En lo que va del año, se duplicaron los casos de síndrome urémico hemolítico en la Ciudad

En lo que va del año, se duplicaron los casos de síndrome urémico hemolítico en la Ciudad

Por Rosario Medina
En lo que va del año, se duplicaron los casos de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) en la Ciudad de Buenos Aires. El dato surge del Boletín de Vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud de la Nación, que muestra que hasta la semana epidemiológica 26, se produjeron 26 casos de SUH en la Ciudad, contra 13 en el mismo periodo de 2016. Argentina tiene la mayor incidencia mundial de esta grave enfermedad en menores de 5 años y a lo largo de los años las estadísticas no fueron mejorando, manteniendo un promedio aproximado de 400 casos anuales.
“En Argentina, a diferencia de casi todos los países del mundo, el SUH es una enfermedad endémica, todos los años tenemos un número importante de casos. En los otros países se producen brotes, se controlan y desaparece. Acá no”, explica a Clarín el doctor Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, referente en el tema.
El Síndrome Urémico Hemolítico es provocado por la bacteria Escherichia coli, presente en las heces de los rumiantes, que las personas pueden contraer por la ingesta de carne mal cocida (principalmente carne picada), falta de higiene luego de ir al baño, agua contaminada (ya sea para riego, para beber o en piletas poco cloradas), contaminación cruzada de alimentos, interrupción de la cadena de frío de los lácteos, y también por frutas o verduras mal lavadas. También se puede contagiar de persona a persona. Una vez que ingresa al organismo, a través de alguna de todas esas vías, la bacteria (que cuenta con una amplia variedad de cepas) puede adherirse a las paredes del intestino y empezar a liberar la toxina shiga, que es un “veneno” que se va esparciendo por el organismo dañando diferentes órganos: suele dañar los riñones, provocar la destrucción de los glóbulos rojos y las plaquetas y puede afectar el sistema nervioso central. Un cuadro que, para chicos de menos de cinco años (el grupo de edad de mayor incidencia) puede provocar la muerte o dejar secuelas de por vida.

“Que haya más o menos casos de SUH depende exclusivamente de la casualidad, no de la causalidad. En Argentina no se hace absolutamente nada para tratar de evitarlo. No hay una sola campaña de prevención”, afirma Miguel Angel Caracciolo, presidente de la Asociación para la Prevención del Síndrome Urémico Hemolítico (APRESUH), con base en Bahía Blanca y que desde hace ocho años, cuando su hijo de entonces 10 años contrajo la enfermedad, trabajan en el tema.
Y la realidad es que a pesar de la gravedad que conlleva la enfermedad y las secuelas que puede dejar, no es muy conocida. Desde la Fundación Ciro, que trabajan para combatir esta enfermedad, Federico De Santadina (papá de Ciro, un bebé de 1 año y 4 meses que contrajo SUH en el jardín maternal y falleció) cuenta que frecuentemente organizan jornadas de capacitación para personal de establecimientos de primera infancia y una de las cosas que más les llama la atención, es el nivel de desconocimiento que hay sobre el SUH también entre personal que diariamente debe cuidar a los chicos de esta enfermedad. “Hicimos un sondeo con 383 personas, el 46% dijo que tenía conocimiento –que escucharon pero no sabían realmente de qué se trata- y el 54% directamente dijo que no la conocía”, explica Federico, que además lo explica desde su caso personal: “Cuando la médica vino y nos dijo que lo que tenía Ciro era SUH mi mujer se largó a llorar, porque sabía de qué se trataba, y yo me quedé mirando sin entender nada, no tenía idea lo que era”.
Intentando darle una explicación a semejante nivel de desconocimiento, Federico asegura: “El SUH es una enfermedad políticamente incorrecta porque deja al desnudo muchas falencias políticas y de la sociedad. Una de las vías de transmisión es el agua contaminada, en un país donde faltan cloacas y agua de red, tampoco tenés un control de los alimentos como debería haber, en los jardines no se hacen los controles que se deberían hacer. Son todas cosas que debería hacer el Estado. Entonces, todo lo que no se hace queda reflejado con esta enfermedad”.
Además, la bacteria E. coli tiene la característica de ser sumamente efectiva. “Para contraer cólera, se necesitan 10 millones de la bacteria que lo produce. Para la salmonella, son necesarias 1 millón de bacterias. Para el SUH, alcanza con sólo 100 bacterias”, explica el doctor López. “Es una bacteria muy eficiente para dar la enfermedad”. Y una vez adquirida la enfermedad, no hay tratamiento, sólo una terapia de sostén.
Gerardo Leotta, investigador del CONICET que pertenece a la Red de Seguridad Alimentaria, realizó una investigación de toda la cadena de carne bovina, y llegó a la conclusión de que si bien es cierto que la carne es un alimento de riesgo para la bacteria Escherichia coli, encontraron menos cantidad de la cepa O-157 (una de las principales causantes de la enfermedad) de la que esperaban. “Siempre se identifica a la carne como la causa de esta enfermedad, pero no se trabaja con los jardines de infantes para prevenirla”, afirma Leotta. “No sabemos qué hacen colegios o jardines para prevenirla”, añade.
Caracciolo coincide en la falta de controles: “Los controles que tenemos no son suficientes. Por ejemplo, las verduras muchas veces llegan contaminadas a las verdulerías. Lo que resulta en que la única barrera para evitar la bacteria Escherichia coli es el ama de casa que debe tomar todos los recaudos necesarios. Es como pelear 10 personas contra un ejército”.
Consultados por Clarín, sobre el riesgo de contaminación a través del riego con aguas no aptas por parte de productores, desde Senasa afirmaron que “la práctica agronómica establece la prohibición del riesgo con estas aguas de pozos ciegos o efluentes industriales, lo cual en la realidad puede verse vulnerado por parte de los productores frutihortícolas que desconocen los riesgos”. Por eso, trabajan en la “capacitación y concientización de los agricultores, con especial atención al “familiar”, respecto a las buenas prácticas” de producción. En cuanto a la cadena bovina, el organismo afirmó que “Senasa garantiza el cumplimiento de buenas prácticas de faena que abarca aspectos higiénico sanitarios esenciales para minimizar los riesgos de transmisión de esta bacteria”. No obstante, cabe aclarar que cada provincia tiene su propio organismo de control, por lo que las medidas podrían variar según la jurisdicción.
CLARIN