“La simpleza es una gran virtud”

“La simpleza es una gran virtud”

Por Nicolás Peralta
Hacer una entrevista con Axel puede ser algo complicado. No porque sea inaccesible, mala onda, reacio a las preguntas, o alguien de respuestas escuetas. Al contrario. La amabilidad, extrema. La onda, a full. Siempre arriba, siempre a pleno. Sale de la tele, va al ensayo, habla por radio, telefonea para arreglar un detalle, habla con una revista, y otra vez va a la tele, a otro canal. Aquí y allá, entrevistas, presentaciones y asuntos por arreglar. pero se entiende el trabajo extra-musical en estos días de promoción previos: mañana, a las nueve de la noche, saldrá a cantar al escenario del José Amalfitani, estadio de Velez, frente todos sus fans. Que no son pocos.
Su mensaje superpositivo, su amor por la vida, no se oculta, se muestra, se predica cada vez que tiene chance. Siempre con su particular forma de ver la vida, de disfrutar de la música y de elevar el alma, como escudo ante la adversidad. El meteórico ascenso a la cumbre de la popularidad no lo marea, y sigue siendo un pibe de barrio, sano y simpático. Para algunos detractores, sus mensajes de luz y amor romántico pueden ser algo irritante. Pero muchos dicen no, y se dejan evangelizar por su idealismo y mensajes de que siempre el vaso estará medio lleno y que el amor todo lo salva.
Estadísticas de su poder de llegada: premio Gardel al mejor artista pop, un MTV al mejor artista de la región sur, un video (“Te voy a amar”) con más de 25 millones de visitas convirtiéndola en la canción con mayor cantidad de reproducciones de un artista argentino en Internet, y un DVD (“Amor por siempre”) con ventas que superaron a artistas como U2 y Madonna.
Justamente esa popularidad provoca lo complicado de la tarea de entrevistarlo, porque todos quieren preguntarle algo y él contesta sin problema (y aparece el fantasma de la repetición, del “cassette”). Encima, como en este caso, si la entrevista es en la calle , la gente se acumula alrededor. Pero él, frente al grabador, lo más relajado.
–¿Era tu sueño cantar en un estadio de fútbol como Vélez?
–Cantar en un lugar así es algo esperado, sí. Es el paso que teníamos que dar. Como sueño, yo sueño groso: quiero ser el primero en tocar en Boedo cuando San Lorenzo vuelva a jugar ahí. Si seguimos así, quizás lo haremos.
–¿Cuál es la clave de tu éxito?
–Yo naturalmente compongo simple. Uso cambio chico para que no te compliques la cabeza, pero buscando profundidad en los contenidos. Elijo pocos acordes porque me gusta usar un lenguaje musical universal. Yo podría escribir una canción con 20 acordes, sé un montón, estudié música clásica. Puedo hacer de todo, pero no lo hago. Siento que la simpleza es una virtud muy grande.
–¿Cuál fue la canción bisagra en tu carrera?
–El álbum Amo y la canción que le dio nombre a ese disco. Fue un antes y después de mi carrera, sin dudas. Fue la que condensó mejor lo que me gustaba hacer. Sin dudas la música que uno escucha está en las formas de lo que surge de uno. Creo que con esa canción pude hacer algo original, pero gracias a todo lo que escuché de Fito, Lerner y los Beatles. Y pude sacar en la letra todo lo que leí: Richard Bach. Conny Mendez, Paulo Coelho. A partir de “Amo”, todo aflora. Mi filosofía de vida está en mis letras desde esa canción.
–¿Es la de la publicidad de jabón en polvo, donde aparecías entre las sabanas recién lavadas?
–Sí, esa (risas). Y de allí tenemos una parábola ascendente, de muchos logros, sin desbocarse, sin dar pasos en falso sin querer abarcar más de lo que se podía. Empezamos en el Paseo La Plaza, con 550 personas, me acuerdo. Y fuimos avanzando: hicimos un Ópera, un Gran Rex, después otros tres con el otro disco, el Luna Park, Ferro. Pasos firme, pasos naturales, a media que el publico lo iba pidiendo.
–Antes de La Voz, ¿habías estado en televisión, no?
–Sí, en Los secretos de papá, una serie con Dady Brieva, Romina Gaetani, Betiana Blum, Alberto Martín, Luisana Lopilato, Federico D’Elía, Osvaldo Santoro, Rita Cortese. Todos grosos. Suar me llamo por cinco capítulos y terminé haciendo 25. Pero fue diversión, un trabajo temporal que sirvió para hacerse conocer.
–¿Laburar en serio nunca?
–(Risas) Yo soy cantautor, músico y es lo que quiero hacer. Si me decís de hacer una tira diaria te digo que no. No me interesa; no pasa por ahí lo mío. Ni por dinero ni por nada. En su momento lo hice como herramienta. O como una participación, como hice en Graduados. Pero mi laburo es esto: hacer notas, ensayar, ir de gira, crear, y le dedico las 24 horas. No me importa. Cuando empecé me fui a vivir a México, no me fue bien y terminé tocando en el subte, pero como me encanta hacer música, no me importó. Esas cosas te enseñan a ir de poco, sin apresurarte.
Las bromas van y vienen. Axel, con la sonrisa dibujada, se pide un café con leche. Toma una medialuna, muerde la punta, y acto seguido, con lo que sobrevino al mordisco, la hunde en un pote pequeño con dulce de leche que el mozo trajo en la bandeja junto a unos tostados de queso solo y un jugo de naranja. Una merienda.
En una esquina transitada, su imagen no pasa desapercibida. Flaco, prolijo, perfumado, maquillado (recién salido de un estudio de TV donde hizo una entrevista), de remera blanca, chaleco negro, pantalón rojo y botas negras. Pasan unas chicas, lo miran, pero siguen. Unas niñas se quedan mirando atónitas, escuchan toda la entrevista y luego el padre pedirá un beso y una foto para las crías. Una camioneta 4×4 de alta gama se detiene y se baja una mujer treintañera y pide lo mismo que las niñas. Foto y beso, foto y beso. Una chica que andaba pidiendo entre las mesas con un bebé en brazos, solicita algo distinto: que le firme el pantalón del recién nacido. Axel acepta. Pide otro café con leche. Se empiezan a juntar curiosos y cholulos que echan una mirada con soslayo. Lo avistan, sonríen, lo reconocen. Él, siempre lo más relajado, come medialunas untadas en dulce.
–¿Sos vegetariano, no?
–Hace más de 12 años, por respeto a la vida. No solamente a los animales, sino por respeto a la naturaleza: a los árboles, al agua, a la tierra. Comer carne es un problema. Porque la vaca produce gases que contaminan mucho, o sea si hay mucha producción va a ver cada vez más vacas. Soy casi vegano. Como un poco de queso, casi nada de leche, sólo para cortar el café, pero no más.
–¿Hay algo que te enoje? ¿Que te moleste?
–Me enojo muy poco. Tengo mucha tolerancia, pero soy un ser humano como todos. Lo que más me molesta es la falta de respeto desmedido. Vivimos en una sociedad donde el nivel de falta de respeto es elevado. La gente no se respeta y no respeta a los otros. Mucho egoísmo
–¿No tenés un lado oscuro?
–Seguro que sí, todos tenemos algo de yin y el yan. Pero bueno, no sé, yo me manejo como me parece que hay que hacerlo, como me enseñaron.
–¿Marihuana, alcohol, nada?
–Si la situación lo amerita, brindo. Fin de año, cumpleaños. Un vinito, un vaso de birra. Un poco de hidromiel artesanal. Porro probé, pero no tengo ningún tipo de hábito. En la vida hay que probar todo lo que tu límite mental te permite, y la verdad que, sinceramente, no me sentí ni más genio ni más loco, ni más divertido ni más alegre. La verdad que es que soy cuidadoso por mi público. Me siguen niños, adolescentes, abuelos, matrimonios, familias. Soy una referencia para ellos. Creo que no me puedo zarpar. Busco canciones optimistas, positivas, por ellos.
–¿Tus canciones esconden un temor a la muerte?
–No, en absoluto. No me siento a analizar ese momento. Yo vivo. Le canto al amor. El amor es una de las pocas energías que puede movernos. Por eso mis canciones son como son.
TIEMPO ARGENTINO