Conflicto de verano: sacar a los chicos del país enfrenta a los padres separados

Conflicto de verano: sacar a los chicos del país enfrenta a los padres separados

Por Soledad Vallejos
Sabrina se disculpa por pedir “absoluta reserva” de su apellido y relata el calvario en que se convirtió su plan de vacaciones con su hijo: “Con varios meses de anticipación había programado el viaje para disfrutar con mi hijo de una semana de veraneo en Brasil, justo en el receso que su escuela hace todos los años en octubre. Mi exmarido me había dicho que no tenía ningún problema y que iba a firmar la autorización para que pudiéramos viajar, y entonces saqué los pasajes y reservé el hotel”, recuerda.
Pero después “empezó a decir que Brasil era un lugar muy peligroso, que tenía miedo de que nos pasara algo y que no estaba seguro. Ya era tarde para iniciar una autorización judicial, y estuve con la angustia de no saber si me iba a firmar el permiso para que pudiera salir del país con mi hijo hasta el día previo al viaje. Finalmente accedió, pero fue un desgaste tremendo que me quitó toda la energía y el entusiasmo que había puesto en esas vacaciones”, cuenta ahora desde Miramar, donde eligió pasar los días de descanso que le quedan junto a su hijo y el resto de su familia.
“Tengo complicaciones con mi ex por todo y no quiero una más. El que se haya resistido hasta último momento a firmar la autorización es una de las tantas trabas que siempre pone en el camino”, dice la mujer para explicar por qué no quiere que se difunda su nombre.
Según distintos expertos en derecho de familia, esta es una problemática habitual que surge entre padres separados que no tienen una buena relación y constituye un motivo frecuente de consulta en la práctica legal cuando se acerca el período de vacaciones.

A partir de septiembre y hasta los últimos días de noviembre, los pedidos de este tipo de autorizaciones que llegan a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil se duplican con respecto al promedio registrado durante el resto del año, ya que ante la imposibilidad de resolver el conflicto entre los mismos progenitores alguno de los dos decide recurrir a la Justicia.
Como sucede con otras disputas, como el pago de la cuota de alimentos, el régimen de comunicación (que antes se denominaba como régimen de visitas) o la división de bienes, el permiso para que los hijos puedan salir del país entra en la negociación y por las razones que cada uno argumente, justificadas o no, uno de los progenitores se niega a otorgar dicho permiso. “Muchas veces, la negativa de prestar conformidad es utilizada como una moneda de cambio, un método casi extorsivo para negociar otra cosa, y es una actitud que nosotros condenamos -dice el abogado Andrés Beccar Varela, especialista en derecho de familia y sucesiones-. Te firmo si me aumentás la cuota, te firmo si me dejás pasar tal o cual fecha con los chicos, y así con otras cuestiones en disputa. Se da generalmente cuando la intención, en realidad, es complicarle la vida al otro”.
Por eso, cuando la relación entre los adultos no es buena, cuando el que necesita la conformidad del otro supone que este va a negársela o cuando no existe el diálogo, Beccar Varela recomienda anticiparse y allanar el camino con un pedido de autorización judicial.
Hace tres años, esa fue la alternativa que debió asumir Agustina Trotz cuando tuvo la chance de llevar a sus dos hijas más pequeñas a Disney de vacaciones. “Como no quería firmar el permiso, iniciamos los trámites legales, con todo el movimiento y energía que eso implica, además de los gastos. Primero fuimos a una mediación, donde él argumentaba que no estaba tranquilo. Como el viaje lo hacíamos con mi actual pareja, la jueza le preguntó si tenía algún problema con eso y él decía que no, pero que si él me firmaba el permiso, entonces yo también tenía que firmarle otro. Pero él no planeaba en ese momento ningún viaje; hace cinco años que no pasa cuota alimentaria pero sí tiene los medios para irse de vacaciones fuera del país. Se iba por las ramas y finalmente dijo que no”, relata Trotz, a quien finalmente, mediante una resolución, la Justicia le otorgó la autorización correspondiente.
“Mis hijas le pedían que por favor firmara el permiso. Y nada. Fueron meses muy duros. Cuando pasamos por Migraciones y nos dieron el visto bueno, saltamos todos de felicidad”, detalla.

Nuevo código
El artículo 645 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación establece que para que un menor de edad pueda salir del país sin la compañía de sus padres, o con uno de ellos, debe contar con autorización de ambos progenitores. “El nuevo código incluyó una modificación importante -advierte el abogado Javier Rubinstein, del estudio homónimo- y es que a partir de los 13 años el menor también tiene que dar su conformidad. El juez debe escucharlo y su conformidad es requerida en el expediente. De otra manera, el permiso no se otorga.”
Según la experiencia de la abogada Dolores D’Amico, se trata de un trámite que puede demorar de uno a tres meses. “Cuando un cliente me consulta, antes que la vía judicial intentamos resolverlo de otra manera. Pero si de la otra parte no hay buena recepción, entonces sí mandamos una carta documento para que se presente a una mediación, y si de allí nos vamos con un acta de no acuerdo, el siguiente paso es la demanda judicial”, señala la experta, que coincide sobre el tironeo que subyace en esta negativa. “La mayoría de las razones por las que se opone uno de los progenitores no son de peso”, asegura.
Sin embargo, Beccar Varela admite que si bien en ocasiones los temores que expresa ante el juez uno de los progenitores son sinceros, no son determinantes. “Algunos padres se resisten porque temen que no se cumpla con la pactado y que si los autorizan a salir del país, no regresen nunca más. O piden que se cambie el lugar de destino porque no lo consideran seguro. Otros argumentan que el progenitor con quien se realiza el viaje es irresponsable, despistado, y que no le confía el cuidado de los chicos. Pero, generalmente, no son razones atendibles”, considera.
LA NACION