¿El Papa dejó su huella? Boehner renunció tras llorar con él

¿El Papa dejó su huella? Boehner renunció tras llorar con él

Por Silvia Pisani
Muchos hablan aquí de un “efecto Francisco”. Lo cierto es que, apenas horas después de haber llorado abiertamente durante el histórico discurso en el que el Pontífice llamó al consenso y al diálogo, el titular de la Cámara de Representantes y tercero en la línea de sucesión presidencial, John Boehner, presentó su renuncia, harto de tanta fractura en el Capitolio y en su partido, el republicano.
“Lo que más me importa es preservar al Congreso como institución y, por eso, me voy”, dijo John Boehner, que también se reunió brevemente con Francisco antes del discurso en el Congreso.
Sumamente emocionado, el veterano dirigente admitió que se había sentido “inspirado” por las palabras del Papa y, al igual que lo había hecho horas antes, volvió a llorar cuando relató parte del diálogo a solas que había tenido con él, durante su histórico paso por el Capitolio.
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Nadie en Washington recordaba ayer precedente alguno de una situación similar con un hombre clave en la estructura de poder de este país, como es el caso de quien ocupa el tercer puesto en la línea de sucesión, después del vicepresidente, Joe Biden.
Boehner, un político del ala moderada del Partido Republicano, que desde hace un tiempo es blanco de la presión de la derecha más conservadora de su partido, con posiciones extremas en cuestiones económicas y sociales, no había anticipado a nadie de su equipo la decisión de abandonar de forma abrupta la estratégica posición. Después de tres décadas en el Congreso, se alejará por completo a partir del 30 de octubre próximo.
Un giro al que llegó apenas horas después de haberse despedido del Papa, luego de escuchar su vibrante llamado al diálogo y a la tolerancia en aras del bien común.
“Me levanté, recé mis oraciones, como cada mañana, y dije: ‘Hoy es el día'”, confesó el legislador de Ohio, al describir el momento en el que adoptó la decisión de adelantar de ese modo su salida de la vida parlamentaria.
“Boehner es un buen hombre”, lo ponderó Barack Obama, pese a que no siempre tuvo buena relación con él. El presidente fue sorprendido por la decisión mientras mantenía una reunión con el presidente Xi Jinping, de China, en el Salón Oval.
“Creo que es alguien que entendió que, en política, hay que trabajar codo a codo aún con aquellos que no piensan igual y que no siempre se puede obtener el ciento por ciento de lo que se propone”, añadió el presidente.
Enseguida, el mandatario se apoyó en lo que, apenas horas antes, había dicho el papa argentino. “Creo que los parlamentarios tendrían que aprender de lo que expuso en el sentido de que deberíamos estar abiertos unos a otros, no demonizarnos ni asumir que tenemos el monopolio de la verdad”, afirmó Obama.
Los únicos que celebron fueron los republicanos ultraconservadores, buena parte de ellos, alineados con el movimiento del Tea Party. “Son unos locos, son unos locos”, lamentó el representante moderado por Nueva York Peter King.
Para los “halcones”, la salida de Boehner es motivo de celebración. “No podíamos seguir con alguien así, estaremos mucho mejor con un líder conservador”, dijo, por caso, el aspirante republicano a la presidencia, Ted Cruz. Revitalizado por la partida de quien consideraba un obstáculo, aprovechó para decir que Obama “es un comunista”. Cruz forma parte del grupo de casi 30 integrantes del bloque republicano que habían apuntado sus cañones contra Boehner.
De todas formas, no está claro quién sucederá al legislador de Ohio, pero sí que su salida dice mucho sobre la situación dentro del partido y del efecto de las palabras del Pontífice. “Quiero contarles algo. Cuando la visita de Francisco llegaba a su final, hubo un momento en que nos quedamos solos. El, entonces, me pasó el brazo por el hombro y, casi abrazándome, me pidió que rezara por él”, confesó Boehner. Y, al hacerlo, volvió a llorar.
Católico ferviente y promotor de la visita del Papa al Capitolio, lo había intentado antes con sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. La diferencia con Bergoglio es que fue el primero en aceptar. Para Boehner, ese fue su mayor día de gloria. Un día después, y cansado de tanta disputa, decidió irse. Políticamente no resiste mucho análisis, puesto que podría haber seguido peleando. Pero 25 de septiembre, en la conferencia de prensa, se lo veía francamente aliviado.
LA NACION