La generosidad más grande

La generosidad más grande

Para una mujer llegar a la maternidad debe significar, entre muchas cosas, enfrentarse al hecho de que alguien más necesitará de ella por el resto de su vida. Debe ser un descubrimiento impactante. Una revelación cuya comprensión cabal tomará tiempo y mucha dedicación, sobre todo en las primeras horas de vida de su hijo o hija, cuando ese bebé necesita protección total, entrega total, tiempo completo.
Lo paradójico es que a medida que se acrecienta el amor de esa madre por su hijo o hija, al sentirlo dentro suyo, al verlo nacer, al saber de qué color es su cabello, cómo mira, cómo sonríe, como siente, a medida que se sucede segundo tras segundo de la vida de sus hijos, en exactamente esa medida de intensidad creciente de amor, esos hijos ya han emprendido el camino de la vida que progresiva e inexorablemente los independendizará del vientre que los ha cobijado.
Es el misterio de la vida. Es también la vida de cada uno de nosotros.
Pero para una mamá, que desde que ha sentido dentro de su cuerpo a ese ser y ha visto nacer a sus pequeños no ha parado de amarlos, quizá esa comprensión se llame entrega total. Dar todo, todo el tiempo, y saber que algún día no te necesitarán (o te necesitarán de otra manera), que querrán irse de casa, que se sentirán incomprendidos, que buscarán la felicidad en otro nido.
Ah! Ser madre! A mi buen entender, es la generosidad más poderosa de una mujer.

Carlos Felice