Desafíos del sistema de salud: el costo de la asistencia sanitaria

Carlos Felice

Desafíos del sistema de salud: el costo de la asistencia sanitaria

Por Carlos Felice
Muchas veces me parece que la judicialización de la salud implementada por la vía del recurso de amparotiene mucha razón de ser, ya que nos permite remendar aquello que no hacemos bien. Desde las organizaciones que gestionamos los sistemas de salud tenemos que empezar por hacer una autocrítica en cuestiones que parecen elementales:

1- Al no tener accesibilidad al sistema, el afiliado necesita judicializar para tener la prestación.

2- Hay casos empíricos que necesitan un elemental principio de racionalidad y criterio para determinar su sustentabilidad.

El Sistema de Salud argentino es en realidad un sistema compuesto por: el sistema público, donde los hospitales públicos han tenido una incidencia fantástica. La seguridad social, financiada con los aportes y contribuciones de los trabajadores. El seguro privado o medicina prepaga, que se obtiene a través del pago de una prima o seguro mensual.

En el caso de la Obra Social de los Trabajadores del Turf, una obra social sindical (seguridad social), la pregunta que uno se hace cuando comienza a hacer algo es, ¿cómo se es bueno en lo que se hace? Nosotros en 1997, con una muy fuerte pérdida de las fuentes de trabajo y una obra social muy acotada, tratamos de abordarla: ¿cómo se puede ser más eficiente?, ¿cómo se buscan nuevos paradigmas? Definitivamente, hoy el gran paradigma lo constituye el costo de la asistencia sanitaria.

El costo de la asistencia sanitaria no es solamente de un gobierno o de este gobierno, es el problema de los gobiernos. No debe haber país en el mundo que no esté en estado de discusión con respecto a esta ecuación.

Si hacemos un recorrido al pasado, a los años anteriores a la penicilina, la asistencia sanitaria se definía en base, al ir al sanatorio para encontrar un poco de cobertura, cobijo, alimentación y cuidado. El médico tenía frente a sí un universo de oportunidades respecto de lo que podía hacer para mejorar la calidad de vida de sus pacientes. Tenía pocos instrumentos, no más que sus conocimientos, y estaba limitado por el avance de la ciencia. Entonces, la autonomía y la autosuficiencia tuvieron un rol fundamental en la construcción de la medicina.

Analizamos un par de generaciones más tarde y nos encontramos con un contexto absolutamente diferente, donde las cosas se hacen con una complejidad que genera enormes desafíos, que nos pone frente a la posibilidad de tratar médicamente todas las enfermedades (debe haber muy pocas enfermedades que hoy no tengan tratamiento).

No se puede garantizar que todo el mundo tenga asistencia sanitaria, pero sí se puede garantizar la posibilidad de curar casi todas las enfermedades. Lo concluyente es que no podemos solucionarlo todo a pesar de que tenemos a nuestro alcance la disponibilidad.

Hace cuatro décadas cada persona internada necesitaba dos tratantes. Hoy, se ha determinado que por cada paciente se requieren quince profesionales de la salud. Definitivamente la cultura de la autosuficiencia y la autonomía ha cambiado, ha mutado y se ha agotado. La medicina se ha especializado tanto que parece estar fallando en el trabajo de coordinación en equipo y la evidencia nos da la razón.

Miles de personas ingresan a los sanatorios y muchas adquieren enfermedades que no tenían. Avanzamos tanto en la complejidad y no vemos el peligro de contraer una infección intrahospitalaria por la falta de higiene. Sin dudas, debemos tener médicos, enfermeros y profesionales de la salud increíbles, pero también es seguro que ellos no trabajan de manera conjunta.

Cuando miramos el costo de la asistencia sanitaria estamos desconcertados, porque es posible que esa necesidad de aplicar tecnología implique también una falsa dicotomía: ¿se obtienen resultados maravillosos? Puede ser, pero ¿a qué costo? A uno carísimo. La conclusión a la que arribamos es que no siempre lo más caro es lo mejor, no siempre el mejor cuidado es el que tiene menos complicaciones.

Ahora sí, podemos decir que tenemos esperanzas de obtener una medicina de menor costo, más eficiente, más convencional y más orientada hacia el bien común, porque si para obtener los mejores resultados se necesita de la atención más cara, entonces estamos enfrentándonos a graves problemas, de tratar de definir quién accede a la salud y quien queda afuera de la cobertura de salud.

Pues entonces, frente al desafío de buscar los mejores resultados a menor costo, ¿cómo hacemos funcionar al sistema? ¿Cómo obtenemos la manera de cohesionar los elementos y las piezas que hacen al engranaje sanitario?
No el mejor especialista hace la mejor medicina, debemos empezar a meditar respecto de nuestras habilidades y abordar en el recorrido de nuestras fallas.
EL CRONISTA