José Sand, entre goles y relinchos

José Sand, entre goles y relinchos

Por Carlos Delfino
El foco en la intensidad del grito y el puño apretado de ese hombre de remera granate podría asociarse a alguno de los festejos que lo llevaron a ser el último goleador del campeonato de primera división. Sin embargo, José Sand está en la localidad chaqueña de San Bernardo, y quienes lo rodean no son hinchas de Lanús celebrando un éxito del club en el que se consagró campeón por segunda vez en su regreso. Es más, la mayoría, incluido Pepe, repite desaforado el nombre de Don Agustín, el caballo de su propiedad que acaba de ganar un clásico y el futbolista lleva de las riendas junto con su hermano César. Es su otra gran pasión, la menos conocida, en la que se lo ve exteriorizar en la misma dimensión que dentro de una cancha.
La situación descripta tiene un puñado de meses, pero puede asociarse a cualquier fin de semana en el que el fútbol le permite al jugador viajar al interior del país y estar presente en las actuaciones de sus caballos. Cambia el marco, con desafíos de provincia en provincia. Su campo de entrenamiento y cría está en Corrientes, exactamente en Bella Vista, donde nació hace 36 años y volvió “cuando me fue bien en River y me pude comprar unas tierras”, recuerda. No hay fecha precisa, aunque pasó más de una década, pero sí parece que hubiera sido ayer cuando detalla: “Mi primer caballo se llamó Joselito, un mestizo. Le había prometido a mi abuelo materno que cuando pudiera, iba a dedicarme a los caballos, como él”. Es un legado familiar: Don Lenin, el nono, cuyo nombre lleva como homenaje la cabaña de Sand, entrenaba puros cuando José era chico y el stud, al que iba junto con papá Raúl, estaba detrás de la casa. En la semana, todos ponían su esfuerzo en la carnicería, y el domingo, a las carreras.
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Había otra tradición, casi un ritual del turf, que se mantiene en Buenos Aires: el asado semanal con amigos. Sin importar los resultados. Y ahí está Pepe, casi por casualidad en la cabecera de la mesa en medio del patio del stud El Mono, en Palermo, mientras sus dos hijos varones van y vienen por un sandwich desde la oficina, donde siguen un partido por televisión. Entre bromas y recuerdos, José es uno más. Lo que sale de la rutina es el pedido de un brindis porque Sand está en la terna del fútbol local para los premios Olimpia por segunda vez (en 2008 fue goleador del Apertura, pero la estatuilla se la llevó Juan Román Riquelme, relegando también a Juan Sebastián Verón). Se escucha que el martes 20 de este mes irán todos a la entrega “para meter presión”. Hay carcajadas. “Acá la pasamos bien. Igual que cuando puedo ir a las carreras, dependiendo de cuándo juega Lanús, y me quedo en la confitería. Alguno se arrima a la mesa a saludar, pero nadie molesta”, repasa
Entre 2009 y 2012, Sand jugó en Dubai, España y México. Allá no pudo disfrutar de las carreras. “Los hipódromos estaban lejos, no tenía tiempo para ir”, asegura. Lo más cerca que estuvo del turf fue la cena que organizó un jeque para su primera Navidad en el exterior. “Cocinaron dos jockeys argentinos”, aclara, sonriente. Y vuelve al presente: “En las vacaciones voy a Bella Vista y estoy todo el día en el campo tratando de aprender. En marzo próximo hago mi primer remate. Cuando me retire, de acá a un tiempo que no sé cuándo será, quiero ser entrenador de caballos”.
LA NACION