El 80% de los alumnos son los primeros universitarios de su familia

El 80% de los alumnos son los primeros universitarios de su familia

Desde que era chico, Deymar Wanca supo que quería ir a la universidad. Tiene 22 años y vive en la villa 31 de Retiro, adonde llegó a los 12 junto con sus padres y hermanos desde La Paz, Bolivia.
“Cuando me mudé a la villa, empecé a participar en las actividades de la parroquia Cristo Obrero: allí me bauticé y uno de los curas es mi padrino. Al terminar el secundario, le conté que quería seguir estudiando”, cuenta Deymar. “Mis padres pudieron hacer sólo hasta tercer grado de la primaria: tuvieron muchos sueños que no lograron cumplir. Querían que tuviese algo seguro en el futuro, que siguiera Medicina o Arquitectura. Yo quería hacer otra cosa, pero no encontraba una carrera que fuera para mí.”
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Fue entonces cuando su padrino le habló de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). Esta institución nació en septiembre de 2012, y es la primera en el país creada y gestionada por una organización sindical: el Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh).
“Me contó que tenía un convenio con el arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, por el cual otorgaban becas a los jóvenes de las villas. Elegí hacer el profesorado de Educación Física”, dice Deymar. “Mis viejos laburan de lo que pueden: mi mamá es ama de casa y mi papá hace changas en costura o trabajos obreros. Cuando les dije que había surgido esta posibilidad, se alegraron y no caían en que iba a poder entrar a una universidad privada sin pagar nada”.
Al principio, sus padres se sorprendieron de la carrera que había elegido: “Pero vieron cómo me levantaba todas las mañanas para entrenar y me quedaba estudiando hasta tarde. Se dieron cuenta de que lo que estaba haciendo era lo que me gustaba”. Y agrega: “Soy el primero en mi familia en ir a universidad”.
Hoy, está por comenzar su tercer año en la UMET (www.umet.edu.ar), adonde asiste gracias a una beca completa, y trabaja en la colonia de vacaciones del Suterh.
El perfil de Deymar, concuerda con el de la mayoría de los 800 alumnos que asisten a la UMET.

Amplio sistema de becas
Más del 80% es la primera generación de universitarios de sus familias; el 95% cuenta con becas (en el 90% de los casos, totales), otorgadas por diversos sindicatos, por intermedio de instituciones como el arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, y por la propia universidad. Ésta cuenta con facultades de Desarrollo y Gestión de las Organizaciones; Políticas Públicas y Gestión Ambiental; Tecnología Aplicada; Turismo, Actividad Física y Deporte, y una de Cultura y Comunicación. Este año, egresará la primera camada de estudiantes.
“La universidad, que es de gestión privada, surgió a partir del compromiso del Suterh: como muchas organizaciones sindicales, tiene una fuerte tradición en la formación de sus trabajadores y familias”, sostiene Nicolás Trotta, su rector.
“Hace 14 años, se inició la presentación a la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau) para que autorice, por primera vez en la historia del sistema universitario argentino, la existencia de una universidad impulsada por un sindicato. Eso la hace única.”
Trotta explica que este modelo tiene un sistema de cogestión del que participan 36 sindicatos de los más diversos: desde la Uocra hasta Suteba. “Sólo el 5% paga el 100% de la matrícula y la cuota, que ronda los $2700 mensuales”, dice. “Casi todos los estudiantes, además de cursar, trabajan. La gran mayoría -y esto nos llena de orgullo, pero también es un desafío pedagógico- no se proyectaban como estudiantes universitarios: veían a la facultad como algo ajeno, para una pequeña porción de la población, un derecho al que no podían acceder.”
El Departamento Pedagógico sigue de cerca el proceso académico de cada estudiante: “Contamos con profesores consejeros que ejercen un liderazgo positivo, acompañando a los estudiantes sobre todo en los primeros tramos de la carrera. Nuestras comisiones no tienen más de 35 alumnos, lo que permite generar un vínculo y romper el anonimato. Esto repercute positivamente no sólo en el rendimiento académico, sino en la permanencia en la carrera”.
Laura Sirotzky, secretaria académica de la UMET, sostiene: “Presentarles a estos jóvenes, a través de actividades en la comunidad, la posibilidad de acceder a una carrera universitaria como un derecho es el primer desafío”.
Luego, van surgiendo otros: “Los docentes deben diseñar e implementar propuestas de enseñanza y evaluación que puedan abordar la diversidad de recorridos educativos con los que llegan los estudiantes”. Para hacer compatible el estudio con el trabajo, “éstos tienen una cursada muy ordenada (con todas las materias en el turno mañana y noche), y en el caso de que cambien de trabajo o consigan uno nuevo, se los ayuda a reorganizarse”.
Deymar concluye: “Me gustó el no ser un número más en un listado, el que hubiese profesores que te acompañan, aconsejan y ayudan a que te organices para poder seguir con el estudio y el laburo. Hoy estoy haciendo lo que me gusta”.
LA NACIÓN