Anthony Hopkins: “Soy solo un actor”

Anthony Hopkins: “Soy solo un actor”

/ New Line Cinema

Por María Fernanda Mugica
Hace veinte años, Anthony Hopkins entró para siempre en la historia del cine encarnando al brillante y terrorífico Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes , papel que le valió un Oscar. Tras ese hito, el actor galés interpretó personajes tan diversos como el mayordomo de Lo que queda del día , el millonario de ¿Conoce s a Joe Black?, Richard Nixon, Pablo Picasso y hasta a un Zorro a punto de jubilarse.
En su prolífica carrera, bien asentada aún antes del éxito de El silencio de los inocentes , se destacan algunos coqueteos con el terror (en Drácula de Francis Ford Coppola, en el que fue Van Helsing), pasando por sus reincidencias como Lecter y hasta su papel en El r ito, que se estrenará mañana en la Argentina. En el film de Mikael Håfström, que está primero en la taquilla norteamericana desde su estreno, el actor es el padre Lucas, un exorcista polémico que comparte sus conocimientos con un joven y escéptico sacerdote norteamericano enviado a Roma para aprender el oficio. Además de enfrentarse a las dudas del joven (interpretado por el debutante Colin O’Donoghue), el padre Lucas deberá luchar contra demonios demasiado cercanos.
“No creo en el demonio -dice Anthony Hopkins, en un encuentro con un reducido grupo de medios, del que participó La Nacion-. No sé en qué creo. Alguien dijo: «Sé amable porque todos están peleando una gran batalla». Todos tenemos momentos en nuestras vidas en las que infligimos la crueldad, la violencia, el horror, la miseria. También tenemos posibilidad de expresar bondad y amabilidad. A medida que voy envejeciendo, pienso cada vez más que es importante ser amable y no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Estoy en este negocio desde hace muchos años y hay mucha gente que parece tener una opinión sobre todo y saber mucho. Bueno, que Dios los bendiga, yo no sé nada.”
Hopkins habla con la tranquilidad y seguridad de alguien acostumbrado a tratar con la prensa. Es muy claro en sus declaraciones y no da lugar a frivolidades. La pregunta sobre si con papeles como éste o el de Lecter le interesa explorar el origen de la maldad humana provoca una respuesta cortante: “Soy sólo un actor”.

En busca de respuestas
También se muestra algo reticente a explicar su proceso creativo. “Sólo me aprendo las líneas, me presento en el set y espero que todo funcione bien.” Aunque luego se entusiasma contando cómo el método de Stanislavsky sigue influyendo en su trabajo. “Para mí lo importante es saber el texto muy bien porque se produce una sinapsis en el cerebro que hace que se convierta en algo automático, como tocar el piano. Te estudiás el texto tan bien que sabés que sabés, y no tenés ni que pensar. Eso va un poco al objetivo del método, que es que estés tan relajado que podrías hacerlo mientras estás durmiendo. Entonces sos libre para improvisar.”
El actor galés, que además pinta y compone música, cuenta que esta forma de trabajar le resultó especialmente útil en el rodaje de Conocerás al hombre de tus sueños , film de Woody Allen, actualmente en cartel. Hopkins aprecia la libertad de crear en el momento de filmar, pero señala los problemas que conlleva: “Ves films que están completamente improvisados y eso se nota, se convierte en algo afectado. A veces más simple es mejor, en vez de intentar convencer al público de que eso es real”.
La preparación para su papel en El r ito, explica Hopkins, se basó más que nada en la lectura. “Leí bastante sobre el movimiento jesuita, varios libros sobre exorcismo y el libro de Scott Peck People of the Lie . También empecé a leer libros de ciencia, como El origen de las especies , de Darwin, y varios libros sobre Einstein.”
Sus creencias personales están más cercanas a las de estos científicos que a las de la religión. “Soy religioso en el mismo sentido que lo eran Einstein o Darwin, que creían que hay una inteligencia superior que está detrás de todo. No creo en Dios. Tengo una mente muy abierta, creo que todo es posible. No fui criado en un hogar religioso. Mi padre era ateo y me decía que eran todas mentiras. Gradualmente, con el tiempo, llegué a creer que no sé nada.”
La falta de certeza es importante para Hopkins, quien se muestra contrariado con quienes se burlan de las creencias de otros. “Los cínicos del mundo y los grandes ateos dicen que el debate se terminó. ¿Quién dice que se terminó? -plantea- ¡Qué arrogancia! Todos esos cínicos saben todo. ¡No saben nada! Hay que darse cuenta de que uno no sabe nada y detener todas las peleas y el odio. El mundo ya es lo bastante oscuro como para agregar un poco más de oscuridad.”
Estas ideas que esboza el actor fueron reforzadas en la película por pedido suyo. “Le pedí a Mika Håfström elaborar un poco más un discurso sobre el escepticismo para hacer al personaje más humano”, cuenta Hopkins, quien incluso escribió algunas líneas del diálogo sobre el tema de la duda. “Mi personaje le dice al sacerdote joven: «Lo extraño de ser escéptico, agnóstico o ateo es que siempre estamos buscando la verdad». El me dice: «¿Pero usted??», y yo le digo: «Sí, todos los días lucho con mis creencias y, a veces, no sé si creo en Dios, en Santa Claus o en Campanita». Yo escribí eso porque es lo que me pasa. No sé en qué creo. No creo en la certeza, ni en que hay una inteligencia divina que se ocupa de mis pequeños problemas.” A sus 74 años, con una exitosa carrera que aún continúa, para Hopkins vale seguir haciendo preguntas, aunque las respuestas nunca lleguen.
LA NACION