Para el nuevo Premio Nobel de Economía hay que medir distinto la pobreza

Para el nuevo Premio Nobel de Economía hay que medir distinto la pobreza

Por Ferdinando Giugliano
Angus Deaton recibió el Premio Nobel en Economía por una serie de descubrimientos relevantes en el estudio del consumo que han servido para trazar estudios académicos y de políticas en todo el mundo.
Desde la inequidad global hasta la ayuda exterior, este académico escocés de 69 años no vaciló en participar de debates sensibles vinculados con la agenda de investigaciones que él lleva adelante desde hace 40 años.
Horas después de recibir la noticia de su galardón, Deaton compartió con Financial Times sus a veces polémicas opiniones sobre tres de sus grandes temas de investigación.

Inequidad
Desde el crecimiento de los populistas de izquierda como Jeremy Corbyn del Reino Unido hasta el improbable éxito popular del libro El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty, la inequidad se convirtió en uno de los temas que definieron esta década.
Deaton concuerda en que es un tópico importante, pero su visión tiene más matices que las de algunos de sus colegas que también han estudiado las disparidades económicas. “La desigualdad es algo enormemente complicado porque es buena y mala” aseguró.
El académico de Princeton cree que el exceso de inequidad puede producir algunos efectos secundarios, desde la desaparición de los servicios públicos hasta la erosión de la democracia. Pero al mismo tiempo, las desigualdades pueden también ser un producto del éxito, por ejemplo cuando son el resultado del buen espíritu emprendedor. “El éxito engendra desigualdad, pero uno no quiere obstaculizar el éxito”, agregó.
Deaton también tiene sus dudas sobre las medidas, como la suba pronunciada del impuesto a las ganancias, que se aplican como antídoto contra las crecientes disparidades. “Todavía tenemos políticas redistributivas. Aplicar un impuesto a las ganancias de, digamos, 85% probablemente no nos genere mucho ingreso,” explicó.

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Ayuda exterior
La economía del desarrollo está inmersa en una polémica sobre la eficacia de la asistencia proveniente del extranjero. Algunos, incluyendo a William Easterly, un académico de la Universidad de Nueva York, sostienen que esa ayuda es más perjudicial que beneficiosa.
Deaton reconoce que el auxilio puede ser extremadamente útil, por ejemplo cuando ayuda a financiar hospitales y a curar niños que de lo contrario morirían. “Eso tiene que ser algo positivo”, afirmó.
Sin embargo, coincidiendo mucho con Easterly, Deaton también cree que la excesiva ayuda extranjera puede tener consecuencias no deseadas, porque puede conducir a corrupción y crear tensiones sociales entre las élites gobernantes y el pueblo.
Basándose en su libro de 2013 The Great Escape (El gran escape), propone dos ideas concretas. La primera es fijar un tope al monto de la asistencia externa que le llega a cada país y que se establezca, digamos, en el monto equivalente al 50% de sus ingresos.
La segunda es impulsar una “agenda global de bienes públicos”, que garantice que más dinero de auxilio se invierta en atacar los eternos problemas como las enfermedades mortales, aunque eso implique financiar más investigación en el mundo rico. “Estoy a favor de dar dinero no sólo a Africa, sino en África”, aseguró Deaton, imitando a su colega académico Jagdish Bhagwati.

Medición de la pobreza
El mes pasado, el Banco Mundial revisó la línea de pobreza oficial subiéndola de u$s 1,25 a u$s 1,90 por día. Deaton, un eterno crítico de la línea de pobreza, pensó que era una mejora, pero que seguía teniendo sus dudas.
“Focalizarse en la cantidad de personas que se ubican por debajo de la línea es como perseguir un unicornio en el bosque”, señaló a FT. “No estoy seguro de que sea sensato que el Banco Mundial se comprometa tanto con este proyecto”.
Él cree que hay mucho más para combatir la pobreza que sólo dinero, y cita a India como un ejemplo de país que creció sustancialmente en términos de ingreso per cápita pero donde los resultados en cuanto a la educación y la salud a menudo son pésimos.
“Sigo mucho el razonamiento de Amartya Sen, aunque probablemente estoy más interesado que él en el tema de la medición”, agregó citando al economista de Harvard y también laureado con un Nobel que ha afirmado que se debería ir más allá del dinero para comprender los cambios en el bienestar.
Deaton también criticó las 17 “metas de desarrollo sustentable”, los objetivos e iniciativas para reducir la pobreza que fomenta la ONU. “No soy un gran fanático, no hay formas de medirlas.”
EL CRONISTA