asesoramiento. Cuando nos ven viajar en familia, nos preguntan cómo hacemos con la educación de los chicos. Lo resolvimos gracias al programa de educación a distancia (SEAD) del Ministerio de Educación Argentina”, cuenta Walter.
En este sentido, un sitio fundamental a la hora de abaratar costos es Couchsurfing, una red social que, mediante una asociación, posibilita dormir gratis en miles de ciudades con sólo conectarse. “Couchsurfing es una organización internacional que tiene como fin promover el intercambio cultural a escala mundial -explica Carlos Álvarez, embajador de la Red Couchsurfing de la Argentina-. Este fenómeno de compartir sin fronteras culturales ni barreras políticas ayuda a conocer otras culturas a través de la experiencia directa, interactuando con gente de todo el mundo y trayendo un abaratamiento a la hora de viajar, ya que el hospedaje es ofrecido gratuitamente. La Argentina es uno de los países con más miembros y actividades del mundo, transformándola en un destino preferencial dentro de la comunidad.”
Los Che Toba se asociaron a otro club similar, Friendship Force International, que les permite hospedarse gratuitamente en casas del lugar que visitan. Esta red nació en Estados Unidos hace casi tres décadas, pero se hizo conocida mundialmente hace poco, gracias a las redes sociales. “Comenzó siendo un club para gente más grande, que se retiraba y quería viajar por el mundo hospedándose en casas de familia en un ámbito de amistad, calidez y de intercambio cultural con el país adonde iban. Con la aparición de las redes sociales, comenzamos a triplicar las membresías y hoy recibimos gente de todas las edades. La mentalidad de la gente cambió y los que antes ahorraban toda la vida para viajar en su vejez hoy viven el presente, viajan y disfrutan sin pensar en un porvenir económico”, detalla Agustina Solinas, jefa de Prensa de Friendship Force Argentina.
LOS NUEVOS AVENTUREROS
“Los mochileros 2.0 tienen su antecedente en el Grand Tour que las familias más acomodadas realizaban especialmente por Italia y Francia desde mediados del siglo XVIII. No son nuevos, pero, por mi experiencia, puedo ver una característica en común: desde 1750 hasta acá, todos se creen los primeros y los últimos -decreta Soledad Gil, editora de la revista Lugares-. Son grandes aventureros que van en bicicleta de Alaska a Ushuaia, en velero a través de los siete mares, con un proyector pasando cine por pueblos del interior de la selva y escriben a la redacción con la ilusión de que su viaje sea único. Y lo es, claro… para ellos. La diferencia de entonces a ahora es que en la actualidad ese tipo de aventura no es para una elite que puede pagarlo, sino para aquel que quiere permitírselo. Hay familias enteras que viajan, convencidas de que la geografía que se aprende in situ es mejor que la de los libros, y que no hay mejor universidad que el viaje. Yo estoy de acuerdo. Quizá para un niño que hizo la escuela a distancia, online y sugestionado por exóticos paisajes de Asia o África, sea más difícil cursar regularmente en una facultad… Probablemente las vacaciones all inclusive le resulten una pesadilla, aunque tampoco hace falta atravesar el mundo para vivir una aventura. Y al final, ¿quién les quita lo viajado?”
Así como los Chetoba, Aldana y Dino también serán una futura familia viajera. “Durante 2013 seguiremos con viajes cortos por el país, porque estamos esperando la llegada del tercer integrante de Magia en el Camino. En 2014, saldremos a la ruta de a tres”, comparte Dino.
Las tradiciones argentinas siguen presentes en sus vidas, pero ellos viajan para conocer, para empaparse de otras culturas y aprender nuevos hábitos, entender sus tradiciones y probar sus comidas. Algunos ni siquiera miran las noticias del país, prefieren enterarse de todo cuando llegan. Otros las siguen rigurosamente. “Claro que extrañamos el asado. ¿Quién no? Pero no hacemos de la argentinidad un folklore ni viajamos con una camiseta para que todos vean de dónde somos. Laura no toma mate ni en Argentina, pero sí extraña las gomitas Mogul y la pasta. Yo, a veces, sueño con una buena picada con Gancia. No viajamos tanto con espíritu de fogón, sino para analizar realidades, mezclarnos con la gente del lugar y llegar a sitios alejados. De vez en cuando encontramos viajeros que están en la misma y está bueno compartir códigos”, explica con énfasis Juan Villarino.
A la hora de hablar de la vejez y de cómo se la imaginan, todos concuerdan en algo: viajando. No creen que haya nada que los pueda limitar, salvo la salud. No se preocupan por su jubilación ni por la educación de los hijos. “Cuando en 2009 tomamos la decisión de abandonar todo lo que teníamos para salir a conocer el mundo a través de su gente, muchos nos trataron de locos y otros, de héroes. Locos, porque estábamos haciendo algo que, en general, se hace cuando uno tiene veintipico. En cambio, cuando uno toma la decisión pasando los 35 y 40, te ven como loco, porque se supone que a esa edad ya tenés tu auto, tu casa, tu profesión y tu trabajo acorde. Bueno, nosotros teníamos todo eso, pero lo dejamos igual. Y héroes, porque lo que estábamos haciendo era algo que muchos querían hacer y no se animaban, algo que hacen los héroes: dejar la seguridad”, concluye Aldana Chioda, de Magia en el Camino.
LA NACION