La alegría fue solo peruana

La alegría fue solo peruana

Foto Carlos Lares

Por Gustavo González
Pasaron apenas 24 días desde que Al Qasr finalizó tercero en un República Argentina desgraciado para él, después de que su jockey perdiera el estribo en la largada. Nada más que el hocico y la cabeza lo separó del triunfo entonces. Poco margen para tamaño imprevisto.
Pasaron 24 días y pisaba una pista desconocida, de césped y pesada, y con un desarrollo novedoso. Carlos Trujillo, el jinete infortunado antes, atinó ahora a poner en el fuego al caballo que, salvo su origen estadounidense, tiene todo peruano. Y allí estuvo la clave de otra hazaña del turf de Perú y de otra frustración argentina.
La celebración del 25 de Mmayo quedó en la emoción de la gente cantando el Himno junto con la soprano Ana Durañona y la Banda de Patricios. En las cintas y las banderas.
La esperanza de que Bogeyman se sumara y quedara en condiciones de correr la Breeders’ Cup, el gran incentivo de la carrera de San Isidro, se paró de golpe, cuando faltaban unos 150 metros para la meta. Cuando parecía imposible que el favorito tirara la toalla, después de llevarse por delante a los rivales que durmieron el desarrollo, con un dominio claro en la recta.
Trujillo volvió a acertar al sacar de los palos a Al Qasr, rodeando el anca de Bogeyman apenas éste lo superó, entrado el derecho, con otro atributo impensado: la ductilidad para mover esos 540 kg en un terreno barroso, como si fuera un galgo.
“No lo podía creer”, dijo Jorge Ricardo para explicar su larga mirada a la derecha, cuando le pasó una ráfaga. Los tiempos felices del brasileño no le impiden pensar que quizá se equivocó en dominar pronto, algo que también le dejó una duda a Juan Bianchi, entrenador del hijo de Editor’s Note. “Ya estaba festejando”, admitió don Juan. “Se cansó; la cancha, el viento en contra..”
Lo cierto es que Bogeyman no corrió diferente que en sus triunfos anteriores. Acaso las circunstancias no lo ameritaban ahora. Seguro que pocos contaban con que el caballo doblegado volvería con semejante fuerza.
“Venía lento el puntero (Nordeste) y el mío estaba muy cómodo. Esperé cuando vino el de Ricardo”, comentó Trujillo. Y Jorge Suárez, el entrenador que por fin ganó tras varios arrimes aquí y que hizo el 1-3 con Almudena, ayer: “Confié en el criterio del jinete. No pensábamos correr este clásico, pero nos entusiasmó la clasificación a la Breeders’ Cup”.
A los peruanos los espera Santa Anita Park. A los argentinos nos queda esperar. Esta vez, la atropellada salvadora nunca llegó.
LA NACION