Crearon en Italia un “balnerario amigable” para chicos autistas

Crearon en Italia un “balnerario amigable” para chicos autistas

Por Marina Artusa
Para describir cómo se sienten algunos papás que viven una realidad como la que vive ella -que es mamá de Virginia, de casi 13 años, y de Tomasso, de 11, ambos diagnosticados con un espectro del autismo-, Alessandra Urbinati usa una imagen: “Hay familias que entran en puntas de pie a todos lados, sienten que molestan o lo viven con culpa. En este contexto, pensar en salir de vacaciones es complicado.”
Alessandra preside en Italia la Asociación Rímini Autismo que creó, hace cuatro años, un programa único en Europa: el Autism Friendly Beach, que reúne a algunos hoteles, bares, restaurantes, balnearios y parques temáticos de la costa del Adriático italiano -Rímini, Riccione, Cattolica, Misano Adriatico y San Marino- que han sido capacitados para facilitar la estadía de personas con autismo.

Porque planear días de reposo lejos de casa crispa el humor en estos hogares ya que implica un cambio en las rutinas que tanto contienen a las personas con autismo. “Además, nuestros hijos pasan por caprichosos o maleducados por el comportamiento a veces un poco extraño que tienen y uno, como mamá o papá, quisiera volverse invisible. Siempre tenemos un poco de temor de llevarlos a lugares nuevos -dice Annalisa Pezzi, mamá de Gabriele, un nene de 10 años con autismo-. Al principio no ves a tu hijo sino al monstruo del autismo. Lleva un tiempo recuperar la serenidad y comprender que se puede tener una vida casi normal.”
“Cuando me contaron que estas familias, no van de vacaciones para no molestar, sentí que debía hacer algo”, dice Antonio Carasso, propietario del hotel Panoramic, de Viserba, en las afueras de la ciudad de Rímini. Hizo el curso de capacitación y decidió adherir al programa: “Son chicos que pasan la mitad del día en el hotel y, a veces, los papás piensan que están pidiendo excentricidades cuando en realidad sólo se trata de pequeños detalles como no hacerlos esperar si hay fila en el buffet , o sentarlos en zonas del salón un poco más reparadas -dice Carasso-. En cuatro años han venido una docena de familias con chicos autistas. Algunas vuelven y eso es una satisfacción. Vienen más en mayo, junio y septiembre, que no hay tanta gente y no hace tanto calor. Los chicos con autismo son muy sensibles al calor y a la luz”.
La iniciativa obtuvo financiamiento de la Comunidad Europea. El turismo accesible, dicen en la asociación fundada en 2004, no es sólo sortear las barreras arquitectónicas. “Es también el que tiene en cuenta al autismo, una discapacidad invisible”, dice Alessandra. La idea es replicar el proyecto en España y en Croacia.
El plan también apunta a la inclusión laboral. “Hola, yo aprendí español en el colegio y me gusta bailar el tango”, se presenta Federico Zoffoli en perfecto castellano. Tiene 22 años -fue diagnosticado a los 18- y de 17.30 a 19.30 ayuda en el balneario 24 de Rímini. Barre la pasarela, cierra las sombrillas. Es enérgico y voluntarioso. Apenas marca las 19.30, se sube a su bici y parte. Lo esperan en casa.
CLARIN