“Soy negro. Y soy gay”

“Soy negro. Y soy gay”

Por Martín Seldes
El mundo de la NBA ya estaba listo para la noticia. Jason Collins, un pivote que debutó en 2001 en la liga más importante del básquet mundial y que estuvo activo como jugador de los Washington Wizards hasta el final de esta temporada, declaró públicamente su homosexualidad. No generó una revolución, no se transformó en un tema polémico, no lo insultaron ni le gritaron que arruina el deporte. No recibió el silencio de sus colegas, ni la mirada de pena de sus jefes. Collins se encontró con el apoyo de todos. Salvo un periodista que lo condenó en nombre de una iglesia, todos se alegraron por el hombre de 2,13 metros.
“Soy un pivote de 34 años. Soy negro. Y soy gay”, escribió, en primera persona, en la revista Sports Illustrated, de Estados Unidos. “Mi idea no era ser el primer atleta abiertamente gay en jugar en una liga profesional estadounidense, pero como lo soy, estoy feliz de tener esta conversación. Ojalá no fuera el chico de la clase que levanta la mano para decir ‘soy diferente’. Si yo pudiera elegir, alguien más ya lo habría hecho. Nadie lo hizo, así que es por eso que estoy levantando mi mano”.
Collins es un jugador de rol. No se espera de él que anote muchos puntos, ni que tome muchos rebotes ni nada por el estilo. Suele luchar para ganarse unos minutos y darle a su equipo defensa dura y un poste en ataque. Jugó en seis equipos y él mismo habla de que todos los jugadores están, como mucho, a tres compañeros de él. “O jugaron conmigo o jugaron con alguien que jugó conmigo o, en el peor de los casos, jugaron con alguien que jugó con alguien que jugó conmigo”.
Llegó a comprometerse con una mujer y pensaba en tener hijos. “Yo seguía convencido de que el cielo era rojo, pero sabía que era azul”, dijo quien se decidió a dar el paso adelante cuando habló con un amigo congresista le contó que iba a una gay parade en Boston y a él le dio envidia por no poder ir. Según contó, el único del ambiente que lo sabía era su hermano Jarred, otro basquetbolista.
Ahora es un agente libre. Es decir que un equipo tendrá que decidir hacerle un contrato al pivote de 34 años que, además, es el primer gay declarado de la NBA. “A mí no me importaría para nada”, dijo Doc Rivers, el entrenador de Boston, que lo tuvo durante 32 juegos esta temporada. David Stern también dio su postura. “Conocemos a su familia y Jason ha sido un jugador y un compañero muy respetado y estamos orgullosos de que sea el primero en este importante tema”, agregó el comisionado de la NBA. Los políticos también lo apoyaron. Hasta el mismo presidente Barack Obama lo llamó y le dio su total apoyo por la decisión de contarlo públicamente.
Hasta la declaración de Collins, varios deportistas lo habían hecho pero una vez que ya estaban retirados de la actividad profesional. Las excepciones han sido fuera de Estados Unidos y fuera del básquet. Collins salió del clóset porque él lo necesitaba, porque él lo quería. Las respuestas de la NBA y la sociedad demostraron, por ahora, que estaban preparadas.
TIEMPO ARGENTINO