A pura emoción: el año en el que el fútbol inglés se adueñó de la Champions

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A pura emoción: el año en el que el fútbol inglés se adueñó de la Champions

Por Claudio Mauri
“¡Yes!”. En la final del 1° de junio en Madrid se hablará inglés. Liverpool y Tottenham no solo comparten idioma, sino también épica y heroísmo para llegar a la definición. Los dos estaban casi afuera, virtualmente eliminados, solo ellos creyeron en la proeza que concretaron. Son dos resucitados en sendas remontadas de epopeya. Fueron dos semifinales para ratificar que la Champions League es la mejor competencia del planeta, la más excitante, la que tiene los mejores equipos y futbolistas, la que escenifica de manera más rotunda todas las emociones y sentimientos que puede ofrecer el deporte. Con todo el respeto al Mundial de selecciones, sus partidos son la reserva del plato fuerte de la Champions. Pero ese es otro tema.

No faltó nada. Hasta se asoció el nombre del estadio, que hace un año dejó de ser el impersonal Amsterdam Arena para ser rebautizado como el de una leyenda: Johan Cruyff. Historia y presente, mística y vanguardismo. En el final, el partido fue un reflejo del teatro de la vida: Mauricio Pochettino no podía contener las lágrimas, lloraba de alegría porque sus jugadores, esos a los que minutos después calificaría como “héroes”, habían conseguido lo imposible. No solo habían revertido el 0-1 que Ajax consiguió en Londres, sino también el 0-2 con que se fueron al descanso del primer tiempo. La serie parecía cerrada, tanto como la del día anterior en Liverpool a favor de Barcelona. Un espejismo.

Si la Champions League es fantástica se debe a que lo increíble no sucede esporádicamente. Puede ocurrir cada 24 horas, sin dar respiro ni tiempo para aburrirse. Al impactante 4-0 con que Liverpool dejó a Barcelona y Messi hundidos en la congoja le siguió este 3-2 de Tottenham, con dos goles entre los 9 y los 14 minutos del segundo tiempo, y el decisivo en el quinto de los seis de descuento, como para que todo adquiriera un tono más dramático e inverosímil. Suficiente para que este joven y valiente Ajax sintiera que el piso se hundía bajo sus pies, caer y empezar a llorar la eliminación con el rostro contra el césped.

El destino se propuso más coincidencias. Sin Salah ni Firmino, los goles salvadores de Liverpool llegaron de las individualidades menos notables: el centro-delantero suplente Origi y el batallador volante Wijnaldum, que ingresó en el segundo tiempo. Tottenham había extrañado en la ida al lesionado Harry Kane, su gran goleador y con méritos para estar dentro de los 10 mejores atacantes del mundo en la actualidad. Un hándicap demasiado grande para un plantel que anda con lo justo. El milagrero providencial fue el brasileño Lucas Moura, autor de un hat-trick, uno de los pocos refuerzos que llegó en los últimos mercados de pases a un club que destinó gran parte de sus recursos económicos a terminar su majestuoso estadio londinense. Moura no responde al perfil de hombre de área implacable, de killer que vive del gol. Es el típico media-punta de buen manejo, que se tira atrás para crear juego y le gusta más llegar que esperar en el área rival. Vaya si supo encontrar los espacios y afilar el disparo. Con una calvicie que en apariencia le suma más edad a sus 26 años, el exSan Pablo y PSG destrozó la resistencia del Ajax.

En la renovación de los nombres que quedaron grabados en estas dos semifinales para el infarto venía cifrada otra novedad: después de siete años, la final no tendrá a Lionel Messi o a Cristiano Ronaldo. Algo que no ocurría desde 2012, cuando Bayern Munich le ganó 2-1 a Borussia Dortmund.

A partir de 2014 también se desencadenó una hegemonía española, con cuatro títulos para Real Madrid y uno para Barcelona. Eso se cortó. Dos clubes ingleses no se medían en el último día de la competencia desde 2008, cuando Manchester United, con Cristiano y Carlos Tevez, superó en la definición por penales a Chelsea. Y habrá un campeón inglés luego de seis años, que sucederá a Chelsea, vencedor de Bayern Munich en la definición por penales tras el 1-1.

La avanzada británica es en todos los frentes, una auténtica colonización futbolística del continente. Un poder económico, derivado de acaudalados dueños de clubes y de los derechos de televisación más altos del mundo, que se refleja en las canchas.

El regreso de un clásico: Liverpool, otra vez protagonista en la Champions, con Mo Salah, el DT Klopp y Van Dijk, uno de los mejores defensores del mundo El regreso de un clásico: Liverpool, otra vez protagonista en la Champions, con Mo Salah, el DT Klopp y Van Dijk, uno de los mejores defensores del mundo Fuente: AFP
La nacionalidad del pasaporte de la final de la Champions puede replicarse en la Europa League con un desenlace londinense: este jueves se disputarán los desquites de las semifinales entre Valencia (1)-Arsenal (3) y Chelsea (1)-Eintracht Frankfurt (1).

Para saltar de las butacas del estadio o del sofá del living como si tuvieran resortes hay que sacar entrada en el fútbol inglés. En las ligas de España, Italia y Francia, Barcelona, Juventus y París Saint Germain se dieron cómodos y desahogados paseos rumbo al título. Las consagraciones llegaron con varias fechas de anticipación. No hubo suspenso ni dramatismo. ¿Dónde se pueden encontrar esos condimentos? Otra vez los caminos conducen a la Premier, donde Manchester City y Liverpool mantienen desde varias fechas una pulseada tremenda. El conjunto de Jürguen Klopp fue líder durante varias fechas, hasta que el de Pep Guardiola le arrebató el lugar en las últimas semanas. Queda una jornada. El próximo domingo, Manchester City (95 puntos) visitará a Brighton, mientras que Liverpool (94) recibirá a Wolverhampton.

Tantas loas y admiración se lleva la Premier League, para muchos la liga más atractiva del planeta, que terminó metiendo a dos de sus equipos en la final. Liverpool, el de las cinco copas de Europa, el del entrañable Anfield Road y el “Nunca caminarás solo” tatuado en la frente, contra Tottenham, que nunca había llegado tan lejos, y ahora lo hace sin que lo impusiera como una exigencia, sino como una posibilidad en su constante evolución. Fue la tercera participación consecutiva de Tottenham en Champions con Pochettino al mando: en la primera no pasó la etapa de grupos, en la segunda se quedó en octavos y ahora dio el gran salto.

La Premier League invade la Champions League en más de un sentido. Porque lo hizo a su estilo, a corazón abierto, sin guardarse nada, de prepo, a puro rock and roll, con empuje para salir de abismos e instalarse en el umbral de la cumbre. Para recordarnos que el fútbol sin emoción se olvida pronto, y lo de las últimas 48 horas sacó residencia perpetua en retinas y memorias. A la castiza Madrid llegarán los inventores del fútbol. Y hay que dar gracias que lo sigan interpretando con tanta pasión y entusiasmo.

Pochettino se anotó en una lista muy selecta

Mauricio Pochettino es el sexto entrenador argentino que llegó a una final de la Champions League. Luis Carniglia fue bicampeón con Real Madrid, entre 1958 y 1959. Helenio Herrera consiguió los mismos galardones con Inter, en 1964 y 1965. En tanto, no tuvieron la misma fortuna Juan Carlos “Toto” Lorenzo, que perdió la final con Atlético de Madrid, en 1974; Héctor Cúper, que llegó con Valencia al encuentro decisivo en 2000 y 2001, y Diego Simeone, bicampeón con Atlético de Madrid, en 2014 y 2016.

En una instancia histórica, por primera vez

Tottenham llegó a la final de la Champions League por primera vez en su historia. Acostumbrado a los torneos europeos, en cambio, ganó dos copas UEFA, en 1972 y en 1984. Sin duda, todo es muy especial para un club que antes idolatró a dos argentinos: Julio Ricardo Villa y Osvaldo Ardiles.

LA NACION
Fuente foto: Reuters