Escándalo en la Iglesia anglicana Salió a ‘combatir’ a las financieras pero un día después reconoció inversiones en ese sector

Escándalo en la Iglesia anglicana Salió a ‘combatir’ a las financieras pero un día después reconoció inversiones en ese sector

Por Martín Burbridge
Los ingleses suelen decir que “el diablo se esconde en los detalles”, pero a la luz de lo que ha ocurrido últimamente dentro de las principales Iglesias cristianas, al demonio ahora habría que buscarlo dentro del sector financiero.
Son ya bien conocidos los problemas que está enfrentando el Papa Francisco en su intención de sanear las finanzas de la Iglesia Católica, y principalmente su propio banco, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), con un pasado sulfuroso digno de una novela de espionaje e intrigas de John le Carré.
En cambio, no son tan conocidos los contratiempos de su colega británico, el Arzobispo de Canterbury, líder de la Iglesia de Inglaterra, quien ha decidido salir a combatir las financieras de créditos a sola firma y la usura en general, para darse cuenta 24 horas más tarde que su misma Iglesia tenía parte de sus ingresos invertidos en una de estas “diabólicas” compañías.
Vínculos con la mafia
El caso del Banco Vaticano es más célebre, puesto que su historia de escándalos tiene más de tres décadas, cuando a principios de los ’80 se destapó la quiebra del Banco Ambrosiano (el IOR era su principal accionista), una de las mayores estafas financieras de Italia (por u$s1.400 millones), hoy opacada por la del banco Monte dei Paschi, surgida a principios de 2013.
Sin embargo, en la historia del IOR hay mucho misterio, intriga, muertes (como la del banquero Roberto Calvi en 1982, presidente del Ambrosiano y conocido como “el banquero de Dios”) y fuertes sospechas de lavado de dinero y de vínculos con la mafia durante mucho tiempo. Incluso el Banco Vaticano se ha convertido en una de las fuentes de inspiración para novelistas de todo el mundo y de Hollywood, como por ejemplo en la película “El Padrino III”.
En la renuncia del Papa Benedicto XVI, salpicado por el escándalo de las filtraciones de documentos del Vaticano (conocido como “Vatileaks”) y que llevó a decir al diario L’Osservatore Romano que se trataba de “un pastor rodeado por lobos”, hay muchos elementos que estarían relacionados con los tumultos financieros del IOR.
Algo de esto acaba de sentir Francisco, al darse cuenta que había sido mal asesorado por la mismísima Curia (compuesta por los órganos de gobierno de la Santa Sede) cuando se le recomendó designar a Monseñor Battista Ricca en el IOR como parte de su política de saneamiento del banco.
Luego de ser designado, se filtró información a la prensa de que Ricca había mantenido una relación homosexual mientras trabajaba en la embajada vaticana en Uruguay. Lo que da la pauta de las dificultades que deberá enfrentar el nuevo Papa para avanzar en su política de transparencia financiera.
Un universo complejo
En el caso de Justin Welby, nuevo Arzobispo de Canterbury y jefe de la Iglesia anglicana, no cuenta con un banco sospechado, aunque está haciendo votos para crear una entidad financiera que ayude a combatir la usura.
Ex ejecutivo del sector petrolero, el nuevo líder religioso es un experto en temas financieros, de ahí que se haya embarcado en esta cruzada contra las “payday lenders”, que son las financieras de préstamos a sola firma que existen en Gran Bretaña y que los otorgan a muy corto plazo a los asalariados, a tasas mucho más elevadas que los bancos. El sector mueve créditos, a través de Internet, por un total de u$s 3.000 millones anuales. Los préstamos no superan los u$s 1.500 y son a no más de 45 días (por ejemplo, si alguien necesita 100 libras por 24 horas, deberá pagar una tasa del 6,5%; pero si es a 45 días, la tasa se dispara hasta el 54%).
“Tuve una reunión con el dueño de Wonga [una de las principales financieras del sector, N.del R.]. Le dije con franqueza que íbamos a obligarlo a cerrar haciéndole competencia. Como es un hombre de negocios, lo tomó bien”.
Quien dijo esto no es un personaje de “Los Soprano”, sino ¡el mismísimo Arzobispo de Canterbury! Lo más increíble de la historia sucedió al día siguiente, cuando el líder espiritual tuvo que reconocer que la Iglesia anglicana había invertido parte de sus ingresos (unos u$s 1.500 millones anuales) en la compañía Wonga. “Estuve furioso durante unos minutos, pero estas cosas pasan. Conozco el mundo de las Finanzas y se trata de un universo increíblemente complejo. Es muy vergonzoso, debemos encontrar la forma de saber por qué esto sucedió y asegurarnos que no vuelva a ocurrir”, fue el descargo de Welby, también “mal asesorado” en las inversiones de su Iglesia (habían colocado u$s 100.000 en Wonga).
A pesar de este traspié, Welby siguió adelante con su idea de crear una cooperativa de crédito que brinde préstamos con bajos intereses a personas de menores recursos. Para ello, está dispuesto a ofrecer espacio dentro de los 1.500 edificios con que cuenta la Iglesia de Inglaterra.
De acuerdo con su política financiera, la Iglesia no puede invertir en empresas que obtengan más del 3% de sus ganancias en pornografía, 10% en la fabricación de armamentos y 25% en fábricas de bebidas alcohólicas, juegos de dinero o préstamos usurarios.
“Tenemos que revisar estos porcentajes y asegurarnos de que nuestras declaraciones y acciones sean coherentes”, sostuvo Welby y agregó: “Si uno invierte en una cadena de hoteles que ofrece canales pornográficos en sus habitaciones, ¿tiene que dejar de invertir en la industria hotelera? La complejidad de este tema es enorme”.